Resumen

En este artículo se analizan mediante un estudio cualitativo las relaciones de Diario de Navarra con los partidos derechistas navarros y con la conspiración hasta julio de 1936, aduciendo informaciones novedosas no ponderadas hasta el momento y recalcando el papel desempeñado en las mismas por el subdirector del periódico, Eladio Esparza. Nos centraremos en Renovación Española por ser el partido en el que militaban significados miembros de Diario de Navarra, y también en Comunión Tradicionalista y en Falange, por ser estas las formaciones más activas en la conjura, tras julio de 1936. Asimismo, analizaremos el proceso de «carlistización» registrado por dicho periódico a partir del golpe de Estado y en el que el mencionado Esparza tuvo un protagonismo esencial y que habría sido motivado por un intento de resistencia hacia los propósitos de apropiación del periódico por parte de la Falange. Dicho proceso de «carlistización» es un elemento importante que ayuda a interpretar la evolución de Navarra durante el primer franquismo.

Palabras clave: Diario de Navarra; partidos derechistas; golpe de Estado; Renovación Española; carlismo; Falange.

Abstract

Quantitative analysis has been used to study the relations of Diario de Navarra with conspiracy and Navarrese right-wing parties in the run up to July 1936, offering new information that has previously not been considered which emphasizes the role played by the newspaper’s deputy director, Eladio Esparza. We will focus on Renovación Española – the party in which significant members of Diario de Navarra were active – as well as on the Traditionalist Communion and the Falange, because these were the formations most engaged in the conspiracy and after July 1936. We will also analyse the ‘Carlistization’ process recorded by the newspaper after the coup d’état, in which Esparza played an essential role, and which is said to have been motivated by an attempt to resist Falange designs to appropriate the newspaper. This “Carlistization” process is an important element in interpreting developments in Navarra during the early part of Franco’s regime.

Keywords: Diario de Navarra; Rightist Parties; coup d’état; Spanish Renewal; Carlism; Falange.

Recibido / Received: 22/04/2022; Aceptado / Accepted: 05/05/2023; Publicado en línea / Published online: 05/04/2024

Cómo citar este artículo / Citation: Mikelarena Peña, Fernando, «Diario de Navarra como cruce de caminos de la conjuración y de los partidos derechistas navarros hasta julio de 1936 y su posterior proceso de “carlistización”», Hispania, 83/275 (Madrid, 2023): e066. https://doi.org/10.3989/hispania.2023.066.

INTRODUCCIÓN[Subir]

Diario de Navarra, surgido en 1903, era el periódico principal en Navarra. Su tirada era de 10.000 ejemplares en 1928, 10.500 en 1931, 13.000 en 1932-‍1934 y 20.000 en 1936. Por contra, en esos años, el tradicionalista El Pensamiento Navarro publicaba solamente 2.000 y el periódico nacionalista La Voz de Navarra 3.500[1].

Con anterioridad a la Segunda República, la literatura especializada ha subrayado los lazos de Diario de Navarra, fundado por integristas y conservadores en 1903, pertenecientes la mayoría de ellos a la burguesía rentista de la capital, con los intereses de las élites económicas y las posturas de la derecha conservadora, derivando hacia el maurismo en los años diez, al navarrismo de Víctor Pradera a partir de 1917 y al apoyo a la dictadura primorriverista en los años veinte, siempre con una profunda veta antiizquierdista desde su surgimiento[2]. Por su parte, Olábarri Gortázar[3] ha apuntado que, en el prematuro éxito de Diario de Navarra frente a sus rivales, en la medida en que, a la altura de 1920, frente a los 2.500 ejemplares del carlista El Pensamiento Navarro, aquel tiraba 10.000, debía de deberse a razones que excedían lo ideológico, toda vez el carácter minoritario del maurismo en Navarra, apuntando a la mayor calidad intrínseca del mismo, informativa, de contenidos y de colaboraciones.

En el periodo republicano, Diario de Navarra siguió respondiendo a los intereses de la oligarquía económica que conformaba el consejo de administración de la empresa editora (La Información, SA). Además, fue más que un periódico ya que, por su influencia en la provincia, «se le consideró una de las fuerzas políticas articuladas (con planteamientos propios y estructura poderosa)», obteniendo por ello «un escaño en la candidatura que la derecha navarra formó en 1933» en la persona de su director, que revalidaría en 1936[4].

En cuanto a sus posiciones ideológicas y a su política editorial, según la perspectiva de Ugarte Tellería, Diario de Navarra no habría encajado con las posiciones mantenidas por ninguno de los partidos derechistas navarros, sino que, sobre todo a tenor de los textos de su director, Raimundo García, conocido también por sus seudónimos de Garcilaso y Ameztia (que son los analizados por aquel autor, prestando poquísima atención a las columnas del subdirector, Eladio Esparza, o de otros colaboradores habituales, como Hilario Yaben), dicho medio se habría ubicado en línea con «el nuevo autoritarismo europeo», especialmente del radicalismo francés maurrasiano y «de los teóricos de Acción Española», que combinaban aquella nueva mirada con un cierto tradicionalismo de viejo cuño[5]. Según el mismo autor, los rectores del Diario de Navarra habrían guardado «serias reservas respecto del fascismo» por la concepción estatalista de este, siendo un ejemplo de ello un artículo de Hilario Yaben, habitual colaborador del periódico y arcediano de la Catedral de Sigüenza, de mayo de 1936, en el que de acuerdo con las tesis del marqués de Eliseda (rico aristócrata, uno de los principales promotores de la revista Acción Española, que había abandonado Falange y militaba en el entorno de Renovación Española) en su libro Fascismo, Catolicismo, Monarquía (Madrid, Fax, 1935), se expresaban simpatías por Mussolini, se abjuraba de Hitler, y se apostaba por esquemas fascistas propiamente españoles acordes con la Tradición y con la Iglesia. Con todo, los dirigentes del periódico habrían sostenido marcadas «distancias» respecto del carlismo, mayoritario en la provincia, no apareciendo «apenas en las crónicas del Diario y menos aún en sus editoriales», presumiblemente por las diferencias, en relación con el catolicismo social, entre los conservadores que gobernaban el periódico y los tradicionalistas de base[6].

En este artículo queremos reexaminar, mediante un análisis cualitativo en el que los artículos de opinión tienen mucho peso, las relaciones de Diario de Navarra con los partidos derechistas navarros hasta julio de 1936 aduciendo informaciones novedosas no ponderadas hasta el momento, recalcando el papel desempeñado en las mismas por el subdirector del periódico, Eladio Esparza, con el fin de enriquecer los parámetros bajo los que discurrió la conspiración que conduciría al golpe de Estado de julio de 1936 y de la que Navarra fue epicentro primordial, vislumbrándose que dicho medio actuó como cruce de caminos. Nos centraremos en Renovación Española por ser el partido en el que, según datos no considerados hasta ahora, militaban significados miembros de Diario de Navarra, y también en la Comunión Tradicionalista y en la Falange, por ser estas las formaciones más activas en la conjura y tras julio de 1936, dejando de lado a Unión Navarra, la sucursal de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) en Navarra, por problemas de espacio y por haber tenido un papel menor en la movilización y en las actividades políticas y militares posteriores. Asimismo, también analizaremos el proceso de «carlistización» registrado por dicho medio a partir del golpe de Estado, y en el que el mencionado Esparza tuvo un protagonismo esencial, y que habría sido motivado por un intento de resistencia hacia los propósitos de apropiación del periódico por parte de la Falange, algo nunca mencionado. Creemos que dicho proceso de «carlistización» es un elemento importante que ayuda a interpretar la evolución de Navarra durante el primer franquismo.

DIARIO DE NAVARRA COMO CRUCE DE CAMINOS DE LOS PARTIDOS DERECHISTAS NAVARROS[Subir]

Diario de Navarra y Renovación Española[Subir]

Las afirmaciones de Ugarte Tellería sobre la sintonía, unívoca y exclusiva, de los rectores de Diario de Navarra con las ideas y los representantes de Acción Española apuntaban en una dirección que hoy, con nuevas informaciones al respecto, podemos precisar con mayor determinación al confirmar la existencia de nexos claros entre aquellos y Renovación Española (RE), el partido de los monárquicos alfonsinos creado en 1933[7].

En un informe acerca de los partidos derechistas navarros que el falangista Fermín Sanz Orrio[8] realizó en enero de 1935 y que se conserva en su archivo particular, solicitado por Jorge Vigón y Arturo Salgado sobre las posibilidades del Bloque Nacional, se decía sobre Renovación Española que «cuenta tan solo con alguna adhesión de individuales, principalmente entre los restos de la aristocracia y simpatizantes de la Dictadura que no se adscribieron al carlismo». Ahora bien, sobre Diario de Navarra se informaba que es el «primer periódico de Navarra de extraordinaria difusión y comparable con los mejores (…). Aunque se llama independiente, es francamente derechista y sus inspiradores, en su mayor parte, monárquicos», habiendo «en la actualidad una lucha entre la orientación cedista y la monárquica». Sanz Orrio califica al director Raimundo Garcia como «entusiasta de Acción Española» y al subdirector Eladio Esparza como «simpatizante» con los ideales de RE. Asimismo, también enumera entre los colaboradores del períódico al sacerdote Fermín Izurdiaga, a Angel María Pascual, a Francisco Uranga Galdiano y a Alfonso Gaztelu y los describe como «caracterizadamente monárquicos, aun cuando algunos afiliados a FE»[9]. No obstante, de estos cuatro, los tres primeros eran significados falangistas de primera hora y el último era un insigne tradicionalista[10].

La realidad es que, habiendo pasado desapercibidos, los nexos entre los rectores de Diario de Navarra y Renovación Española ya fueron señalados hace casi treinta años por Fuente Langas[11] a partir de los datos del archivo privado de Francisco Javier de Arvizu y Aguado, que fue secretario de dicha formación política.

La Agrupación Navarra de Renovación Española (ANDRE) surgió en diciembre de 1935 como resultado del progresivo distanciamiento de los monárquicos alfonsinos navarros respecto a las posiciones mantenidas por la CEDA y respecto a Unión Navarra, la sucursal en la provincia de dicha Confederación de partidos derechistas y en la que aquellos se habrían integrado para las elecciones generales de 1933, al igual que Renovación Española a nivel general en la coalición conocida como Unión de Derechas y Agrarios, a causa de su escaso peso en Navarra para tener presencia propia. Aquel alejamiento estaba ocasionado por la política posibilista de la CEDA, su aceptación del marco constitucional republicano y su colaboración con los radicales en el Gobierno, hasta octubre de 1934 apoyándolos desde el exterior y luego en coalición abierta con ellos. El manifiesto constitutivo de ANDRE se publicó en Diario de Navarra el 29 de diciembre de 1935 y en él se aludía al peligro de la revolución y al fracaso de Gil Robles a la hora de encauzar el régimen republicano. Asimismo, se remarcaba la imposibilidad de corrección de la República en sentido derechista en cuanto que la misma, por su irreligiosidad, negaba los valores esenciales y patrióticos españoles. ANDRE se definía como abiertamente opuesto a la misma, así como católico, defensor de la familia, de la propiedad privada, del régimen foral navarro y de la restauración de una Monarquía renovada. A la par que se resaltaban las coincidencias ideológicas con la Comunión Tradicionalista, junto a la cual Renovación «viene actuando en el Parlamento y en la calle, siendo ambas como gloriosas vanguardias de la antirrevolución», se insistía en sus diferencias respecto a Unión Navarra por su colaboración con la República.

Aunque no aparecen ni en la Junta Directiva del partido ni entre los que firmaban el manifiesto fundacional, en el listado de afiliados figuran miembros significados de Diario de Navarra como el subdirector Eladio Esparza y el abogado Luis Ortega Angulo, que pertenecían al sanedrín que marcaba la línea editorial del mismo en reuniones que se celebraban todos los días a las 15,30 horas (y que estaba conformado también por el director Raimundo García, Garcilaso; el presidente del Consejo de Administración Jenaro Larrache y el abogado Pedro Uranga Esnaola)[12]; así como el abogado José Esteban Uranga Galdiano, el periodista Galo María Mangado y el crítico musical Eusebio García Mina. Dicho partido era muy minoritario, de tan solo 260 afiliados, la inmensa mayoría domiciliados en Pamplona y pertenecientes a sectores acomodados y a profesiones liberales. De forma llamativa entre la documentación de Arvizu se advierte que Lesaka, pueblo natal de Eladio Esparza, era uno de los escasos municipios en los que tenía delegación, junto con Tafalla, Tudela y Lodosa.

La situación de RE en Navarra era similar a la que tenía en Álava, provincia políticamente muy similar. La Sección Alavesa de RE fue fundada a mediados de 1935 con elementos que habían pertenecido a la Comunión Tradicionalista y nunca llegó a sumar más de 30 afiliados, todos ellos en Vitoria, la mayor parte profesionales liberales y el resto militares y estudiantes, sin relevancia política, y supeditados absolutamente al carlismo[13].

La militancia de las personas mencionadas de Diario de Navarra en Renovación Española nunca se evidenció públicamente y tampoco en dicho periódico se hizo propaganda explícita a su favor. Así, por ejemplo, en sus columnas de opinión diarias, Esparza no hizo, a excepción de en un artículo de 28 de diciembre de 1934 en el que criticó el anuncio de Renovación Española de que iba a aceptar el régimen republicano[14], ninguna mención ni de tal partido (que fue, por cierto, el único en el que militó durante el periodo republicano) ni de su líder Calvo Sotelo hasta que este fue asesinado en julio del 36.

El carácter subterráneo de dicho partido en Navarra conectaría con la doble conciencia de que, si, por un lado, tal y como sucedía a nivel general, no podía aspirar a penetrar más que en círculos muy selectos, por otro era un instrumento muy valioso de cara al establecimiento de hilos y solidaridades para la conspiración con los militares y con las formaciones derechistas más radicales. No hay que olvidar que, tal y como ha remarcado Ángel Viñas[15], el limitadísimo peso de RE en Navarra se contraponía a su fuerte arraigo en sectores importantes de las élites socioeconómicas a nivel del Estado, principalmente de la aristocracia, y en el ejército, y a la notoriedad de las actividades conspiratorias de los alfonsinos desde 1932 que les llevaron a entablar negociaciones con los fascistas italianos desde 1933, lo cual posibilitó el acuerdo a tres bandas junto con la Comunión Tradicionalista de marzo de 1934 que permitiría que requetés navarros recibieran abundantes armas y municiones, así como financiación y entrenamientos militares en Italia. Precisamente uno de los protagonistas esenciales de las actividades conspiratorias de los monárquicos alfonsinos desde el principio fue Juan Antonio Ansaldo, muy vinculado a Navarra donde estaba su casa familiar, quien siempre estuvo, junto con su hermano Enrique, en los cenáculos más reservados de dicho partido y que sirvió de puente con la Falange, entrenando a sus milicias de primera línea entre agosto de 1933 y noviembre de 1934. Asimismo, en el primer semestre de 1936 personalidades de RE como Calvo Sotelo y Sáinz Rodríguez lideraron la trama civil de la conspiración[16]. Otros autores[17], no obstante, han remarcado el fracaso de RE en alcanzar una paramilitarización propia y en conseguir la satelización de los paramilitares falangistas y carlistas, aunque han ponderado el alcance de su influencia intelectual creciente en los sectores golpistas del Ejército.

De todas formas, la militancia de los navarros en Renovación Española no era incompatible con la militancia en otros partidos. En 1934-‍1935 Juan Antonio Ansaldo encabezó los comandos de primera línea de Falange, la denominada Falange de la Sangre, y en Navarra miembros de RE como el periodista y empresario del sector harinero Joaquín Ilundain Tullie o como el médico Joaquín Canalejo fueron miembros significados de la Falange de primera hora[18]. Asimismo, muchos afiliados de RE evolucionarían, como es el caso de Eladio Esparza, según veremos, hacia el carlismo. Ya Rafael García Serrano[19] apuntó, en relación a los meses previos y posteriores al golpe de Estado, que el carlismo había incorporado, entre otros a los alfonsinos, y que «por algo a los boinas verdes de Renovación Española se les comenzó a llamar en Pamplona antes que en ningún otro lado, requetés sin madurar», si bien «andando el tiempo algunas boinas rojas se tornaron verdes, desde la de conde de Rodezno a la de don Fermín Erice».

A partir de los datos que expondremos a continuación puede pensarse que Diario de Navarra actuaba como un «cruce de caminos» para los partidos derechistas navarros, pero en especial para la Comunión Tradicionalista y la Falange, los más activos en actividades conspiratorias antirrepublicanas, y que la militancia desde finales de 1935 de miembros señeros del organigrama directivo y de la redacción de aquel en Renovación Española servía de elemento de coordinación para la conjura que desde marzo de 1936 lideraría el general Mola, llegado, como es sabido, entonces a Navarra.

Diario de Navarra y la Comunión Tradicionalista[Subir]

Resulta ocioso, por constar repetidamente en la literatura especializada, insistir en la importancia del carlismo en Navarra durante la Segunda República, como fuerza mayoritaria dentro del bloque derechista en las elecciones a Cortes de 1933 y 1936, lo que facilitó al mismo obtener el copo de los siete diputados asignados a la provincia, y también como elemento fundamental en la movilización que seguiría al golpe de Estado de julio de 1936. En el informe ya citado de Fermín Sanz Orrio sobre la Comunión Tradicionalista se decía de ella que «es el factor político más poderoso», siendo su hegemonía absoluta en la zona media, o franja central, de Navarra, disponiendo de «una notable mayoría» en la Montaña o tercio septentrional, y suponiendo «una tercera parte» del electorado en la Ribera o tercio meridional, si bien en la zona del sur del distrito de Estella preponderaba «extraordinariamente». En Pamplona se decía que «tal vez tenga mayoría esta agrupación, nutrida en su casi totalidad por gentes modestas».

Surgida en 1931 como formación aglutinadora de carlistas, mellistas e integristas, la Comunión Tradicionalista navarra desarrolló una inteligente política de asociación con otras formaciones ideológicamente próximas, atrayendo desde el primer momento a los católicos independientes que luego constituirían Unión Navarra por medio de la cesión de puestos relevantes en las candidaturas. Esa estrategia benefició al conjunto de la derecha porque así la derecha no tradicionalista conseguía extenderse electoralmente gracias a la enorme porosidad del carlismo en las capas populares, especialmente de la Montaña y de la Zona Media, y el carlismo lograba adentrarse en ámbitos geográficos como el de la Ribera o en ámbitos sociales como el de la alta burguesía o las minorías intelectuales, en los que Unión Navarra tenía mayor implantación. El carlismo disponía de Círculos en más de 80 localidades por lo menos, la mitad de ellos abiertos en los años republicanos, así como de cien agrupaciones locales de sus Juventudes y de unas 65 de Margaritas, la mayoría en la Zona Media, muchas menos en la Ribera y unas pocas en la Montaña[20].

Otra forma de calibrar la presencia geográfica del carlismo a lo largo del territorio navarro es la de la consulta de los datos de un informe remitido al Delegado Nacional de Requetés Zamanillo sobre las patrullas de boinas rojas suministrado a la altura de marzo de 1935 por Antonio Lizarza, Delegado Regional de dicha milicia paramilitar, y organizador de la misma. En aquella fecha, en la Merindad de Pamplona los requetés disponían de 215 patrullas con 1290 boinas rojas (solo en la capital tenían 54 y 300); en la Merindad de Sanguesa, 247 y 1482; en la Merindad de Estella, 186 y 1116; en la Merindad de Olite, 125 y 750; y en la Merindad de Tudela, 126 y 750. Toda Navarra estaba salpicada de patrullas requetés, habiendo valles y localidades con más de cinco patrullas por toda la cuenca de Pamplona, Zona Media y Ribera. Con todo, no hay que olvidar que desde las fechas del mencionado informe las cifras de los paramilitares tradicionalistas fueron en aumento. Así, por ejemplo, a principios de 1936 se formaron en Corella tres Requetés con 540 boinas roja[21]. Asimismo, según datos aportados por Félix Blasco Hualde nombrado jefe del requeté de la zona de Tafalla el 5 de febrero de 1936, en ese distrito a su cargo, mientras en febrero de 1936 había 229 requetés, en julio se contabilizaban 610[22].

La relativa transversalidad social del carlismo (con un 39 por ciento de labradores por cuenta propia, un 29 por ciento de mujeres sin actividad declarada fuera de la doméstica, un 6 por ciento de comerciantes e industriales, un 3 por ciento de jornaleros del campo, un dos por ciento de obreros industriales en el total de Navarra; y un 10 por ciento de los obreros industriales, un 15 de los artesanos y un 12 de los empleados en Pamplona)[23], convergía en unos principios programáticos radicalmente confesionales, dinásticos y corporativistas, que, sobre todo, se afirmaban en negativo (antilaicismo, antimarxismo, antiseparatismo, antiliberalismo, antiparlamentarismo y antirrevolucionario), configurándolo como un partido antisistema y contrario a todos los caracteres propios de la izquierda o del nacionalismo vasco, preparado en cualquier momento para la movilización e imbuido de un espíritu de reserva espiritual de los viejos valores y de reconquista del resto del Estado desde lo que ellos considerarían como la Covadonga navarra[24]. Su fortísima capacidad movilizadora, además, a lo largo de la República, solo se puede entender si contemplamos al carlismo como una «causa», más allá de una estructura partidaria, heredada de la resistencia activa durante los cien años anteriores, en la que pesaban sobremanera las adhesiones y fidelidades familiares y sentimentales, más que en motivaciones estrictamente racionales, así como el desapego hacia el sistema político y la legalidad vigentes, apreciados como imposiciones extrínsecas al cuerpo social, la subordinación de los intereses particulares y la disposición altamente militante de sacrificio en aras del ideal[25]. No obstante, Ugarte Tellería[26] ha matizado esas ideas apuntando que dirigentes carlistas de los años treinta no procedían de familias carlistas, que no pocos hijos de carlistas alimentaron opciones conservadoras y que, aunque para muchos era una comunidad de vida que tenía detrás un poso de experiencia, para otros era una comunidad de adhesión voluntaria.

Todas esas potencialidades del carlismo, que lo configuraban como una herramienta inmejorable para la conspiración contra la República, no podían de ser valoradas más que positivamente por la dirección de Diario de Navarra. También hay que ponderar otra circunstancia. La hegemonía rotunda de dicho periódico en la prensa provincial, que ciertamente no casaba con la sociología electoral de Navarra en la que el carlismo tenía muchos más adeptos que los sectores derechistas no jaimistas nucleados en principio en derredor a Diario de Navarra, tenía una explicación. No hay que pensar que los lectores estaban segmentados de manera profunda. Tal y como recordaba el novelista falangista Rafael García Serrano[27], quienes compraban el periódico carlista El Pensamiento Navarro «adquirían asimismo el Diario» en cuanto que aquel «satisfacía sus lealtades carlistas y reafirmaba su fe» y el segundo «no la estorbaba en absoluto y ofrecía una mayor información, más papel, más crónicas de los pueblos, más ecos de sociedad y muchísimos más anuncios, aparte de sus plumas».

Por otra parte, se ha afirmado la existencia de relaciones estrechas, en el contexto de la conspiración que desembocaría en el golpe de Estado de julio de 1936, entre Raimundo García, Garcilaso, el director del periódico, con personalidades claves del carlismo como el conde de Rodezno, pero, en especial, con José Martínez Berasáin, actuando todos ellos como nodos principales de aquella. Garcilaso conocía a Mola desde los primeros años veinte, de cuando fue corresponsal en la guerra de Marruecos. Cuando el general llega a Pamplona como Gobernador Militar el 14 de marzo de 1936, seis días después de haberse reunido en Madrid con Franco y otros militares y decidir el inicio de la conspiración militar, asumiendo él la dirección de la misma, Garcilaso «se convirtió en uno de los asiduos acompañantes del general» en la redacción del periódico, en el teatro, en bares de la Plaza del Castillo, en la Comandancia MIlitar y en las corridas de toros, actuando de correo, por sus buenos contactos en toda España y su condición de diputado en Cortes, con militares y políticos importantes como Sanjurjo o Calvo Sotelo, y desempeñando «una labor muy importante de sistematización del nuevo pensamiento conservador autoritario a través de sus editoriales-crónicas enviadas desde Madrid durante la primavera de aquel año». Respecto a sus lazos con personalidades de la nomenclatura carlista, mientras «Garcilaso incluía al mundo que giraba en torno al Diario de Navarra» de la burguesía conservadora, por su parte Martínez Berasáin «comunicaba desde su despacho en el banco con el mundo de los negocios de la capital y con los agricultores de la provincia; y, a través de la tienda de objetos litúrgicos regentada por sus hijos, con la clerecía local»[28].

Además, Martínez Berasáin era el responsable fundamental de la organización de las estructuras partidarias civiles de la Comunión Tradicionalista en Navarra durante aquellos años, siendo designado el 20 de julio de 1936 presidente efectivo de la Junta Central Carlista de Guerra de Navarra. Era director de la Sucursal del Banco de Bilbao en Pamplona situado en la calle Chapitela, establecimiento que tenía que competir con un corto número de sucursales de banca privada en la pequeña ciudad de provincias que era entonces Pamplona, una ciudad de 47.000 habitantes. También era dueño de un establecimiento de objetos litúrgicos y ornamentos eclesiásticos, ya mencionado, regentado por algunos de sus hijos, situado al lado de la Plaza del Castillo. Políticamente, tal y como consta en El Pensamiento Navarro de 15 de mayo de 1934, al hilo de la noticia relativa a la conferencia de Marcial Solana titulada «Navarrismo igual a Tradicionalismo», Martínez Berasáin era Jefe Local de la Comunión Tradicionalista en Pamplona y secretario de la Junta Regional. También había sido designado por la Junta Regional Tradicionalista de Navarra como presidente del Consejo Administrativo de El Pensamiento Navarro, según informaba el mismo periódico el 5 de febrero de 1932. Era una persona de peso en las decisiones de su partido, tal y como acredita que formara parte (junto con Ignacio Baleztena, Gabriel Aldaz y Víctor Morte) de la comisión de representantes de la Junta Regional de Navarra que el 15 de mayo de 1932 acudió a una reunión en Vitoria para decidir la postura de la Comunión Tradicionalista de Vascongadas y Navarra en relación con el Estatuto Vasco-Navarro y de la que salió una nota oficial (El Pensamiento Navarro de 17 y 24 de mayo de 1932). Sin embargo, su auténtica importancia en el seno de la Comunión Tradicionalista venía dada porque, tal y como cuenta uno de sus hijos, Luis Martínez Erro, «era secretario [durante la República] de la Junta Regional carlista» y había organizado la estructura del partido a nivel local en «reuniones pueblo a pueblo, valle por valle nombrando juntas», encargándose «de la cuestión estadística, sabía pueblo a pueblo a quién votaba uno y a quien votaba el otro»[29]. Además de su importancia dentro del carlismo navarro, es preciso ponderar la que desempeñaba dentro del entramado financiero carlista a nivel de España ya que, según Sánchez Asiáin, José Martínez Berasáin dirigía el grupo que coordinaba la financiación general de la Comunión Tradicionalista[30].

Pero no solo era la relación de Garcilaso con Rodezno y Martínez Berasáin la que salvaguardaba una estrecha entente entre Diario de Navarra y el tradicionalismo. También hay que pensar que el subdirector del periódico Eladio Esparza era un fuerte eslabón de esa cadena.

La prueba irrefutable de la inequívoca relación de Esparza con el carlismo es el hecho de que, a pesar de su militancia anterior en RE, tras el golpe de Estado sería designado Delegado de Prensa de los Requetés. El sábado 8 de agosto publicó en Diario de Navarra un artículo con su firma[31], pero que el mismo día apareció en el periódico falangista Arriba España, si bien aquí con la firma de «El Delegado de Propaganda de Requetés». Asimismo, el 1 de septiembre Diario de Navarra publicaba un artículo sobre la intervención el domingo 30 en Radio Castilla de Francisco López Sanz, director de El Pensamiento Navarro, y de Eladio Esparza, citado como subdirector de Diario de Navarra, «como delegados de propaganda de los Requetés de Navarra»[32]. Dos días después Esparza publicaba un texto en el que reseñaba ese viaje, diciendo que «fuimos a Burgos unos propagandistas del Requeté Navarro»[33].

Por otra parte, ambos delegados de prensa del Requeté, Esparza y López Sanz, ocuparon un lugar central en el diseño y en la propia liturgia de la misa de campaña celebrada en la plaza del Castillo el sábado 25 de julio y organizada por la Junta Central Carlista de Guerra de Navarra «para pedir a Dios, mediante la poderosa intercesión de la Santísima Virgen y del Glorioso Patrón de España, que corone con el éxito final la heroica gesta contrarrevolucionaria». Ambos periodistas auxiliaron al vicario general en el altar levantado en el quiosco central de la plaza. Un mes más tarde, Esparza protagonizaría la organización de la macroprocesión del 23 de agosto en honor de Santa María la Real. El 14 de agosto alentó a realizarla, comentando que debía «revestir un esplendor extraordinario, como me parece que corresponde a la hora que vivimos, al gesto heroico de Navarra y al sacrificio enorme y sublime de cuantos luchan por Dios y por España», como «una procesión solemnísima que tuviese el significado de homenaje público a Nuestra Señora y de plegaria colectiva a su intercesión amorosa sobre Navarra». Según él, la imagen debía ser llevada por los maceros de la Diputación y escoltada por requetés y falangistas y, además de la Diputación, debían asistir representantes de la Junta de Defensa Nacional, representantes de las diputaciones españolas de la zona conquistada y todas las autoridades. Significaría «reparación espiritual» y comienzo de la «obra de restauración»[34]. En la información sobre el acto publicada por Diario de Navarra el martes 25 de agosto se reconocía que, por el micrófono instalado en el Círculo Tradicionalista, tras entonarse la Salve gregoriana y el rezo del Sub tuum presídium, Eladio Esparza gritó las voces tradicionales: «¡Pamplona por Santa María!, ¡Navarra por Santa María! ¡España por Santa María!». Se dice que Esparza había sido designado para ello «por el señor Vicario General, como expositor de la idea, tan magníficamente acogida y tan triunfalmente ejecutada, de la procesión».

El compromiso con la causa carlista le llevó a actuar de orador en diversos mítines de la Comunión Tradicionalista, junto con otros. El 24 de noviembre de 1936 habló de su participación en una fiesta de Pelayos en Elizondo[35]; el 25 de diciembre se anunció su participación en un mitin en Burguete; el 19 de enero de 1937 se informó del contenido de su mitin en Bera en el que explicó «en qué consiste la doctrina tradicionalista». El 19 de febrero se publicó que estaría en un mitin en Corella, el 27 del mismo en otro en Elizondo, el 4 de marzo en otro en Lesaka, el 25 del mismo mes en otro en Miranda de Arga, el 8 de abril en otro en Irurtzun.

Durante todos esos meses escribió innumerables artículos en sus secciones de Diario de Navarra de cargado tono apologético en relación con la movilización y durante los años posteriores publicó numerosísimos textos que encajaban con la ortodoxia del tradicionalismo, que sería prolijo enumerar, y que convirtieron a aquel periódico en un altavoz de las ideas carlistas. También hay otras circunstancias como los cargos que ocupó (Secretario de la Junta Superior de Educación de Navarra desde agosto de 1936; miembro del Consejo de Prensa y Propaganda del partido unificado Fet de las JONS en mayo de 1937; Gobernador Civil de Álava a finales de agosto del mismo año, cargo este, desde el que trataría de exportar el modelo de «cuasi-estado nacional-corporativo y foral» de Navarra y desde el que se esforzó por el control ideológico de la población, al decir de Ugarte Tellería[36]), todos ellos logrados gracias a sus vínculos con la dirección carlista.

Y es que, a pesar de no haber recibido la atención que merece, el papel de Eladio Esparza, desde la subdirección de Diario de Navarra, fue muy relevante a la hora de la configuración de marcos mentales para las derechas navarras en relación con temas político-institucionales importantes como la cuestión autonómica o como la reintegración foral, que terminarían por conformar el navarrismo foralcatólico, o con otros como el de su formulación de un vasquismo espiritual, rupturista con cualquier veleidad que pudiera inclinar hacia el nacionalismo vasco[37]. De forma complementaria a la labor de enlace del director Raimundo García con los sectores de RE en Madrid aprovechando su condición de diputado a Cortes en 1933 y 1936, así como con los nodos carlistas más importantes, y del trabajo ideológico de difusión del ideario de aquella formación, algo ya subrayado[38], Eladio Esparza trabajaría en la articulación de discursos de conformación sociopolítica de consumo interno en Navarra, como buen conocedor que era de la realidad provincial. Sería mérito de Esparza el pergeñar mensajes desde el periódico del que era subdirector, simultáneamente aceptables y movilizadores, para las élites y las sensibilidades conservadoras que constituían su público en principio original y propio y también para el mayoritario sector tradicionalista de la opinión pública (y que tenía en el periódico carlista El Pensamiento Navarro su canal propio, pero de compradores limitados y con un nivel discursivo de menor talla intelectual, y que también adquiría Diario de Navarra).

Durante los años republicanos, e incluso desde antes, Eladio Esparza ya dio pruebas de su simpatía por el carlismo. El 5 de enero de 1930 elogió el libro en torno a Carlos VII publicado en Espasa Calpe por el conde de Rodezno, con «la nota, algo agria», referida al cura Santa Cruz al ser considerado por el autor como «un salvaje indómito». Para Esparza «el carlismo fue un gesto de heroicidad, de gran bravura, de raíz de alma, por el ideal»[39]. A similares conclusiones llegó el 12 de enero de 1932 al referirse a la fusión de jaimistas e integristas en Navarra en el mitin del domingo 10 en el Euskal Jai. Habló del espíritu carlista como del «espíritu legendario de la España tradicional, el espíritu que parecía soterrado o falleciente» que renacía de nuevo «al agitarse en el haz prieto de sus paladines» con «robustez y exaltación», añadiendo que la Tradición «custodia el patrimonio espiritual e indivisible de los pueblos, que está en la sangre y en el alma, forjadores de la historia, generación de muertos y de vivos»[40].

En aquellos años defendió en diversas ocasiones, tal y como había hecho en el artículo referido de 1930, al cura Santa Cruz de las acusaciones que se le hacían por la sangrienta masacre de varias decenas de carabineros en Endarlaza en la última guerra carlista. Así, el 12 de enero[41] y el 6 de junio de 1934[42], el 6 de junio de 1935[43].

Por otra parte, la designación de Esparza como Delegado de Prensa de Requetés a partir de julio de 1936 también se explicaría por la circunstancia de que desde febrero del mismo año habría desempeñado un papel ciertamente activo en la conspiración que le habría servido para acreditarse como ciertamente comprometido con la misma.

El 29 de octubre de 1936 recordó el entierro en Pamplona en marzo anterior del falangista Martínez de Espronceda, asesinado en un enfrentamiento en Mendavia, proporcionando detalles de que estuvo allí en compañía de Javier Arvizu y Luis Ortega, al lado de los falangistas y requetés uniformados en el traslado del cuerpo desde el hospital al cementerio en el que hubo un conato de enfrentamiento de los paramilitares con los Guardias de Asalto. Esparza y sus acompañantes habrían protestado ante el Gobernador Civil por el encarcelamiento de veinticuatro carlistas y de otros falangistas y por la clausura del Círculo Carlista. En su rememoración comentaba: «¡Comenzaba la persecución bajo los pocos brazos extendidos en loor a España! Subimos del cementerio, aspirando el aroma delicioso de las violetas, que era como el presagio de las victorias de hoy». El artículo acababa con las siguientes palabras: «Hoy, conmemoración fausta de Falange, brindo esta fotografía histórica y estas líneas de cordialidad»[44].

Por otra parte, Rafael García Serrano[45] cuenta que cuando regresó de Madrid en mayo de 1936 Eladio Esparza le preguntó si quería alistarse «en una especie de milicia foral voluntaria» «para todo» y que apuntó su nombre en una libreta.

El propio Esparza, según sus propias palabras, la tarde del 18 de julio se acercó a la frontera francesa por el lado del Bidasoa, pero sin explicitar para qué. Asimismo, según confesó, fue conocedor de extremos que nadie ha comentado nunca y que se mantuvieron en riguroso secreto, como el de que la tarde del sábado 18 de julio «un auto en el que iban unos Requetés, de paisano, pero no con las manos vacías» recorrió las calles de Pamplona con el encargo de asesinar al comandante de la Guardia Civil Rodríguez Medel, si bien no tuvieron que cumplir dicha encomienda puesto que, como es sabido, fue asesinado por sus subordinados en el propio cuartel[46].

Otra prueba de su implicación en la conjura se encuentra en el artículo que publicó el 14 de febrero de 1939 a propósito del hecho de que Sánchez Mazas estuviera escondido, al ser perseguido por la policía, en la misma sede del periódico, algo también recordado por García Serrano[47]. En esa columna Esparza escribió, recordando aquellos quehaceres clandestinos, que «la conspiración está siempre erizada de peligros, acarrea no pocos sinsabores, turba el sueño y perturba la vigilia: con todo, es un placer de dioses y, sobre todo, gradúa con una fidelidad espartana la tensión moral de las gentes».

Además de todo lo anterior, Esparza expresó repetidamente llamamientos a la movilización armada contra la República a lo largo de aquellos meses. Los ejemplos son tan abundantes que solamente enumeraremos algunos de ellos. El 27 de marzo de 1936 alabó el carácter heroico y «la veta de los intrépidos que están prestos a vivir la historia, a vivir la aventura», ante lo que «naturalmente lo menos que podemos hacer los demás es mostrarles gratitud y prestarles ayuda»[48]. El 2 de abril se refirió a que España estaba sovietizada como islamizada hace siglos[49]. El 25 de abril de 1936 recogía las declaraciones de José Antonio Primo de Rivera de que España iba a la guerra civil a un periodista francés llamado Gallus y afirmaba por su parte que los contenidos del artículo «reflejan con exactitud de conjunto la realidad de esta hora política», criticando el enfoque del líder falangista porque solo citaba el papel de su partido en la lucha contrarrevolucionaria, sin mencionar el de los carlistas, pero mostrando su conformidad con el desenlace apuntado y que sería «la guerra civil, una guerra civil corta, fulminante y decisiva»[50]. El 15 de mayo de 1936 analizaba la actitud solitaria de Navarra dentro del país porque «en su mayoría imponente, no participa ni del espíritu laicista ni de la tendencia soviética que hoy imperan en España» y por «su vinculación entrañable a la catolicidad en el religioso y a lo tradicional en lo político» y preguntaba al lector por si los navarros debían de tolerar que se le impusiera brutal e injustamente una política que no compartían, lo que se configuraba como «un problema fundamental que Navarra debe ventilarlo resueltamente, gallardamente y urgentemente»[51]. El 30 de mayo, tras hablar sobre el rexismo en Bélgica, concluía: «Hay que dejar vía franca a la juventud que es la que siente en su corazón el ritmo de la hora» porque la política había «dado todo de sí» y «su jugo agrio» quedaba totalmente eliminado de aquellos «organismos vigorosos y optimistas que quieren Patrias como Dios manda»[52].

Diario de Navarra y Falange Española[Subir]

Diario de Navarra mantuvo una actitud ambivalente con Falange Española. Según el testimonio de Francisco Uranga Galdiano, uno de los primeros falangistas navarros, con el carnet número 2 en la provincia, las primeras reuniones para tratar de fundar las JONS en Pamplona se hicieron en la sede del periódico en agosto o septiembre de 1933, acudiendo el delegado de Valladolid, y por parte navarra, además de aquel, Fermín Izurdiaga, Jesús Irujo y Pedro Uranga. Según esa narración, se desistió de seguir adelante por el «carácter neutro, casi antirreligioso» de aquel partido, influyendo en esa determinación de una manera decisiva la opinión de Izurdiaga «que siempre puso por delante la necesidad de un movimiento de tipo fascista pero genuina y esencialmente Católico y Español». Posteriormente, ya fundada Falange Española, en noviembre del mismo año, Julio Ruiz de Alda se reunió también en las oficinas del periódico en dos ocasiones con objeto de constituir el partido en Navarra, asistiendo Yzurdiaga, los dos Uranga, y el tesorero del diario Luis Ortega, tras lo cual, esta vez sí, se puso en marcha el proceso «una vez aclarada entre otros extremos la confesionalidad de nuestro movimiento a satisfacción de D. Fermín»[53].

Las personas citadas tenían peso dentro de dicha empresa periodística. Francisco Uranga era secretario del Consejo de Administración según figura en el número del mismo de 7 de diciembre de 1932 en la recepción que hizo junto con Eladio Esparza y Javier Arvizu (este presidente de la Asociación de la Prensa) a Ramiro de Maeztu que iba a dar una conferencia en Pamplona. Respecto a Pedro Uranga Esnaola y Luis Ortega Angulo, el segundo tesorero de Renovación Española, ya se dijo que participaban en la tertulia diaria que decidía la línea editorial del periódico. Por otra parte, la familia de Jesús Irujo estaba ligada a la empresa editora desde siempre ya que su padre estaba entre los fundadores de la misma. Su hermano Javier, nacido en 1902, fue miembro del Consejo de Administración de La Información S. A. desde 1943 y fue presidente del mismo entre 1960 y 1968.

También hay que tener en cuenta que Diario de Navarra había acogido desde 1929 a Fermín Yzurdiaga Lorca, conocido como el Cura Azul, como colaborador habitual del periódico, siendo responsable de una sección quincenal dentro de él titulada Catolicismo, así como de otra de una cierta regularidad llamada Cimbalum mundi, con el seudónimo de El Expectador, en la que sus textos aparecían gráficamente enriquecidos con las tipografías e ilustraciones del dibujante y escritor Ángel María Pascual, preludiando el falangismo católico que le caracterizaría tras hacerse en julio de 1936 con la dirección de ¡Arriba España!, periódico surgido tras la requisa de la maquinaria e instalaciones del periódico peneuvista La Voz de Navarra.

Precisamente Diario de Navarra acogió entre el 10 de febrero y el 28 de febrero de 1932 varios artículos breves de Yzurdiaga en la mencionada sección Cimbalum mundi que recogen un decálogo fascista a lo católico. En ellos se subrayaba que «Dios y Patria son los dos términos del primer mandamiento fascista», la catolicidad como «la unidad de dogmas, la unidad de cultura» y como «la base de la nueva espiritualidad, fuerte y sana». Tras la catolicidad, «la Patria emerge sobre los restos tribales y las diferencias creadas químicamente»[54]. Asimismo, se calificaba al fascismo como un movimiento de lucha contra la revolución, de sacrificio abnegado, disciplinado y espartano, que conduciría en la guerra de todos los días «no solo la guerra de las armas sino también la guerra más honda y trascendental de la Cultura» a «un triunfo sin igual»[55] que implicaría «una enérgica poda», «necesaria» «para destruir el pasado inmediato hasta su más remota, pequeña e inofensiva raíz»[56]. Posteriormente, en mayo de 1933, en un artículo de loas al arcángel San Miguel, «guerrero vencedor de las batallas rencorosas y sutiles trampas del Diablo!», Yzurdiaga afirmaba que «el ángel malo de todas las rebeldías, de todos los rencores ha extendido su negra ala dolorosa sobre nosotros y nos ha quemado el corazón con su infernal aliento», trayendo «la noche amarga sobre las almas, y la guerra entre los hermanos; y la mezcla de las espinas con las rosas, de la sombra con la luz»[57]. En junio de 1936, en la información proporcionada sobre III asamblea de la Juventud Femenina Diocesana se decía que Yzurdiaga percibía la coyuntura del momento como la lucha de «dos banderas: la de Satanás y la de Jesucristo, la de Roma y la de Moscú, la bandera negra y sangrienta de la revolución y la bandera blanca y azul del catolicismo» resistente «al comunismo que se filtra en la familia, en la escuela, en la calle, en las instituciones de la Patria»[58].

Por otra parte, Diario de Navarra fue el único periódico que informaría de las actividades falangistas en Navarra entre la primavera de 1934 y el verano de 1936, pudiéndose pensar que el Jefe de Propaganda de la formación en aquel periodo, del que nunca se dio su nombre, fuera el propio Francisco Uranga. No en vano, él fue quien dio en marzo de 1935 la primera charla del ciclo de conferencias formativas organizado por la jefatura provincial navarra en la que habló sobre estado totalitario y autonomías regionales, reivindicación de la catolicidad y del espíritu tradicional de España. También fue el único falangista de peso que intervino al mes siguiente en el primer mitin de dicho partido en tierras navarras, fuera de la capital pamplonesa, en San Adrián y fue detenido y encarcelado en abril de 1936 junto con otros cabecillas falangistas.

Diario de Navarra informó de los primeros pasos de Falange en suelo navarro. El 11 de abril de 1934 notificó que había tenido lugar la presentación de los estatutos de Falange Española de las JONS en Navarra para su aprobación por el Gobierno Civil, así como de la ubicación de la Oficina de propaganda. El 21 del mismo mes aparecía el anuncio de asamblea de dicho partido. Y el 27 se decía que la primera asamblea del partido había elegido en la misma el triunvirato provincial, comentándose que el partido estaba ya en marcha en varios pueblos y que se había designado a los responsables de las secciones de Secretariado, Propaganda y Tesorería. Por su parte, el 16 de agosto de 1934 informó de la inauguración oficial en Pamplona de la sede de la formación y de la constitución del partido, con la presencia de 50 delegados de las organizaciones locales, y de que mitinearon los triunviros nacionales José Antonio Primo de Rivera y Julio Ruiz de Alda. Asimismo, Diario de Navarra recogió todas las notas de prensa del mismo entre el verano de 1934 y el verano de 1936 que recogían el posicionamiento político o que ofrecían datos sobre la ubicación del partido en Pamplona[59]. Y difundió los anuncios de las charlas organizadas para dar a conocer el ideario falangista en un ciclo que tuvo lugar en marzo y mayo de 1935.

Con todo, el subdirector del periódico Eladio Esparza, no fue especialmente amistoso con la nueva formación. En marzo de 1933, antes de que surgiera Falange Española, publicó varios comentarios elogiosos en relación con la actitud del fascismo: el 11 de ese mes dijo que «viene como un puñetazo sobre la boca que ofende a la madre» y «porque le empuja el huracán»[60]; el 17 que, aunque no le entusiasmaba, creía que «se impone como una necesidad, como una obligación a lo que inevitablemente ha de ocurrir»[61]; el 22, que «el fascio viene a ser la contradictadura, es decir, el europeísmo»[62]. Pero, en cambio, con posterioridad solo el 24 de enero de 1936 se expresaría, crítica pero positivamente, en relación con Falange al comentar que, aunque algunas actitudes de ese partido no le parecían convenientes, la doctrina fundamental de Primo de Rivera, que se expresaba «en oposición a derechas e izquierdas», era «antimarxista» y «española» «en subido grado» en «una lucha ofensiva» «al modo fastuoso de los luchadores del medievo que gritaban ¡Santiago y cierra España!»[63]. Tras febrero de 1936, no se centró nunca en apoyar en exclusividad ni a Falange ni a los falangistas navarros.

LA RUPTURA DE DIARIO DE NAVARRA CON LA FALANGE[Subir]

En el otoño de 1936 tanto Eladio Esparza como Hilario Yaben, pariente suyo[64] y con quien acometió numerosas campañas coordinadas contra diferentes aspectos durante aquellos años, coincidiendo en su argumentario, escribieron varios artículos en tono muy duro contra la Falange.

El 30 de octubre Esparza, al referirse al acto de homenaje de Falange a sus muertos, tras afirmar que en el desfile de las milicias falangistas había «Mucha gente. Mucha gente. Quizás demasiada gente», añadió: «no comprendo que el ideario de Falange —ni ideario alguno— agrupe en tan corto tiempo tan grande volumen de masas»[65].

Al día siguiente Yaben criticó, en línea con lo que había sostenido meses atrás, el estatalismo falangista y reseñó que la Iglesia condenaba «el nacionalismo exagerado y la exaltación de la nación por encima de las normas de justicia y de las libertades individuales» y que defendía «la libertad contra los extremismos de derecha». No obstante, reconocía que, si bien «considerará alguno poco acertada y oportuna esta alusión a los extremismos de derecha cuando Falange Española está luchando denodadamente por la Religión y por la Patria», «vemos por fortuna que el Fascio en España se nacionaliza al contacto con la realidad», «inspirándose en nuestra gran tradición nacional, se españoliza y por lo mismo no ofrece los peligros que tiene en otros países», viniendo «a ser católico y monárquico» y «por lo mismo ni admitirá la omnipotencia del Estado, ni desviará hacia un nacionalismo exagerado»[66]. Semanas más tarde, el 12 de noviembre incidía en las mismas tesis indicando que «lo que la tradición política española no puede admitir es el principio de la omnipotencia del Estado y la subordinación incondicional de todos los derechos del individuo, del municipio y hasta de la Iglesia al Poder político»[67].

Con todo, mucho más contundentemente se expresó Yaben el 25 de noviembre al comentar unas declaraciones de Hedilla sobre la fortaleza de Falange. Apuntaba que los aventureros y arribistas que buscaban acomodo en Falange Española al calor de sus triunfos constituían «una verdadera plaga que en estos días de renovación hay que combatir enérgicamente. Esta polilla se infiltra en todos los partidos y en todas las organizaciones». Aunque reconocía que el fenómeno se daba también entre los carlistas, a su juicio sucedía más intensamente en Falange «que en general para admitir nuevos afiliados no consulta los antecedentes de los mismos y que por otra parte no es abiertamente confesional ni monárquica». De esta forma, recordó que algo similar pasó con la Unión Patriótica y alertaba que «cuando entran en una organización masas considerables muy superiores en número a los elementos antiguos, se hace dificilísima la asimilación de aquellas masas y se corre el riesgo de que las masas recién incorporadas deformen la institución y alteren el espíritu de la misma»[68].

Ese último artículo provocó la ira de los falangistas de Arriba España que se refirieron el 26, el 27 y el 28 de noviembre[69] a la cómoda postura de Yaben cuando colaboraba con El Debate, periódico que simbolizaba lo opuesto a «la mística de la muerte» de Falange, afirmando de paso el catolicismo falangista y señalando que ese partido había nacido «para recibir a los obreros que se quedaron, felizmente, sin jefecillos tiranos; les instruye, les quiere dignificar, espiritualizar; quitarles, con el amor, el odio». Antes, el 19 de noviembre, el periódico de la Falange navarra sostenía, ante las críticas «por gentes que desconocen en absoluto a la Falange» de dar «cabida en nuestras filas a personas que han militado en partidos de izquierda hasta el día 19 de julio», que el haber pertenecido a partidos izquierdistas, «sin haber cometido delito alguno», no puede conllevar que no puedan «volver a ser ciudadanos con los mismos derechos y deberes que los demás». El artículo acababa dando la bienvenida a los nuevos militantes con «nobles intenciones» y «con la sana intención de enmendar yerros pasados», pero amenazando a los que acudieran «con afán de medro personal»[70].

La polémica finalizó con un artículo de Yaben en Diario de Navarra el 11 de diciembre en el que recalcaba que «me parece que es empeñarse en negar la evidencia el negar que son legión los que han pasado estos meses a Falange Española no por convicción sino por temor o conveniencia», y afirmaba que muchas personas, así como los hechos, acreditaban que «Falange no consulta los antecedentes de los que piden afiliación». También insistía en relación con la existencia de sectores anticatólicos en Falange[71].

Habida cuenta del acendrado catolicismo de la dirección falangista navarra, no es una sorpresa descubrir que todo ese debate tenía un trasfondo puramente material y que afectaba al intento de Falange para hacerse con Diario de Navarra que se dio entonces, algo solamente mencionado por Rafael García Serrano[72] en sus memorias y que fue testigo de los hechos ya que desde principios de septiembre era redactor de Arriba España[73]. Según él, Diario de Navarra «comenzó a atacar a la Falange» porque «la falange era una fuerza indudablemente revolucionaria y el Diario no admitía la revolución allá donde la reconociera» y porque «el mundo del Diario se apercibía de que la Falange calaba en las masas populares, recogía a los rojos dispersos y en muchos casos los convencía para el nacionalsindicalismo». La conducta de Diario de Navarra tenía que ver con la circunstancia de que «algunos sectores carlistas de escasa pupila política (…) hacían causa común» con aquel periódico a causa de que el carlismo había incorporado a sus filas a muchos nacionalistas vascos, a muchos y a «mucho capitalista sin pabellón, mucha derecha evanescente, gris».

García Serrano narra que la finalmente fracasada operación de hacerse con ese periódico trató de hacerse «por vía de un golpe en su Consejo de Administración». El intento habría sido en octubre y noviembre de 1936 ya que García Serrano recogió los artículos que hemos citado en los párrafos anteriores y recordó que la Falange tenía «gente importante dentro del propio Diario» como Francisco y Pedro Uranga. «El gran obstáculo para la anexión del Diario a la Falange» habría sido el director Garcilaso, «personaje importante en la conspiración».

A MODO DE CONCLUSIÓN. DIARIO DE NAVARRA COMO SÍNTOMA. LA HEGEMONÍA DEL CARLISMO EN EL PODER LOCAL EN NAVARRA EN EL PRIMER FRANQUISMO[Subir]

El proceso de «carlistización» de Diario de Navarra y su correspondiente resistencia al intento del falangismo de hacerse con dicho medio puede entenderse como un síntoma de lo sucedido en Navarra donde las élites consiguieron que el carlismo, y más específicamente el sector carlooctavista, más colaboracionista con el régimen, consiguiera mantener la hegemonía en la Diputación y en el ayuntamiento de Pamplona durante el primer franquismo. En la Diputación Foral, cuyas competencias eran superiores a las de las demás diputaciones del Estado y en la que el número de sus miembros era mucho más bajo que en ningún otro sitio, entre mayo de 1940 y abril de 1949, rigió una única corporación provincial, designada por el Consejo Foral por encargo del gobernador civil, en la que fue mayoritario el sector de los carlistas colaboracionistas, con el conde de Rodezno, Javier Martínez de Morentin, Amadeo Marco Ilincheta y Cesáreo Sanz Orrio. Solamente había dos diputados falangistas (Francisco Uranga y Julio Pozueta), mientras que el diputado que restaba (Santiago Ferrer) no pertenecía a ninguna de aquellas dos grandes familias. Por lo tanto, el carlismo controló el poder provincial a través de su mayor presencia en la Diputación Foral. Por su parte, tras julio de 1936 y hasta febrero de 1937 el ayuntamiento de Pamplona quedó en manos exclusivas de los concejales tradicionalistas presentes en la corporación existente desde 1931, tras la destitución de los concejales de izquierda (algunos de ellos asesinados). El 8 de febrero de 1937 fue designada una Gestora municipal presidida por el alcalde Mata en la que la mayoría o la totalidad de la corporación seguía siendo tradicionalista, no habiendo ningún concejal falangista. En los años cuarenta el carlismo también fue quien asumió mayoritariamente el gobierno de la ciudad de Pamplona con las denominadas Gestoras de designación gubernamental cuya alcaldía correspondió a José Garrán Moso (1940-‍1941), Juan Echandi Indart (1941-‍42), Antonio Archanco Zubiri (1942-‍44), y José Iruretagoyena Solchaga (1946-‍47). En esos años el único no carlista que ostentó la alcaldía fue Daniel Nagore Nagore, entre 1944 y 1946. Por lo que respecta a las estructuras provinciales del partido único, la primacía de los carlistas duró hasta agosto de 1939. A partir de entonces los gobernadores civiles también aquí serían jefes del Movimiento y el carlismo permaneció en dichas estructuras de forma secundaria respecto al falangismo, si bien continuó habiendo tradicionalistas en servicios importantes de las mismas[74].

Todo lo anterior coexistió con la circunstancia de que el apoyo de Navarra al bando nacional en la guerra civil se tradujo en un gran incremento de los recursos económicos de los que pudo disponer la Diputación y en un trato preferente por parte de la Jefatura del Estado, que apoyó las reclamaciones de las élites navarras frente a las pretensiones de nivelización y de intromisión procedentes del Movimiento. No obstante, ello no supuso la inexistencia de conflictos competenciales entre el Estado y la Diputación. Estos se manifestaron en época muy temprana. Así, por ejemplo, de las Juntas de carácter social creadas por la Diputación durante la guerra civil (de Educación, Beneficencia y Reformas Sociales) y que ampliaban las atribuciones de aquella, tan solo pervivió en la posguerra la primera, completada, sin embargo, con otro organismo dedicado a la cultura, la Institución Príncipe de Viana, que desempeñaría una gran labor para la promoción de los referentes simbólicos del navarrismo cuarentayunista. También hubo un intento en 1937 de incremento del marco competencial de Navarra mediante un reintegracionismo menor que fracasó. Con todo, mucho más graves fueron los conflictos registrados con los gobernadores civiles Juan Jonquera y Luis Valera Bermejo entre 1945 y 1954 a causa de sus tentativas uniformizadoras relacionadas con su adscripción falangista, finalmente zanjadas por Franco con su destitución[75].

En el plano simbólico, el discurso memorialístico impulsado por la Diputación e ideado por Eladio Esparza subrayó la importancia del voluntariado tradicionalista, frente al falangista y frente a los soldados de reemplazo (lo cual no era verdad ya que, del total de 40.109 movilizados, solo el 26,6 % correspondía a los primeros, el 17,2 a los segundos y el 51,1 a los terceros, según datos de Pascual Bonís). También la iconografía del Monumento a los Caídos y la creación de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, una asociación generada desde Navarra y por los requetés para el recuerdo de los excombatientes y de los correligionarios muertos y para el mantenimiento de los principios de la Cruzada, se ajustó a los presupuestos e intereses del tradicionalismo, presentando la victoria como el triunfo de dicha doctrina tras un siglo de resistencia. Además, se incluía una exaltación de las figuras de Mola, presentado como un nuevo Zumalacárregui, y Sanjurjo, los militares que, según dicha visión, guiaron exitosamente (en el caso del primero) o que iban a guiar (en el caso del segundo, que no pudo llegar a Navarra para dirigir a las masas carlistas hacia el frente tras el 19 de julio, tal y como era el deseo de los dirigentes carlistas, porque un accidente de avión lo impidió) al voluntariado navarro. La reivindicación de los dos generales conllevaba una adhesión a los principios y propósitos originales de la sublevación y un paralelo distanciamiento respecto a Franco y a lo que vino después, entre otras cuestiones la pérdida de influencia del carlismo tras el decreto de unificación de abril de 1937. Esa reivindicación de Mola se contradecía con el hecho de que este general desactivó la autonomía de funcionamiento militar del carlismo desde el mismo 20 de julio, manipulando, además, a la dirección carlista, y conformando a su antojo y conveniencia, a través de Beorlegui, la Junta Central Carlista de Guerra de Navarra, el órgano que gestionaría la movilización tradicionalista y la represión de boina roja, por medio de la designación en ella de personas como Martínez Berasáin, Víctor Eúsa o Marcelino Ulíbarri que se habían mostrado totalmente fieles a él durante los meses anteriores. Esas personas posteriormente, a partir de marzo de 1937, se posicionarían a favor de la dinámica de unificación de carlistas y falangistas en el partido único FET de las JONS diseñada por Franco en su propio beneficio y que laminaba la autonomía de la Comunión Tradicionalista[76].

Notas[Subir]

[1]

‍SÁNCHEZ ARANDA, 1986: 123. ‍MOREDA DE LECEA, 1992: 573.

[2]

‍MINA APAT, 185: 120. ‍FERNÁNDEZ VIGUERA, 1990: 215. ‍GARCÍA-SANZ MARCOTEGUI, 2001: 611.

[3]

‍OLÁBARRI GORTÁZAR, 1988: 323.

[4]

‍UGARTE TELLERÍA, 1996: 631.

[5]

Sobre Acción Española, ‍MORODO LEONCIO, 1985. ‍OLABARRÍA AGRA, 1990. ‍GONZÁLEZ CUEVAS, 1998.

[6]

‍UGARTE TELLERÍA, 1996: 653 y 671-‍672. No obstante, entre los dirigentes carlistas navarros había representantes muy significadas de la oligarquía y del capitalismo agrario como el conde de Rodezno, los hermanos Baleztena, Javier Martínez de Morentin, Esteban Ezcurra, algunos de los cuales estuvieron al mando durante el periodo republicano de las asociaciones de terratenientes y de la Federación Católico Social de Navarra, lo cual explica la inexistencia en El Pensamiento Navarro de artículos en defensa del pequeño campesinado y de los jornaleros (‍MIKELARENA, 2019: 35-‍36).

[7]

Sobre Renovación Española, su historia, antecedentes, características y presencia política en general, véase ‍GIL PECHARROMÁN, 1994.

[8]

Sobre él: https://dbe.rah.es/biografias/7652/fermin-sanz-orrio-y-sanz.

[9]

‍JEREZ RIESCO, 2016: 210-‍214. Curiosamente, la mayoría de las informaciones que este autor proporciona de la Falange de Navarra están tomadas, sin citar la fuente, de ‍MIKELARENA, 2015: 299-‍360.

[10]

‍MIKELARENA, 2015: 300-‍306 y 356-‍360; ‍2019: 233-‍234.

[11]

‍FUENTE LANGAS, 1994.

[12]

‍UGARTE TELLERÍA, 1998: 239-‍240.

[13]

‍DE PABLO CONTRERAS, 1989: 69-‍70.

[14]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra, Pamplona, 28/12/1934: 1.

[15]

‍VIÑAS, 2019.

[16]

‍GIL PECHARROMÁN, 1994: 262-‍272.

[17]

‍GONZÁLEZ CALLEJA, 2021: 179-‍180.

[18]

‍MIKELARENA, 2019: 97.

[19]

‍GARCÍA SERRANO, 1983: 198.

[20]

‍FERRER MUÑOZ, 1992: 46-‍51, 92-‍98 y 101-‍104.

[21]

‍LIZARZA IRIBARREN, 1953: 39 y 65.

[22]

Archivo General de la Universidad de Navarra, Pamplona (AGUN), Fondo Lizarza, caja 40, carpeta 2.

[23]

‍FERRER MUÑOZ, 1992: 116-‍118.

[24]

‍FERRER MUÑOZ, 1992: 110-‍112. ‍MEES, 2002: 30. ‍UGARTE TELLERÍA, 1998.

[25]

‍FERRER MUÑOZ, 1992: 108.

[26]

‍UGARTE TELLERÍA, 2000: 182.

[27]

‍GARCÍA SERRANO, 1983: 200.

[28]

‍UGARTE TELLERÍA, 1998: 82-‍83 y 88-‍89.

[29]

‍LARRAZ ANDÍA Y SIERRA SESÚMAGA, 2010: 816.

[30]

‍SÁNCHEZ ASIAIN, 2012: 125.

[31]

Esparza, Eladio, «Linea de fuego. Sangre navarra vertida en tierra guipuzcoana», Diario de Navarra, 8/8/1936: 1.

[32]

Esparza, Eladio, «Los requetés navarros dirigen un saludo a los pueblos de España», Diario de Navarra, Pamplona, 1/9/1936: 1.

[33]

Esparza, Eladio, «Sección Postales. Flor del nuevo Romancero», Diario de Navarra, 3/9/1936: 1.

[34]

Esparza, Eladio, «Sección Postales. Santa María la Real debe recibir público homenaje», Diario de Navarra, 14/8/1936: 1.

[35]

Esparza, Eladio, «Sección Friso Rojo. Pelayos en Elizondo», Diario de Navarra, 24/11/1936: 1.

[36]

‍UGARTE TELLERÍA, 2009.

[37]

MIKELARENA, 2013; ‍2021a; ‍2021b.

[38]

‍UGARTE TELLERÍA, 1996.

[39]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra, 5/1/1930: 1.

[40]

Esparza, Eladio, «Navarra, por la España católica», Diario de Navarra, 12/1/1932: 1.

[41]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra, 12/1/1934: 1.

[42]

Esparza, Eladio, «Sección Postales. Endarlaza», Diario de Navarra, 6/6/1934: 1.

[43]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra, 6/6/1935: 1.

[44]

Esparza, Eladio, «28 de marzo de 1936», Diario de Navarra, 29/10/1936: 1.

[45]

‍GARCÍA SERRANO, 1983: 183.

[46]

‍ESPARZA, 1940: 130-‍131.

[47]

Esparza, Eladio, «Sección Friso Rojo. Rafael Sánchez Mazas», Diario de Navarra, 14/2/1939: 1. ‍GARCÍA SERRANO, 1983: 230.

[48]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra, 27/3/1936: 1.

[49]

Esparza, Eladio, «Sección Postales. Bucólica», Diario de Navarra, 2/4/1936: 1.

[50]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra, 25/4/1936: 1.

[51]

Esparza, Eladio, «Sección Postales. Un problema nuestro», Diario de Navarra, 15/5/1936: 1.

[52]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra, 30/5/1936: 1.

[53]

‍MARTÍNEZ SÁNCHEZ, 2012: 228-‍229.

[54]

Yzurdiaga, Fermín, «Sección Cimbalum mundi. Dios y Patria sobre todo», Diario de Navarra, 10/2/1932: 1.

[55]

Yzurdiaga, Fermín, «Sección Cimbalum mundi», Diario de Navarra, 25/2/1932: 1.

[56]

Yzurdiaga, Fermín, «Sección Cimbalum mundi», Diario de Navarra, 27/2/1932: 1.

[57]

Yzurdiaga, Fermín, «Antífona a San Miguel», Diario de Navarra, 7/5/1933: 1.

[58]

«Notas católicas», Diario de Navarra, 9/6/1936: 3.

[59]

«Nota Política. Una protesta de F. E.» [contra las protestas catalanas sobre la Ley de Cultivos], Diario de Navarra, 23/6/1934: 1. «La F. E. de las Jons» [Nota de prensa del Triunvirato Local de Fe de las JONS en apoyo de la decisión de los diputados del BD en contra de la asamblea convocada por los nacionalistas en Estella], Diario de Navarra, 12/8/1934: 1. «Interesantes Acuerdos del Consejo Nacional de Falange Española» [contra la Revolución de octubre], Diario de Navarra, 11/10/1934: 6. «Una nota de las JONS» [sobre la exclamación de Gora Euzkadi pronunciada por Primo de Rivera en las Cortes], Diario de Navarra, 16/11/1934: 1. «Una declaración de F. E.» [de apoyo a la Iglesia Católica], Diario de Navarra, 10/2/1935: 1. «Notas oficiosas. Falange Española de las JONS» [sobre aparición de Arriba en Madrid y sobre ubicación del local de la Jefatura Provincial en Sarasate 14, 1.º], Diario de Navarra, 3/4/1935: 4. «Falange Española de las JONS ante las próximas elecciones» [ante las peticiones de afiliados de presentar candidatura, reafirmándose en la postura de no presentar candidatos y «no combatir» a la candidatura del Bloque de Derechas «al tiempo que continuamos en nuestra heroica guardia bajo las estrellas, en espera de la reconquista de España como unidad de destino en lo Universal de los pueblos españoles»], Diario de Navarra, 5/2/1936: 4. Nunca figura el nombre de los dirigentes responsables de los escritos.

[60]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra. 11/3/1933: 1.

[61]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra, 17/3/1933: 1.

[62]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra, 22/3/1933: 1.

[63]

Esparza, Eladio, «Sección Postales», Diario de Navarra, 24/1/1935: 1.

[64]

En «Sección Mi Gacetilla. Ahora que ya está entre nosotros», Diario de Navarra, 25/11/1945: 1. Esparza habló tras la muerte de Yaben del parentesco y la amistad que les unía.

[65]

Esparza, Eladio, «Sección Friso Rojo. España, todos», Diario de Navarra, 30/10/1936: 1.

[66]

Yaben Hilario, «Nuestros colaboradores. La Iglesia y la libertad», Diario de Navarra, 31/10/1936: 1.

[67]

Yaben, Hilario, «Nuestros colaboradores. Para Arriba España», Diario de Navarra, 12/11/1936: 1.

[68]

Yaben, Hilario, «Nuestros colaboradores. Optimismo exagerado», Diario de Navarra, 25/11/1936: 1.

[69]

«Justo y cristiano optimismo», Arriba España, Pamplona, 26/11/1936: 1. «Segundo encuentro y lección al señor Yaben», Arriba España, 27/11/1936: 1. «Último encuentro con el señor Yaben», Arriba España, 28/11/1936: 1.

[70]

«Gentes de Izquierda en la Falange», Arriba España, 19/11/1936: 1.

[71]

Yaben, Hilario, «Nuestros colaboradores. Para Arriba España», Diario de Navarra, 11/12, 1936: 1.

[72]

‍GARCÍA SERRANO, 1983: 198-‍202.

[73]

‍MIKELARENA, 2019: 254-‍255.

[74]

‍MIKELARENA, 2019: 85-‍104.

[75]

‍MIKELARENA, 2019: 88-‍90 y 263-‍310; ‍2021a: 425-‍433.

[76]

‍MIKELARENA, 2015: 177-‍202 y 286-‍294; ‍2019: 11-‍25 y 40-‍52.

BIBLIOGRAFÍA[Subir]

[1] 

Box, Zira, «Secularizando el Apocalipsis. Manufactura mítica y discurso nacional franquista: la narración de la Victoria», Historia y Politica, 12 (Madrid, 2004): 133-‍160.

[2] 

De Pablo Contreras, Santiago, La 2.ª República en Álava. Elecciones, partidos y vida política, Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 1989.

[3] 

Esparza, Eladio, Pequeña Historia del Reino de Navarra. el Rey, el Fuero, la Cruzada, Madrid, Ediciones Españolas, 1940.

[4] 

Fernández Viguera, Silvia, «La ideología Social y Política de Raimundo García, Garcilaso (1903-‍1929)». Príncipe de Viana, 189 (Pamplona, 1990): 211-‍262.

[5] 

Ferrer Muñoz, Manuel, Elecciones y partidos políticos en Navarra durante la Segunda República, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1992.

[6] 

Fuente Langas, Jesús María, «Orígenes y desarrollo de la Agrupación Navarra de Renovación Española (A.N.D.R.E.) 1935-‍1937», en Tercer Congreso General de Historia de Navarra, 20-‍23 septiembre de 1994, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 1999.

[7] 

García Serrano, Rafael, La gran esperanza, Barcelona, Planeta, 1983.

[8] 

García-Sanz Marcotegui, Ángel, «Élites económicas y políticas en la Restauración. La diversidad de las derechas navarras», Historia Contemporánea, 23 (Bilbao, 2001): 577-‍628.

[9] 

Gil Pecharromán, Julio, Conservadores subversivos. La derecha autoritaria alfonsina (1913-‍1936), Madrid, Eudema, 1994.

[10] 

González Calleja, Eduardo, «La teoría y la práctica de la contrarrevolución en el monarquismo autoritario durante la Segunda República española», Pasado y Memoria, 23 (Alicante, 2021): 160-‍183.

[11] 

González Cuevas, Pedro Carlos, Acción Española: teología política y nacionalismo autoritario en España, Madrid, Tecnos, 1998.

[12] 

Jerez Riesco, José Luis, La milicia de Dios y del Imperio. Historia de la Falange de Navarra, Tarragona, Ediciones Fides / Ediciones Esparta, 2016.

[13] 

Larraz Andia, Pablo y Sierra-Sesúmaga, Víctor, Requetés. De las trincheras al olvido, Madrid, La esfera de los libros, 2010.

[14] 

Lizarza Iribarren, Antonio, Memorias de la conspiración, Pamplona, Editorial Gómez, 1953, 2.ª ed.

[15] 

Martínez Sánchez, Santiago, «Las tensiones politico-eclesiásticas en torno a Fermín Yzurdiaga», Hispania Sacra, 64, extra 1 (Madrid, 2012): 223-‍260, doi: https://doi.org/10.3989/hs.2012.031.

[16] 

Mees, Ludger, «La Restauración», en José Luis De la Granja y Santiago De Pablo (eds.), Historia del País Vasco y Navarra en el siglo XX, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002: 29-‍56.

[17] 

Mikelarena, Fernando, Sin Piedad. Limpieza política en Navarra, 1936. Responsables, colaboradores y ejecutores, Arre, Navarra, Pamiela, 2015.

[18] 

Mikelarena, Fernando, La (des)memoria de los vencedores. Jaime del Burgo, Rafael García Serrano y la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, Arre, Navarra, Pamiela, 2019.

[19] 

Mikelarena, Fernando, «Las posturas de la derecha tradicionalista y conservadora navarra entre 1929 y 1940 en relación con la Reintegración Foral», Historia Constitucional, 22 (Madrid, 2021a): 395-‍436, doi: http://doi.org/10.17811/hc.v0i22.740.

[20] 

Mikelarena, Fernando, «El vasquismo espiritual de Eladio Esparza», Memoria y Civilización: anuario de historia, 24 (Pamplona, 2021b): 565-‍589, doi: http://doi.org/10.15581/001.24.019.

[21] 

Mina Apat, Maria Cruz, «Elecciones y partidos políticos en Navarra (1891-‍1923)», José Luis García-Delgado (ed.), La España de la Restauración: política, economía, legislación y cultura, Madrid, Siglo XXI, 1985: 111-‍132.

[22] 

Moreda de Lecea, Carlos, «Don Mateo Múgica Urrestarazu (Antecedentes, pontificado en Pamplona y algunos aspectos de su pontificado en Vitoria)», Excerpta e Dissertationibus in Sacra Theologia, XXI/7 (Pamplona, 1992): 522-‍638.

[23] 

Morodo Leoncio, Raúl, Acción Española. Orígenes ideológicos del franquismo, Madrid, Alianza, 1985.

[24] 

Olabárri Gortázar, Ignacio, «Notas sobre la implantación, la estructura organizativa y el ideario de los partidos del turno en Navarra, 1901-‍1923», Príncipe de Viana, Anejo 10 (Pamplona, 1988): 317-‍330.

[25] 

Olabarría Agra, Juan, «Las fuentes francesas de Acción Española», Historia Contemporánea, 3 (Bilbao, 1990): 219-‍238.

[26] 

Sánchez Aranda, José Javier, «Periodismo y actitudes políticas en Navarra, 1875-‍1936», en Cuestiones de historia moderna y contemporánea de Navarra, Pamplona, Eunsa, 1986: 115-‍125.

[27] 

Sánchez Asiain, José Ángel, La financiación de la guerra civil española. una aproximación histórica, Barcelona, Crítica, 2012.

[28] 

Ugarte Tellería, Javier, «En l’esprit des années trente europeo: la actitud del Diario de Navarra y Garcilaso en la primavera de 1936», Príncipe de Viana, 209 (Pamplona, 1996): 623-‍682.

[29] 

Ugarte Tellería, Javier, La nueva Covadonga insurgente. Orígenes sociales y culturales de la sublevación de 1936 en Navarra y el País Vasco, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998.

[30] 

Ugarte Tellería, Javier, «El carlismo hacia los años treinta del siglo xx. Un fenómeno señal», Ayer, 38 (Madrid, 2000): 155-‍183.

[31] 

Ugarte Tellería, Javier, «El carlismo en la guerra del 36: la formación de un cuasi-estado nacional-corporativo y foral en la zona vasco-navarra», Historia Contemporánea, 38 (Bilbao, 2009): 49-‍87.

[32] 

Viñas, Ángel, ¿Quién quiso la Guerra Civil? Historia de una conspiración, Barcelona, Crítica, 2019.