Resumen

La realidad quiere emular a la ficción cuando esta aporta modelos edificantes, también en cuanto a la construcción de la identidad colectiva. Analizamos varias calas de la literatura catalana medieval y del Renacimiento, y muestras de la tradición clásica en las que se constata cómo la palabra, en especial la «palabra historiada», la que cuenta historias, contribuye significativamente en el proceso de toma de conciencia de la identidad colectiva. Analizamos el poder de la palabra que confiere identidad con la explicación y gestión de conflictos. Atendemos a las miradas en contraste que nos transmiten vencedores y vencidos. Realizamos una reflexión sobre los límites de la mímesis historiográfica. Finalmente, atendemos a la toma de conciencia sobre la necesidad (y dignidad) de la propia lengua romance frente al latín para la expresión de todo lo que su gobierno y sociedad puedan desarrollar: questione della lingua, síntoma inequívoco de Humanismo. Se trata tanto de abrir el conocimiento, como de facilitar el gobierno, ser compañera del imperio.

Palabras clave: historia y literatura; identidad; historiografía (catalana medieval); questione della lingua; Humanismo.

Abstract

Reality seeks to emulate fiction when the latter offers edifying models, and the same is true of the construction of a collective identity. This paper analyses samples of Catalan literature from the Medieval, Renaissance and Classical periods in which the word —and in particular the “storied word”— significantly contributes to the process of adopting a collective identity. It analyses the power of the word to confer an identity through the explanation and management of conflict. We also look at the contrasting views of the victorious and the defeated, and offer a reflection on the limits of historiographic mimesis. Finally, we analyse growing awareness of the need for (and dignity of) using a Romance language of one’s own instead of Latin to express all the concerns of the government and society of the people who speak that language: questione della lingua, a patent sign of humanism, broadening knowledge, facilitating government and becoming a companion of empire.

Keywords: History and literature; identity; (Medieval Catalan) historiography; questione della lingua; humanism.

Recibido / Received: 04/07/2022; Aceptado / Accepted: 08/08/2023; Publicado en línea / Published online: 05/04/2024

Cómo citar este artículo / Citation: Martines, Vicent, «La identidad cultural que deviene elemento de identificación de pertenencia. Calas en la literatura (de ficción y de ideas) en lengua catalana medieval», Hispania, 83/275 (Madrid, 2023): e057. https://doi.org/10.3989/hispania.2023.057.

Fuente de financiación / Funding sources: Este estudio se ha llevado a cabo en el seno del Institut Superior d’Investigació Cooperativa IVITRA [ISIC-IVITRA] (Programa per a la Constitució i Acreditació d’Instituts Superiors d’Investigació Cooperativa d’Excel∙lència de la Generalitat Valenciana, ref. ISIC/012/042), y en el marco de los proyectos, redes y grupos de investigación siguientes: proyecto competitivo del Plan Nacional financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, MICINUN, ref. PID2021-128381NB-I00; proyecto competitivo de investigación ref. PRO2018-S04-MARTINES financiado por el Institut d’Estudis Catalans (IEC); Grup d’Investigació VIGROB-125 financiado por Universidad de Alicante (UA); Grup d’Investigació en Tecnologia Educativa en Història de la Cultura, Diacronia lingüística i Traducció, financiado por la Universidad de Alicante (UA), ref. GITE-09009-UA]); Seu Universitària de la Nucia, Universidad de Alicante (UA); y Grup d’Investigació en Tecnologia Educativa en Història de la Cultura, Diacronia lingüística i Traducció, financiiado por la Universidad de Alicante (UA), ref. GITE-09009-UA.

INTRODUCCIÓN[Subir]

La identidad como elemento de identificación de pertenencia a una comunidad o pueblo, depende tanto o más que de las declaraciones explícitas de la misma, del ejercicio de estas realizado en la normalidad de la puesta en práctica de los derechos y deberes de la «ciudadanía» en el día a día. Además, resulta esencial la articulación del concierto de referentes, imaginario colectivo y traditio cultural tenida como propia. La posibilidad de generar conocimiento propio y expresiones de arte (incluido el «arte verbal», la literatura) también propias, ex novo o por adaptación y no simple adopción, en función del contexto cultural en el que las comunidades humanas se encuentran situadas o al que pertenecen, es una característica que identifica como tales a las comunidades individuadas en una identidad específica. La comunidad humana que es capaz de generar (su) patrimonio de conocimiento y artístico (material e inmaterial) y es consciente del mismo y hasta de su misma potencialidad generadora de reflexión sobre ello, cuenta en su haber con la poderosa capacidad de ser consciente de sí misma, de su traditio, de su presente y de su posibilidad de proyección futura.

En este proceso, el patrimonio artístico tangible es fundamental. No es menor la incidencia estratégica del patrimonio intangible o inmaterial, y en este ámbito, el de la literatura (arte verbal, en suma), tanto la escrita como la oral (de base etnográfica y etnopoética). La literatura, por lo que expresa, cómo lo expresa y con qué lo expresa (la lengua) deviene eje central de la identidad. Este patrimonio inmaterial «poiético», es decir, «creativo», resulta tanto más importante puesto que emana del imaginario colectivo compartido por la comunidad de que se trate, por cuanto, además, se construye con la lengua de la misma. Estas, la lengua, el sistema lingüístico compartido y tenido como propio, es la materia prima de formalización de las obras de arte verbal, escritas u orales, al tiempo que también lo es, herramienta fundamental, para la expresión del conocimiento no artístico, de la interrelación entre los miembros de la comunidad, entre sí y con respecto a los órganos de gobierno, amén de estos con respecto a los gobiernos con los que se tenga contacto. No es de menor importancia la «conciencia lingüística», la conceptualización del uso de la lengua (y de qué modelo de lengua) como elemento, por un lado, de reflexión intelectual y científica, y, por otro, como instrumento de acción política que nuclea la imagen oficial de la identidad colectiva. La llamada Questione della Lingua, hunde sus raíces, ya para las lenguas romances, desdeprincipios delsiglo XIII y, progresivamente toma cuerpo de la mano de escritores e intelectuales señeros a lo largo del XIV y del XV, al mismo tiempo que acompaña al Humanismo en su formalización. Destacan en este desarrollo: los trovadores, en el alba de la Corona de Aragón, durante el reinado de Alfonso el Trovador, su hijo Pedro el Católico y el hijo de este, Jaime el Conquistador —de reinado tan extenso— y hasta Nebrija en la Corona de Castilla, pasando entre otros por Ramon Llull, para la lengua catalana, Matfré Ermengaud, para la lengua occitana, y, muy significativamente, Dante Alighieri, para la italiana, y, en la corte napolitana de la Corona de Aragón con el rey Alfonso el Magnánimo, Lorenzo Valla y el valenciano Joan Esteve.

RECREAR LITERARIAMENTE LA HISTORIA PARA CONFERIR IDENTIDAD[Subir]

La literatura se convierte en una pieza clave en la constitución del discurso identitario. Las historias contadas, literaturizadas, no pocas veces fingidas, la ficción, en suma, tienen más poder que los mismos hechos históricos a los que se refieren. Los escritos (es decir, la literaturización) son los que determinan la difusión, el conocimiento y la percepción de los hechos. La palabra «historiada» (la mímesis, la ficción) hace que «tomen cuerpo» las identidades, y que, al ser escritas, perduren y tengan legitimidad[1].

En un momento histórico como la Edad Media, plagado de conflictos y, a la vez, de ideas que revolucionan el pensamiento, y en el que los estados europeos inician (en el siglo XIII) el proceso hacia la monarquía autoritaria, el control del relato, el storytelling, cobrará una virtualidad aún más potente[2]. Esto se intensifica durante el Humanismo[3]. Se producen historias no solo por entretenimiento, sino para servir de ideales en cuanto al derecho, la religión, la política, el pensamiento y la enseñanza[4]. La Edad Media y el primer Humanismo se convierten en dominios del storytelling y sus usos historiográficos, como en el Libre dels Feits[5], la crónica de los ‘hechos’ del reinado de Jaime I el Conquistador.

En el episodio final de la multipremiada serie de ficción Juego de Tronos, el sabio canciller (Mano), Tyrion, justifica su propuesta de rey proclamando la fuerza formidable de una buena historia —versión original—[6]:

TYRION: What unites people? Armies? Gold? Flags? Stories. There’s nothing in the world more powerful than a good story. Nothing can stop it. No enemy can defeat it. And who has a better story than Bran the Broken? The boy who fell from a high tower and lived. He knew he’d never walk again, so he learned to fly. He crossed beyond the Wall, a crippled boy, and became the Three-Eyed Raven. He is our memory, the keeper of all our stories. The wars, weddings, births, massacres, famines. Our triumphs... mm, our defeats, our past. Who better to lead us into the future?

Saber las historias, saber contarlas, transformarlas en la historia a reportar de forma perdurable, es un objetivo estratégico a fin de hacer sostenible el gobierno y la gobernabilidad[7]. Entonces se trataba de dirigir el intelecto, el alma y las pasiones, hacia formas útiles para el poder[8].

LA REALIDAD QUE QUIERE EMULAR LA FICCIÓN. EL PODER DE LA FICCIÓN, QUE NOS IDENTIFICA[Subir]

Alejandro Magno que imita la Ilíada [Subir]

Las obras y temática homéricas desde muy pronto desataron un grandísimo interés y tuvieron una grandísima audiencia, y muchos episodios, personajes y hechos pasaron a otras manifestaciones artísticas; enseguida fueron reconocidas como depositarias del valor añadido de contrarrestar la atomización de los estados de Hélade.[9] Otra prueba de la pasión que desataba la obra homérica es Alejandro Magno. Este discípulo del «racional» Aristóteles, era un apasionado de la obra homérica; concretamente de la Ilíada. El gran rey macedonio leía la obra y quería emular a Aquiles (y superarlo), como si de una figura histórica real se tratara. Y no solo a Aquiles, también quería emular a otros personajes y hechos de la gran obra de Homero. Por ejemplo, Alejandro Magno emula a Protesilao, que fue el primer aqueo que, según la Ilíada, desembarcó y puso pie en la playa de Troya; y también fue el primer griego caído en combate en esa guerra:

Ilíada, 2, 700-‍703, original[10]

τοῦ δὲ καὶ ἀμφιδρυφὴς ἄλοχος Φυλάκῃ ἐλέλειπτο

καὶ δόμος ἡμιτελής: τὸν δ᾽ ἔκτανε Δάρδανος ἀνὴρ

νηὸς ἀποθρῴσκοντα πολὺ πρώτιστον Ἀχαιῶν.

Ilíada, 2, 700-‍703, español[11]

(fueron acaudillados por el aguerrido Protesilao mientras vivió, pues ya entonces teníalo en su seno la negra tierra:) matóle un dárdano cuando saltó de la nave mucho antes que los demás aqueos. Y en Fílace quedaron su desolada esposa y la casa a medio a acabar.

Este personaje, Protesilao, de ser personaje de la Ilíada, pasa a ser un personaje referencial en la identidad concreta del día a día: pasa a ser figura acuñada en monedas griegas. Según la Ilíada, Protesilao aportó 40 naves a la guerra contra Troya. Sin embargo, a finales del siglo IV d.C. y comienzos del III d.C. (entre ca. 302-286 d.C.), aparece en monedas en las que, en el verso está Deméter, diosa de la agricultura, y en el anverso se representan la proa de su barco varada en la playa y a él saltando a tierra firme, armado, con escudo y espada en mano, aguerrido. Fue, según la Ilíada, el primero en desembarcar, rebosante de ardor guerrero, y también fue el primero en caer muerto —a manos de Héctor, además— (imagen 1):

Imagen 1.

Dracma o tetrópolo que presenta en el anverso la diosa Deméter y en el reverso Protesilao en el momento de haber bajado de la proa de su barco varado en la playa, cerca de Troya y avanza armado a enfrentarse a los defensores troyanos. Ca. 302-‍286 a.C. Moneda conservada en SNG Cop-Sylloge Nummorum Graecorum, The Royal Collection of Coins and Medals, Danish National Museum, Copenhague. Fuente: Ancient Numismatic Mythology, 2020, https://ancientcoinage.org/the-trojan-war.html.

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El valor añadido político de la Ilíada no quedaba solo en eso. Tras poner pie en Asia Menor, Alejando Magno visitó Troya; quedaba muy cerca, pues el punto de desembarco no estuvo elegido al azar. Por parte de su madre, la reina Olimpia, Alejandro Magno creía que su linaje se entroncaba con el de Aquiles mismo. Es decir, se desvanece, de nuevo, la distancia entre literatura y realidad, y esta está nutrida, influida, determinada por aquella. Era, en definitiva, el modo en que el gran rey macedonio realizaba el storytelling de su autobiografía en el seno de una operación de imagen pública y oficial como gobernante que se había impuesto por las armas a toda Grecia y quería reivindicarse como rey de todos los griegos, que sentía la vocación de derrotar al gran enemigo de los griegos, el Imperio persa, y conquistar el mundo. Con la obra de un storyteller de ficción como Homero, el gran rey macedonio construía su relato oficial en pro de la construcción de un imperio real. La palabra «historiada» ya era compañera del imperio.

Los reyes de la Corona de Aragón emulan a los caballeros literarios[Subir]

La literatura caballeresca siempre ha estado cerca de la Corona de Aragón[12]. Sus reyes se interesaban por el espíritu, los hechos y los ideales literarios caballerescos, que a menudo encarnaban y, como Pedro el Ceremonioso, incluso teorizaban sobre la cuestión. En la Corona de Aragón había muchos lazos entre el ideal político (real) y la praxis literaria de la caballería. La identidad nacional derivaba a partir de la personal de los reyes[13]. La Corona de Aragón es una buena muestra de conquista y de comportamientos verdaderamente caballerescos de sus reyes por, contra y con las cruzadas. Cruzadas fueron las conquistas de Mallorca y del Reino de Valencia[14] y en todas las Crónicas encontramos pruebas de la caballerosidad, sobre todo, de Jaime I y de su hijo, Pedro el Grande. No se trata solo de propaganda, ni de justificación, ni de manipulación, ni de literatura, ni de historia escrita y literaturizada, sino que es todo eso a la vez[15].

Así, Jaime I mismo nos dice que su padre, Pedro el Católico, que en Muret perdió la vida y casi hizo que se perdiera la Corona, era en el fondo un buen caballero. Muret fue un descalabro decisivo para la estrategia transpirenaica de la Corona de Aragón e hizo que se abandonara la «política» para con los señoríos occitanos que estaban en su órbita. No hay más referencia a Muret en el Libre dels Feits de Jaime I. Sí que la hay, y muy detallada, en la Cançó de la croada contra els albigesos[16]. La batalla de Muret es una victoria decisiva para la Corona francesa, una de las grandes batallas de Francia, a la altura de la victoria francesa de Bouvines sobre los ingleses —victoria que permitió que Francia destinara muchos más efectivos a las operaciones occitanas—. De hecho, la imagen oficial de la batalla de Muret en las Grandes Chroniques de France (Bibliothèque nationale de France, París, manuscrito français 2813, f. 252v) se corresponde más a una batalla campal bien ordenada entre dos cuerpos de caballería pesada que se acometen en carga cerrada que a lo que realmente pasó: la consecuencia de un ataque sorpresa y desesperado francés que supo aprovechar la imprudencia de que el rey Pedro el Católico no fortificara el campamento y se entregara a los placeres de la carne más que a la disciplina castrense mientras asediaban el castillo deMuret donde habían conseguido recluir algrueso del ejército cruzado y donde este se encontraba en clara desventaja táctica y estratégica[17].

Jaime I es un buen caballero. Es intrépido, no tiene miedo. Bernat de Montcada lo amonestará porque, en un combate en Mallorca, el rey ha luchado cuerpo a cuerpo (Feits, capítulos 61 y 323)[18]. A menudo llevaba pocos seguidores (Feits, capítulos 120,183, 317), era contrario a los cobardes (Feits, capítulo 227) y a los saqueadores (Feits, capítulo 315) y resistía incluso las heridas de flecha en la testa (Feits, capítulo 266). Sin embargo, el rey Jaime no es ningún temerario que no prepara bien las campañas. Se quiere dar la idea de que la de Jaime I no es la identidad de un temerario ni tampoco la de un pusilánime, sino que es el guía de su pueblo. Él, el rey, representa a la Corona, el poder y el territorio[19]. Estas es una de las claves de la mitificación de Jaime I durante la Renaixença (valenciana) (‍Roca, 2012).

El rey Pedro el Grande también fue un gran caballero. El prólogo mismo de la Crònica de Bernat Desclot —la crónica de los hechos del reinado de Pedro el Grande, hijo de Jaime I— ya nos dice el linaje real y el literario del que proviene el rey Pedro:

E de aquest rey En Jaume e de madona la reyna, qui fo filla del rey d’Ongria, exí lo rey d’Aragó En Pere, qui fon lo segon Alexandre per cavalleria e per conquesta[20].

No es baladí esta referencia a Alejandro Magno, caballero y conquistador. Ya hemos visto que Alejandro Magno tenía en la Ilíada y, especialmente, en Aquiles a sus modelos a emular en la realidad con conquistas reales. Pasaban de la literatura a la realidad. Pedro el Grande no era inmune a la fascinación que ejercía Alejandro Magno. Su actuación a propósito del desafío de Carlos de Anjou a causa de Sicilia, y la misma conquista de Sicilia en sí, también son prueba de su espíritu caballeresco y, al mismo tiempo, de la escasa calidad caballeresca del francés, que, sin embargo, mostró una astucia política muy superior (Desclot, capítulo 104).

Los héroes del roman cortés eran bien conocidos por doquier ya a principios del XIV y, en la literatura catalana, incluso desde la segunda mitad del siglo XII, es decir, prácticamente desde el mismo momento en que surgieron. En obras de autores catalanes, ya a principios del siglo XIII, encontramos citas y referencias a caballeros como Tristán, Perceval, Lancelot[21]. Todo ello nos subraya la conexión entre la caballería literaria y la caballería de la realidad que la emula y la aplica a la praxis de gobierno o, al menos, a las conquistas[22].

Palabras y espejos de miradas en contraste: conquistadores y conquistados[Subir]

La conquista de Valencia según Jaime I y la pérdida de Balansiya según Ibn Al-Abbār

Podemos hacer un ejercicio de perspectiva o un contraste de punto de vista si cotejamos cómo son vistos unos mismos acontecimientos en la historiografía de cada bando en conflicto. Podemos tener un ejemplo idóneo si contrastamos el pasaje de la conquista de Valencia por Jaime I con la pérdida de esa ciudad y emirato por los musulmanes[23]. La perspectiva de los musulmanes, derrotados, nos la proporciona un testigo de excepción, Ibn al-Abbār, un verdadero intelectual, enciclopedista y polígrafo valenciano-musulmán, nacido en Onda (Castellón), a la sazón visir del último emir de Valencia. Ibn al-Abbār nos dice que él negoció la rendición de Valencia, tras la victoria de las fuerzas de Jaime I en la batalla del Puig; Ibn al-Abbār nos dice explícitamente que él firmó el acta de capitulación de Valencia y recibió en la puerta de Ruzafa a Jaime I, a quien tilda de «tirano» y llama «el Barcelonés»; está claro que para él no podía ser «el Conquistador». Mientras, por esa misma puerta de Ruzafa, las élites musulmanas, derrotadas, usaban el privilegio concedido por Jaime I de poder abandonar, sanas y salvas, el reino.

Este es el testimonio de Ibn al-Abbār de la caída de Valencia, en contraste con el de la conquista del Cap i Casal que leemos en el Libre dels Feits (Ferrando y Escartí, 2010). Véase cómo cambia la percepción, la narrativa referida al espacio y lo que connota (cuadro 1):

Las campañas de Jaime I contra Mallorca y Valencia, eran cruzadas. Los rum, los «romanos», los catalanes y los aragoneses, penetraron en el Sharq Al-Ándalus y lo conquistaron. El territorio de la cruzada, con las posteriores incorporaciones de Alicante y Murcia, se convirtió en un espacio de ósmosis y de convivencia físicas y reales. Jaime I comandó tales cruzadas. Su padre, en cambio, murió en Muret en oposición a una cruzada; la sufrió (Martines y Ensenyat, 2003, laisse 139, 8-‍24 y laisse 140, 1-‍18)[24].

La mirada de los derrotados: Kitab Ta’rih Mayurqa. Crònica àrab de la Conquesta de Mallorca, obra de Ibn ‘Amira Al-Mahzumi[Subir]

En este juego de contrastes se enriquece mucho más la perspectiva si comparamos la que nos da el Libre dels Feits con el reporte de la conquista de Mallorca por Jaime I (1228) desde el punto de vista de la excepcional crónica de Ibn ‘Amira Al-Mahzumi[25]. Esta crónica de la conquista de Mallorca tiene unos importantes valores literario e histórico. El autor, Ibn ‘Amira, era de Alzira, entonces emirato de Valencia, que más tarde caerá en manos del mismo rey Jaime I conquistador de Mallorca. Ibn ‘Amira, escribe el único relato novelado coetáneo conocido sobre la caída de una ciudad musulmana andalusí. De hecho, Mayurqa es la tercera gran ciudad taifa que cae, después de Toledo y Zaragoza, y antes de las más grandes (Sevilla, Córdoba y Granada), y justo antes de la toma de Valencia. Valencia fue tomada tras una victoria militar cristiana, en la batalla del Puig, y, sobre todo, tras una negociación inteligente llevada a cabo por ambas partes. Ibn ‘Amira, al tratar la toma de Mayurqa, no deja maltrecho a Jaime I, de quien dice que intentó una negociación, que, finalmente, fue imposible, y que hubiera evitado el baño de sangre posterior. Lo narra, Ibn ‘Amira, con un estilo muy literario, que huye de los lugares comunes que plagan las crónicas de las caídas de las demás capitales andalusinas y, en general, los relatos musulmanes del enfrentamiento contra los cristianos.

Cuadro 1.

Contraste de las versiones de la pérdida / conquista de Balansiya / Valencia, según el punto de vista de Ibn al-Abbār por parte de los musulmanes, derrotados, y según el punto de vista de Jaime I por parte de los vencedores (‍Ferrando y Escartí, 2010).

De hecho, entona un mea culpa al enfocar el relato prestando atención a los errores de los musulmanes; establece que se encontraban fragmentados y desunidos en la época, como causa principal de la derrota musulmana. No carga las tintas sobre la violencia de los cruzados cristianosFragmento de visión de la pérdida de Balansiya según Ibn al-Abbār[26].
Ibn al-Abbār, natural de Onda (la Plana Baixa, Castellón), intelectual (verdadero enciclopedista) musulmán y visir del último emir de Balansiya/Valencia musulmán de la taifa de Valencia. Ibn al-Abbār fue testigo directo de todo el proceso de negociación de la capitulación la capital y, como él mismo dice, firmó el acta de capitulación, y entregó la ciudad y el reino a Jaime I en la puerta de Ruzafa.
Traducción del Prof. Dr. Mostafá Al-Jarmouni[27].
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Valencia cayó en poder de los rum, por segunda vez, tras el asedio al que la tuvo sometida el tirano Jaqmu al-Barxaluni, desde el jueves 5 de ramadán del año 635 hasta el martes 17 de safar del año 636. Este día, Abu Jumail Zaiyan ibn Mudafa Ibn Yúsuf ibn Sad al-Judami salió de la ciudad —era el emir, entonces— al frente de sus parientes i jerifes del ejército; el tirano, ataviado con sus mejores ropas y al frente de sus capitanes, avanzó desde la Ruzafa, donde había acampado al iniciar el asedio, y ambos se encontraron en la Walaja y acordaron que el tirano dejaría el campo libre durante 20 días, para que las gentes del país pudieran trasladarse con sus bienes y efectos. Yo presencié todo esto y firmo el acta de capitulación por parte de Abu Jumail.
Llibre dels Feits, original[28]. Traducción contemporánea al árabe, del mismo pasaje del Llibre dels Feits [29].
(c. 281) E, quant açò haguem fet, e haguem menjat, begut e dormit en un real qui era prop de la nostra albergada, enviam per l’arquebisbe e els bisbes e els richs hòmens, e l’arquebisbe de Narbona, qui y fo. E, quant tots foren denant nós, dixem-lurs com nostre Senyor nos havia fetes moltes gràcies, e entre les altres havie’ns-en feyta ara una que nós e ells li devíem molt grair, e com [en] aquest nostre bé havien gran part, nós volíem-lurs fer saber, per tal que ells se n’alegrassen: que València era nostra. (281) وبعدما أكلنا وشربنا ونمنا قليلا داخل خيمة كانت قريبة من المخيم، أمرنا بحضور مطران ناربونا. عندما جاء، وأمام الجميع، قلنا لهم بأن الله أنعم علينا بأشياء كثيرة، وآخر هذه الأشياء هي أن بلانسيا أصبحت ملكا لنا، لذلك علينا وعليهم أن نحمده كثيرا.

Ibn ‘Amira personifica los males de los musulmanes en el walí mallorquín, Abú Yahya, torpe en su administración del gobierno y de la guerra, amén de facilitador de las disensiones y luchas internas, hasta el extremo de obviar la amenaza estratégica que significaba el cristiano, incluso cuando el enemigo estaba ante portas. De hecho, el mismo día y momento que llegó a Palma la alarma de la presencia de la escuadra cristiana presta a desembarcar, el walí se disponía a decapitar a 50 reos de haber participado en una conjura contra él. Ibn’Amira centra su atención en Abu Hafs ibn Sayrî, alto cargo de la taifa de Mayurqa, que liderará la oposición contra los cristianos, y se convierte en una especie de héroe. De hecho, dos parientes de Abu Hafs estaban entre esos 50 reos, y él, con el apoyo de otros notables, empezó a planear otra conjura contra el walí, a fin de librarse de él, dado que «no sirve ni para gobernarnos ni para defendernos». La sociedad de la Mayurqa musulmana estaba fragmentada por disensiones entre partidarios de los almohades, poder imperante entonces en Al-Ándalus taifa, y los partidarios de los almorávides, que habían perdido el poder, pero todavía no toda capacidad de maniobra. En ese contexto, el walí indultó a esos 50 reos, pero varios de ellos colaboraron con los cristianos invasores.

La mirada de al-Azraq, que se sublevó contra Jaime I. Del contexto geoestratégico de una revuelta aparentemente local[Subir]

Abu-Abd-Alah Muhammad ibn Hudhayl as-Saghir, más conocido con el mote de al-Azraq, «el azul», dirigió una revuelta que causó no pocas dificultades a la consolidación de la conquista del sur del Reino de Valencia por parte de Jaime I. Desde la conquista de Valencia capital (octubre, 1238), se avanzaba hacia el sur, paulatinamente; a menudo con pactos o tratados. Uno de ellos fue el Pacto del Pouet, entre al-Azraq y el infante Alfonso, hijo primogénito de Jaime I. Se firmó en 1245, extramuros del castillo roquero de Alcalá. Algo debió ocurrir —no se sabe exactamente qué— porque al-Azraq, en 1247, un año antes de que se cumpliera el trienio fijado por el tratado para la cesión al infante Alfonso de los castillos de al-Azraq: Castells, Xeroles, Margarita y Gallinera (salvo el de Perputxent y el de Alcalá), asaltó y conquistó el castillo de Gallinera. Parece que había perdido el control efectivo sobre ese castillo o alguien se lo había arrebatado, y lo quiso recuperar[30].

Al-Azraq se sublevó contra Jaime I (Feits, c. 361). El caudillo musulmán se hizo fuerte al abrigo de la áspera y abrupta orografía montañosa del sur del Reino de Valencia. Esa sublevación se prolongó hasta 1258; incluso intentó conseguir el apoyo de Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y yerno de Jaime I. Este recuperó los hasta dieciséis castillos que le había arrebatado al-Azraq y le condenó al exilio perpetuo. Sin embargo, ocho años después, al-Azraq volvió por sus fueros. En 1278 regresó de su exilio y, mientras se dirigía al Valle de Gallinera, donde le esperaban sus seguidores, cayó en combate ante portas de Alcoy. Con la muerte en combate de al-Azraq no terminó la segunda revuelta y todavía estaba activa cuando Jaime I murió, cerca de Alzira, en 1276. La segunda revuelta duró hasta 1278, cuando el rey Pedro el Grande la sofocó.

Las revueltas de al-Azraq fueron una pesadilla para Jaime I. La primera revuelta, sofocada en 1258, causó tan gran problema a Jaime I, que no tuvo suficiente con la condena al exilio del adalid musulmán derrotado, sino que el rey decretó la expulsión de los musulmanes del Reino de Valencia (1259). Unos cien mil musulmanes de la zona de Xàtiva fueron expulsados; esto, además, engrosó las filas del sublevado al-Azraq.

En principio nada podría hacer pensar que la revuelta de al-Azraq, en el sur extremo de la expansión y conquista por Jaime I del Sharq Al-Ándalus, pudiera causar problemas (y tantos y tan serios) al rey Conquistador y, menos todavía, a su política internacional, papal y de relaciones con su némesis, Luis IX de Francia, en el lejano norte transpirenaico. En cambio, la revuelta de al-Azraq causó un verdadero quebradero de cabeza a Jaime I y este reaccionó con virulencia. Así se connota en las referencias a al-Azraq en el Libre dels Feits; tanto es así que el Padre Robert I. Burns hablaba de «the crusade agaist Al-Azraq» para referirse a la reacción que causó en Jaime I[31]. Aunque parezca una paradoja que una revuelta «local» pueda causar problemas «globales», lo cierto es que la revuelta de al-Azraq no pudo ser más inoportuna, desde el punto de vista de los intereses (o solo ya ilusiones a esas alturas del s. XIII) y persistentes aspiraciones de la Corona de Aragón en el norte de los Pirineos. La Corona de Aragón y la Corona de Francia habían entrado en conflicto por Occitania. La Corona de Aragón luchaba en defensa de aquello que, en definitiva, constituía el objetivo real de la cruzada francesa contra los albigenses. Las conquistas de Mallorca y Valencia por Jaime I se produjeron durante los años en que la posesión de Occitania por Francia se afianzaba con los efectos de la aplicación del TratadodeMeaux-París (1228-‍1229) —urdido, firmado y cuya aplicación se inició siendo regente de Francia, por la minoría de Luis IX, la madre de este, Blanca de Castilla— toda vez que las opciones para revertir el sentido de la Cruzada contra los albigenses paulatinamente mermaban. Ello se producía en un clima de extrema tensión habida cuenta de que la Corona de Aragón, convertida en «puerto seguro» de muchos de los barones occitanos «faidits» —«desposeídos» por Francia—, apoyó las reivindicaciones de estos. Posteriormente, especialmente en la segunda mitad de la década de los años 50 del siglo XIII, nos situamos en los años que llevaron a la firma del Tratado de Corbeil (11 de mayo 1258).

No solo había tensiones en el norte, con Francia. También se las tenía, la Corona de Aragón, con Castilla. En el sur extremo de la expansión hispánica a la que se vio obligado Jaime I tras el descalabro de Muret, la revuelta de al-Azraq enturbió las relaciones, no siempre distendidas, entre Jaime I y su yerno, Alfonso X de Castilla: al-Azraq pidió apoyo a Castilla, a la vez que a este poderoso vecino de la Corona de Aragón no le interesaba nada que la conquista de Jaime I progresara más allá de los hitos establecidos en el Tratado de Almizra y conquistara todo el Sharq al-Ándalus, y tomara Murcia. De hecho, ya el 26 de marzo de 1244 las dos coronas tuvieron que limar asperezas y (re)definir los límites de las conquistas y territorios de influenza respectiva. Castilla, con tropas comandadas por el entonces infante Alfonso de Castilla (futuro Alfonso X el Sabio) ya habían sitiado en 1242 Alzira y en 1244 Játiva, sin éxito ni en una ni en la otra, pero sí en Enguera. Jaime I no podía provocar la hostilidad manifiesta de Castilla. Ya en 1240, Jaime I había rechazado el ofrecimiento del castillo de Alicante por parte de quien fuera último emir de la Valencia musulmana, Zayyan ibn Mudafi ibn Yússuf ibn Sad ibn Mardanix al-Judhamí. Ibn Mardanix, tras salir de Valencia, fue proclamado sayyd del emirato de Murcia, aunque dos años después (1241) tuvo que abandonar por disensiones con la nobleza local y pasó a ser gobernador de Alicante,estratégica ciudad porsu puerto. Ibn Mardanix le ofreció Alicante a Jaime I porque se sublevó, a su vez, contra el vasallaje que Castilla había impuesto al emirato de Murcia. Jaime I rechazó el ofrecimiento porque Alicante se encontraba dentro de la zona de conquista que establecía para Castilla el Tratado de Cazorla (1179). Los asedios castellanos de Alzira y Xàtiva, y la toma castellana de Enguera eran incumplimientos del Tratado de Cazorla, pero Jaime I ya lo había incumplido en 1239, con los tres intentos de conquista de Villena, que finalmente cayó en 1240. Para conseguirlo, el rey Jaime I concitó la alianza de los caballeros de Calatrava, pero era igualmente un incumplimiento de Cazorla porque Villena estaba asignada al área de conquista de Castilla. En este contexto, Jaime I no podía arriesgarse a que al-Azraq pudiera sentir la tentación de ofrecer las tierras sublevadas a Castilla —con algún tipo de pacto similar al vasallaje de los musulmanes de Murcia hacia Castilla—.

Por todo ello, dos conflictos alejados en el espacio y, aparentemente, sin relación causa-efecto directa entre ellos y con contrapartes diferentes, realmente coincidieron. La situación forzó a la Corona de Aragón a buscar entendimientos con esas formidables coronas vecinas y a menudo hostiles enemigas. En el norte, la Corona de Aragón y Francia firmaron el Tratado de Corbeil; en el sur, la Corona de Aragón y Castilla acentuaron los efectos del Tratado de Almizra entendidos como el fin de la expansión de Jaime I en el Sharq al-Ándalus y una gran preocupación por mantener y hacer perdurar el control efectivo sobre los territorios conquistados[32]. De hecho, no será hasta 1296, con la conquista de Alicante —de todo el noreste del reino de Murcia y hasta Guardamar y Orihuela— por el rey Jaime II el Justo, que la Corona de Aragón no sobrepasará la Línea Biar-Busot, ni se atreverá a arrebatar territorio a Castilla[33].

Sofocada la segunda revuelta de al-Azraq por el rey Pedro el Grande (1276-‍1277), este confirmó (14 de noviembre de 1279), por carta puebla, el poblamiento de los musulmanes de los valles situados en el interior de la zona de Denia, valles de Sagra, Pop, Callosa, Algar, Guadalest, Confrides, Castell de Castells, Gallinera, Alcalá, Benamaneçil y Ebo. Aseguró la pacificación de los mudéjares y el confinamiento de las aljamas en zonas preferentemente montañosas[34].

La fortuna diversa de un sublevado: al-Azraq. De los límites de la mímesis historiográfica[Subir]

Por lo que acabamos de ver sobre las revueltas de al-Azraq, es lógico, desde el punto de vista de Jaime I, que al-Azraq fuera condenado al exilio y fuertemente combatido como traidor. Justamente por eso y por caer muerto en combate —prácticamente ante portas de Alcoy— este personaje se ha incorporado al imaginario colectivo valenciano y ha servido de referente histórico de las famosas y multitudinarias Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy, decanas en la extendida y rica tradición de estas fiestas valencianas, que han trascendido límites comarcales, provinciales y autonómicos. Además, últimamente se ha desarrollado una cierta corriente vindicadora de la figura de al-Azraq como un honrado musulmán valenciano, «visir» de Denia, que, al caer esta importante plaza en poder del ejército cruzado de Jaime I, emergió como caudillo que deseaba una concordia con los invasores a fin de conservar vida, posesiones, estatus y fe. Llegó a ser reconocido por el máximo nivel del círculo de poder cruzado como interlocutor local e incluido en la dinámica de pactos que el ejército cruzado puso en práctica a fin de avanzar en la conquista del Sharq al-Ándalus y en su consolidación. Por desavenencias todavía no bien aclaradas, el Pacto del Pouet no se cumplió en toda su extensión y estalló la revuelta que hemos sintetizado (supra). Esto ha conferido a al-Azraq un aura de honrado hombre y justo caudillo defensor de su tierra yde su casa que es engañadopor un invasor tiránico; una especie de David que, para defender a los suyos, se enfrenta a un Goliat. Esta vindicación de al-Azraq ofrece una muy interesante visión contrastiva, un juego de perspectivas que completa la visión de un período apasionante de la historia de la Corona de Aragón con respecto a Castilla, de los procesos de ósmosis cultural e identitaria que la conquista inició, especialmente, en el sur del Reino de Valencia, donde la población musulmana era mayoritaria, la gestión de los recursos humanos del nuevo reino, y, además, cómo se articula este episodio en el contexto del difícil equilibrio geoestratégico con Castilla en las tierras de frontera y, por tanto de fricción; y de la Corona de Aragón con respecto a Francia en los años inmediatamente anteriores al Tratado de Corbeil. Esa vindicación ha generado, de momento:

  • Una muy fundamentada y rigurosa investigación histórica[35].

  • Esa investigación histórica y más ha sido sintetizada en un documental de excelente factura en el que participan historiadores como Josep Torró, Ricard Bañó Armiñana, Víctor Nadal, el arqueólogo Josep Maria Seguí Martí y el escritor Just I. Sellés: Al-Azraq[36].

  • Una línea de recreación literaria —como hemos dicho, la mímesis literaria aporta valor añadido a las historias— con las novelas de Just I. Sellés: La mirada d’al-Azraq[37] y Al-Azraq el Blau. Crònica de la conquista de la Muntanya[38] y la novela gráfica Al-Azraq. El malson de Jaume I / Al Azraq. La pesadilla de Jaime I[39]. Además, está el «foto-libro de divulgación histórica» Al-Azraq, el visir que somniava la muntanya[40]. Este último título explica las coordenadas de esta línea de recreación histórica sobre la figura de al-Azraq y sitúa su reivindicación en un revisionismo histórico teñido de un cierto romanticismo por un paisajismo sentimental para atender a la mirada del otro, del colaboracionista que pasó de aceptar sin mayor resistencia la victoria del cruzado Jaime I a fin de mantener sus privilegios, posesiones y religión a liderar la revuelta armada cuando vio frustradas esas expectativas no tan heroicas y sí más pragmáticas o de real-politik.

  • El peligro de la mirada diletante y la necesidad de una divulgación histórica rigurosa: esta línea de recreación tiene el interés de llamar la atención sobre la mirada del otro, lo cual ya estaba hecho por los historiadores rigurosos que hemos citado e, incluso, por el citado documental. Estos no niegan que las crónicas (todas, tanto las medievales como las contemporáneas) sean, en definitiva, una recreación de la realidad hecha a la medida de los intereses de la imagen oficial de quien las protagoniza. Nihil novum para quien de verdad conozca la historia y la historiografía, pero quizá todo un descubrimiento para quien, en definitiva, al reivindicar la figura del derrotado (al-Azraq) magnifica sus bondades a la vez que subraya los defectos del vencedor (el cruzado Jaime I). Un diletantismo indisimulado solo permisible en una actividad literaria siempre que no se haga pasar por rigor científico, es el que está detrás del titular de un artículo de prensa inteligentemente insertado en la estrategia comercial de promoción de la novela gráfica ya citada y del resto de la obra de Sellés. Ese titular dice: «I si Jaume I no és tan bo com ens han contat? Una novel·la gràfica el posa a l’altra banda de la història»[41].

Estas actitudes hacen necesarias puntualizaciones como las de Baydal[42]. En cualquier caso, que exista esta actividad de recreación histórica, aunque no siempre bien fundamentada, al entorno de al-Azraq, y que tenga actividad comercial (con varias ediciones de algunos de los títulos indicados) es testigo de una cierta reanudación de normalidad cultural, de capacidad de valorización del patrimonio histórico y del imaginario identitario colectivo. Que sea necesaria una actividad de puntualización como la de Baydal y que tenga también un cierto éxito editorial, confirma esa (rei)vindicación de la historia propia, a fin de contribuir a la adecuada toma de conciencia e identificación con ella por parte del pueblo.

El poder de poder generar «conciencia lingüística». La Questione della Lingua y la lengua compañera de la identidad (nacional). De Ramon Vidal de Besalú a Nebrija, pasando por Llull, Ermengaud, Alighieri, Valla y Esteve[Subir]

La reflexión sobre la lengua, sobre su uso público, como herramienta de comunicación y representación del ámbito curial —como decía Dante Alighieri en De vulgari eloquentia—, de la corte y, por extensión, de la imagen oficial del reino es un elemento esencial de la madurez de la sociedad y de sus órganos de gobierno. Desde principios del siglo XIII y hasta finales del XV contamos con aportaciones de grandes clásicos del occidente de la Europa mediterránea que han aportado no poco conocimiento al valor añadido de la lengua como conferidora de la clave de gobierno y de la identidad. Muchos de estos testigos están vinculados a la Corona de Aragón o han surgido en cortes de estas y/o a través de estas se han desarrollado y extendido al resto del ámbito hispánico.

Antonio de Nebrija se basa en Lorenzo Valla, de la corte napolitana del rey Alfonso el Magnánimo, y también Joan Esteve, autor del Liber Elegantiarum [Subir]

Antonio de Nebrija afirmó, en el prólogo-dedicatoria a Isabel II de Castilla, de su Gramática española (1492) «que siempre la lengua fue compañera del imperio». Ha hecho fortuna esta afirmación, especialmente en lo referente al trasfondo político de «conciencia lingüística» (o, permítasenos decir, de «política lingüística» avant a la lettre). Esa misma atención de Nebrija al poder de la lengua (de las lenguas romances, aunque él se centrara en una, la suya, la castellana), particularmente como herramienta de comunicación y ordenamiento de la acción de gobierno, es claramente deudora de lo que expuso Lorenzo Valla en sus Elegantiarum libri VI[43].

Valla, gran humanista referencial, estuvo muy ligado a la corte napolitana del rey Alfonso el Magnánimo, de quien fue secretario. Se sentía tan ligado (y agradecido) a la Corona de Aragón que escribió las Gesta Ferdinandi regis Aragonum (entre 1445-‍1446), obra muy esperada por el rey Magnánimo. Desde la formalización que hizo Valla sobre la lengua en sus Elegantiarum, sus ideas se esparcieron por la Corona de Aragón ibérica y llegó a un humanista de la talla de Nebrija. Antes, Valla influyó en una obra fundamental, que supo ver y beber del caudal conceptual y de fuentes de Valla y de la formalización humanística que significaban: el Liber Elegantiarum, del valenciano Joan Esteve, otro de los muchos valencianos en la corte napolitana del Magnánimo[44].

Esta obra fundamental de Esteve es una constatación de que el pensamiento progresaba a través del puente de mar azul que la Corona de Aragón había establecido con Nápoles, con el Magnánimo —y ya desde 1283-‍1294 (enfrentamiento por Sicilia entre la Corona de Aragón y la Casa de Anjou por Sicilia, con la cruzada contra Catalunya, como represalia, por parte del Papado y Francia entre 1283-‍1285), desde la conquista por Pedro el Grande—. Esta obra de Esteve es en muchos sentidos deudora y, a la vez, desarrolladora de la aportación de Valla y de la reflexión sobre las lenguas que se producía en aquella espléndida corte napolitana. La obra de Esteve va más allá en esa reflexión con el valor añadido de ser el primer diccionario en catalán y uno de los primeros en lengua romance. Además, en este sentido, la obra de Esteve tiene también el valor añadido de ser anterior a obras y autores también destacables como: el Universal Vocabulario de Palencia (1490), el Dictionarium de Nebrija mismo (ca. 1495) o el Vocabularium vulgare de Valla da Girgenti (1500).

Lorenzo Valla se basaba en Cicerón (De senectute) y, sobre todo, en Dante Alighieri (De Vulgari Eloquentia)[Subir]

Valla tomaba del comienzo del De senectute de Cicerón el esquema general de la argumentación y de Dante Alighieri —quien no poca relación tuvo con Nápoles, muchos años antes del Magnánimo— la base ideológica[45] expresada en su De vulgari eloquentia [I, XVIII, 1-‍5][46]:

XVIII [Sobre la mejor forma de elocuencia vulgar, y que es común a todos los italianos]

  • 1.Neque sine ratione ipsum Vulgarem Illustrem decoramus adjectione secunda, videlicet ut id Cardinale vocemus (…) paterfamilias esse videtur.

    Y no sin razón honramos a esta misma ilustre lengua común con un segundo adjetivo, es decir, cuando la llamamos cardinal. En efecto, como cualquier puerta sigue a su gozne, hasta el punto de que el quicio da vueltas y estas se gira con él, pues le obedece hacia dentro y hacia fuera, así también la multitud de lenguas comunes de los distintos municipios se gira y vuelve a girar, se mueve y se para, según aquella que parece actuar como verdadero pater familias.

  • 2.Quia vero Aulicum nominamus, illud causa est, quod si Aulam nos Itali haberemus, palatinum foret: (…) semper Illustri Vulgari loquuntur.

    Pero por qué causa la llamamos también áulica, es porque si nosotros los italianos tuviéramos una corte, sería palaciega. Pues si la corte es la causa común de todo el reino y la gobernadora augusta de todos sus lugares, cualquier cosa de tal naturaleza que sea común a todos y no exclusiva de nadie, conviene que actúe y habite en ella, y ninguna otra vivienda es digna de tan importante habitante: sin duda que esto sería aquella lengua vulgar de la que estamos hablando.

Todavía es más ilustrativo, sobre el razonamiento lingüístico de Alighieri, lo que nos dice De vulgari eloquentia [I, XVII, 2-‍7][47], y no suele ser tan citado a estos efectos como el anterior:

XVII [Sobre la lengua vulgar]

  • 2.Et vulgare de quo loquimur et sublimatum est magistratu et potestate, et suos honore sublimat et gloria.

  • Y esta lengua común de la que hablamos está también sublimada por el magisterio y el poder, y sublima con el honor y la celebridad a los que la utilizan.

  • 3.Magistratu quidem sublimatum videtur, cum de tot rudibus Latinorum vocabulis (…) Cynus Pistoriensis et amicus eius ostendunt in cantionibus suis.

  • Parece en todo caso elevada por el magisterio cuando vemos que de tantas palabras rudas que emplearon los italianos, de tan intrincadas construcciones, de tan defectuosas pronunciaciones y de tan rústica acentuación vemos que se ha sacado algo tan excelente, tan libre, tan acabado y cultivado, como demuestran en sus canciones Cino da Pistoia y su amigo.

  • 4.Quod autem exaltatum sit potestate, videtur (…) et fecit et facit?

  • Parece que también ha sido exaltada por el poder. Y ¿qué poder existe mayor que el que es capaz de cambiar los corazones humanos, hasta tal punto que consigue que el que no quiere, quiera y el que quiere, no quiera, como lo ha hecho y sigue haciéndolo.

  • 5.Quod autem honore sublimet, in promptu est (…) probatione indiget.

  • Y es evidente también que sublima con su honor. ¿Es que sus servidores no superan con su fama a cualquier rey, marqués, conde y magnate? Esto no necesita demostración en absoluto.

  • 6.Quantum vero suos familiares gloriosos efficiat (…) postergamus.

  • Pero, ¿hasta qué punto hace importantes a sus allegados lo hemos comprobado nosotros mismos, que por la dulzura de esta celebridad nos olvidamos de nuestro exilio.

  • 7.Quare ipsum illustre merito profiteri debemus.

    Por todo lo cual, debemos considerarlo merecidamente ilustre.

Valla lo formalizó, especialmente, In sex libros elegantiarum praefatio de sus Elegantiarum libri VI[48]. De hecho, atender a la lengua compañera del imperio es una consecuencia de la profunda reflexión que los humanistas realizaron sobre el formidable poder de la lengua para expresar y crear pensamiento, construir sociedad (corte) y gobernar.

Dante Alighieri no estaba solo en la Questione della lingua [Subir]

Alighieri no se encontraba solo en esto. La reflexión sobre la lengua romance y, sobre todo, el uso —no diglósico— de estas para todos los ámbitos (literario y no literario), Dante la tomaba de los trovadores, que tan bien conocía y que tanto cita en su De vulgari eloquentia. Estaba también la obra monumental de Llull, tan interesante también por su ágil y flexible uso de las lenguas, también de la romance, si bien sin diglosia en su caso; y el Breviario de Amor de Matfré Ermengaud[49], una de las obras de pensamiento más extensas en occitano, justo en el atardecer de la decadencia de Occitania en el último cuarto del XIII bajo el yugo francés a raíz de la Cruzada contra los albigenses y la aplicación del Tratado de Meaux-París (1228-‍1229)[50].

Estas obras de arte verbal tienen un elemento revolucionario por encima de Dante Alighieri, su coetáneo: están en lengua romance. La Questione della lingua se entiende como la reivindicación de la lengua vulgar/romance para la expresión del pensamiento humano, acercar el conocimiento al hombre, a los estudios para entender mejor la realidad de un mundo todavía pequeño, pero que empezaba a ser más grande para entender mejor también el mundo de la divinidad. También se da por establecido que hacerlo en vulgar es síntoma inequívoco de Humanismo y Renacimiento. En función de ello, no deberíamos obviar que Dante escribe su vindicación de la elocuencia en vulgar en latín, mientras que, cerca de un siglo antes, la primera defensa de la poética y la gramática en vulgar, para crear (trovar) obras de verbal en vulgar, está escrita —valga la redundancia— en vulgar, en occitano, de la mano de un trovador de Besalú, Cataluña, Ramon Vidal de Besalú y su obra Razós de trovar. Esta obra, además, habla de conceptos como género, persona, gramática, nombres, pronombres, verbos, participios, adverbios, conjunciones, preposiciones e interjecciones.

La gran obra enciclopédica de Ermengaud, su Breviari d’amor[51], está escrita en occitano, a pesar de estar compuesta en una época de inequívoca decadencia en el uso público y social de la lengua occitana a causa de la desposesión de Occitania a manos de la Corona de Francia. No olvidemos tampoco que Llull escribe en lengua catalana buen número de sus obras y otras en latín, y no pocas veces en doble versión en latín y en catalán, y muchas veces en auto-traducción; se cree, a juicio de lo indicado por Llull mismo —Llull mismo nos dice que su monumental Llibre de contemplació en Déu es una auto-traducción del árabe—, que también escribió obras en árabe, si bien no se tiene noticia de que haya perdurado hasta la fecha ninguna de ellas. A pesar de este multilingüismo, a Llull no se le puede imputar cargo alguno de diglosia ya que solo usa las lenguas en función del receptor y el uso/propósito específico que pretenda para cada obra y el éxito de su proyecto o ars. Las elecciones lingüísticas de Llull no determinan la tipología textual de cada obra. Dante Alighieri comete diglosia al usar para sus obras de pensamiento la lengua latina, aunque sea para defender que no es necesario usar el latín para todo. Llull utiliza las lenguas con naturalidad, también su romance catalán, tanto en las obras de ficción, como enlas de pensamiento.

Reproducimos a continuación un fragmento de Vulgari eloquentia de Dante Alighieri en el que se cita, como ejemplos y autoridad, a numerosos trovadores. Al hacerlo, Dante demuestra que los conocía profundamente, pues se había formado con la lectura de la producción trovadoresca y él mismo componía versos. Además, al citar tan profusamente a los trovadores para ejemplificar sus argumentos, demuestra que la obra de estos es parte consubstancial de su aportación conceptual. Sin embargo, Dante siente la necesidad de latinizar la cultura trovadoresca, para dignificarla según sus parámetros canónicos. Al basar sus argumentaciones sobre la questione della lingua en los trovadores, Dante sigue la misma estrategia que Matfré Ermengaud en la tercera parte de su Breviari d’Amor, el Perilhós tractat de l’amor humà. Ermengaud, al reflexionar sobre la moralización del amor cortés, basa sus argumentos en un gran número de citas de trovadores y de versos y estrofas enteras de sus composiciones —entre los citados por Ermengaud hay trovadores muy conocidos y también aquellos de los que la cita de Ermengaud es la única noticia que se tiene—. Veamos una muestra de cómo argumenta Dante basándose en los trovadores[52]:

  • 3. Trilingues ergo doctores in multis conveniunt, et maxime in hoc vocabulo quod est «amor».

    Gerardus de Brunel:

    Si’m sentis fezelz amics,

    per ver encusera amor;

    Rex Navarre:

    De fin amor si vient sen et bonté;

    Dominus Guido Guinizelli:

    Né fe amor prima che gentil core,

    né gentil cor prima che amor, natura.

    […]

  • 8. Circa que sola, si bene recolimus, illustres viros invenimus vulgariter poetasse; scilicet Bertramum de Bornio, arma; Arnaldum Danielem, amorem; Gerardum de Bornello, rectitudinem; Cynum Pistoriensem, amorem; amicum eius, rectitudinem.

    Bertramus etenim ait: Non posc mudar c’un cantar non exparia.

    Arnaldus: L’aura amara

    fa·l bruol brancuz

    clarzir

    Gerardus: Per solaz reveilar

    che s’és trop endormitz.

    Cynus: Digno sono eo di morte.

    Amicus eius: Doglia mi reca ne lo core ardire.

    Arma vero nullum latinum adhuc invenio poetasse.

Ello nos sitúa en el Humanismo. El Humanismo era mucho más complejo y rico y no era incompatible ni con los cargos eclesiásticos, ni con el ejercicio del poder político o temporal ni con el militar, ni solo se expresaba en latín, ni tan solo se dio en el ámbito italiano. El Humanismo era (y es) mucho más y tenía, entre sus bases o características fundamentales, no temer a la lengua vulgar, las lenguas romances[53].

Vidal de Besalú y el conjunto de los trovadores, especialmente en la etapa alfonsina (que comprende los reinados de Alfonso el Trovador y Pedro el Católico, caído en Muret) si bien también a lo largo de la etapa postclásica (que abarca, desde el punto de vista de la Corona de Aragón, desde la derrota de Muret, 1213, hasta el Consistorio de la Gaia Sciència de Toulouse, 1323, y la formalización de las Leys de trobar de Guilhem Molinier, 1326), nunca dudaron de la importancia estratégica de su arte literario y de la expresión del mismo en lengua romance y no latín. Además, una personalidad como Llull, también se formó en la lírica trovadoresca; según su propio testimonio, fue asiduo practicante de la misma, si bien, tras su «Iluminación» y el cambio radical de proyecto vital que ello le supuso, destruyó toda su producción lírica trovadoresca amorosa cortés. Tras su «iluminación», Llull vindicaba la lengua romance (la catalana) —en general, el uso de las lenguas, el multilingüismo— para la ciencia y el pensamiento, y para la expresión de los propios sentimientos. No por azar escribió su autobiografía, Vida coetània, también en lengua romance —catalán— y, con ello, también se anticipó a su coetáneo Dante Alighieri, quien escribiría su Vita Nuova. También coetáneamente a Dante, Llull vindicaba el uso de la lengua vulgar para la ciencia, para una manera «heterodoxa» de acercarse alrazonamiento de la fe, para usar elraciocinio humano para conocer a Dios. En cuanto a movimientos culturales que, como el Humanismo, deviene verdadero paradigma histórico, no se da ni una única fuente, ni un único origen, ni un único y preciso momento de aparición o fundación. Bien al contrario, el Humanismo es una compleja red de afluentes y un cúmulo de numerosos momentos, orígenes, ideas y autores que, en su heterodoxia (como Llull), o en su sistematización de la ortodoxia lingüística y literaria trovadoresca (como Vidal de Besalú), Ermengaud con su enciclopédico Breviari d’Amor, Dante Alighieri con su De vulgari eloquentia), dan los primeros testimonios del Humanismo (precoz o primer Humanismo). Surge de la mano de las ideas lingüísticas y, especialmente, en la formalización escrita de la toma de conciencia de la importancia del uso por la corte de la lengua romance propia a fin de que represente a la propia corte y, con ella, a la comunidad que ella rige. Este proceso llega, a fines del siglo XV, de la mano de la Corona de Aragón en la corte napolitana de Alfonso el Magnánimo, en las producciones señeras de Valla y Esteve especialmente, llega hasta la formalización de Antonio de Nebrija y su famosa declaración según la cual «la lengua fue siempre compañera del imperio».

CONCLUSIONES[Subir]

Hemos analizado varias calas de la literatura catalana medieval y del Renacimiento, y elementos de la tradición clásica, en las que se constata cómo la palabra, en especial la «palabra historiada», la que cuenta historias, bien sean ficción, bien sea historiografía, contribuyen significativamente en el proceso de toma de conciencia de la identidad colectiva. La realidad a menudo ha querido emular la ficción. Emular a los clásicos en determinadas acciones significativas ha aportado un valor añadido fundamental a las acciones de los líderes. Tal fue el caso de Alejandro Magno, que tenía como vademécum un ejemplar de la Ilíada y deseaba emular e incluso superar a su gran referente literario, Aquiles. También emuló el conquistador macedonio a Protesilao, también personaje de la Ilíada, cuando, en el inicio de su conquista, Alejandro Magno puso pie en Asia Menor. Conscientemente emulaba, es más, ponía cuerpo real —el suyo— al hecho protagonizado por Protesilao, el primer aqueo en desembarcar en pos de Troya. Ello, como la guerra de Troya de la Ilíada, contribuyó poderosamente a la conformación del espacio cultural común de la Hélade, confería a la conquista de Alejandro Magno la magnitud extendida de la empresa nucleadora de la nueva y poderosa identidad griega bajo el dominio macedonio.

La realidad quiere emular a la ficción cuando estas aportan modelos edificantes, también sobre la construcción de la identidad colectiva. En este sentido, de modo parejo a la Ilíada en cuanto a Alejandro Magno, la misma tradición clásica, así como los grandes protagonistas de la literatura caballeresca (Materia de Bretaña, Materia Artúrica y la Materia del Grial) también aportan modelos a seguir y edificantes a los reyes de la Corona de Aragón; hasta el mismo Alejandro Magno, personaje histórico, que recibe los honores de personaje referencial de la tradición cultural.

Hemos analizado el poder de la palabra como conferidora de identidad, a partir la explicación y gestión, por ejemplo, de conflictos. Hemos atendido a las miradas en contraste que, sobre unos mismos hechos históricos, nos transmiten textos obra de los vencedores y de los vencidos; se trata de textos que tienen no poco de mímesis o reelaboración de arte verbal. Así, hemos atendido a las percepciones en contraste sobre la conquista de Valencia —desde el punto de vista de Jaime el Conquistador—, la cual es, a su vez, la pérdida de Balansiya —desde el punto de vista del visir e intelectual arábigo-valenciano (natural de Onda, Castellón) Ibn al-Abbār—. En este mismo juego de miradas en contraste, hemos atendido a la mirada de los derrotados en Mallorca. Lo hemos hecho a través de la referencia a la crónica de la pérdida de Mallorca, obra de Ibn ‘Amira Al-Mahzumi. Hemos completado este análisis sobre las varias miradas en contraste, cuando no en conflicto, entre vencedores y vencidos, al centrarnos en la mirada de al-Azraq. Este visir de Denia, tras un pacto de colaboración y vasallaje con Jaime I, se sublevó. Hemos situado este conflicto, que aparentemente debiera haber tenido implicaciones solo locales, en un contexto geoestratégico internacional que provocó no poca tribulación a Jaime I en sus relaciones con Castilla y Francia. En este conflicto, las palabras que establecían las cláusulas del Pacto del Pouet, bilingüe árabe-aragonés, cobraron su plenaefectividadprecisamente por cuanto no fueron cumplidas. El conflicto se ha teñido con los colores de un enfrentamiento entre identidades. De hecho, al-Azraq, derrotado, exiliado, y muerto en combate tras su regreso para una nueva revuelta, ha pasado al imaginario colectivo (identitario) valenciano (comarcas centrales de la montaña de Alicante) y es vindicado casi como un héroe por algunos. En cuanto a ello hemos realizado una reflexión sobre los límites de la mímesis historiográfica, es decir, sobre los límites de «la palabra historiada», que puede, no solo emular, sino distorsionar las identidades al perfilar sesgadamente o de manera nebulosa los hechos históricos en los que se basa y su literaturización.

Finalmente, hemos analizado el poder de la reflexión y «conciencia lingüística». Es un elemento muy importante en la maduración de la identidad la toma de conciencia sobre la necesidad (y dignidad) de la propia lengua romance: questione della lingua. No se trata solo del poder de la palabra, sino también de la toma de consciencia de la estratégica importancia que tiene el establecimiento de una lengua propia y común para los «connacionales» como una extensión más de los instrumentos de ejercicio del poder. Nebrija se basó en Lorenzo Valla, humanista de la corte napolitana del rey Alfonso el Magnánimo. En Valla también se basó el gran lexicógrafo valenciano Joan Esteve, quien sustanció su aportación seminal (y anterior a Nebrija) en su Liber Elegantiarum. La Corona de Aragón, a través de Nápoles como polo de atracción y centro irradiador de talento, generó conocimiento estratégico en una cuestión estratégica como es la questione della lingua.

Valla, a su vez, se basaba en Dante Alighieri, y este, a su vez, en los trovadores, que tan bien conocía por su formación y práctica poética y cita tan profusamente en su De Vulgari eloquentia. Los trovadores generaron las primeras poéticas y gramáticas en lengua romance (occitano) y el primero en hacerlo, Ramon Vidal de Besalú en sus Razós de Trobar, lo hizo en el ámbito de la Corona de Aragón, bajo los reinados de Alfonso el Trovador y Pedro el Católico, cuando todavía esta hacía valer su poder y presencia de modo firme en Occitania, previamente a la Cruzada contra los albigenses y, especialmente, al establecimiento del Tratado de Meaux-París (1228-‍1229) e, incluso, hasta el Tratado de Corbeil (1258), precisamente coincidente con la tribulación, en el sur extremo de la expansión de la Corona de Aragón, de la primera revuelta de al-Azraq.

En cuanto a la reflexión y dignificación del uso de la lengua romance, Dante Alighieri también estaba acompañado por otros dos inmensos intelectuales, cuales son Ramon Llull para el catalán, y Matfré Ermengaud para el occitano. La magnitud de la obra de ellos tres, así como también la seminal producción de los trovadores gramáticos son heraldos del Humanismo. Está establecido que la reflexión sobre la lengua romance, la questione della lingua, es un síntoma inequívoco de Humanismo. Tenemos, pues, en estos autores, no solo la constatación del poder que puede tener la palabra, sino de lo estratégico que puede llegar a ser en términos de «conciencia lingüística» e identidad colectiva oficial. Esto incluso a fin de generar un paradigma de la historia cultural como es el Humanismo que, en definitiva, trata, a través del discurso en pro de la lengua romance y no del latín, de abrir el conocimiento, facilitar la identidad de las estructuras de gobierno, ser compañera del imperio.

Notas[Subir]

[1]

‍SABATÉ 2022.

[2]

‍CUPANE y KRÖNUNG, 2016. ‍DUYS, EMERY y POSTLEWATE, 2015.

[3]

‍DOSS-QUINBY, KRUEGER y BURNS, 2007.

[4]

‍MARTÍNEZ-ROIG, URREA-SOLANO y HERNÁNDEZ-AMORÓS, 2021.

[5]

‍SABATÉ 2020. ‍MARTÍNEZ-ROIG, MERMA-MOLINA y URREA-SOLANO, 2020. ‍MARTÍNEZ-ROIG, GAVILÁN-MARTÍN y MERMA-MOLINA, 2020. En adelante, usaremos “Feits” para referirnos al Libre dels Feits.

[6]

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[7]

‍EIXIMENIS, 2009.

[8]

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[9]

‍MARTINES, 2018a.

[10]

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[11]

‍HOMERO, 1927.

[12]

‍CORTIJO, 2018.

[13]

‍SABATÉ, 2022.

[14]

‍BURNS, 1987a; ‍1987b.

[15]

‍HAUF, 1986: 47-‍61.

[16]

‍MARTINES y ENSENYAT, 2003.

[17]

‍ALVIRA CABRER, 2014; ‍2019. ‍BENITO I MONCLÚS, 2019.‍MARTINES, 2020; ‍2021a; ‍2021b.

[18]

Para las referencias y citas del Libre dels Feits de Jaime I, seguimos a ‍FERRANDO y ESCARTÍ, 2010.

[19]

‍SABATÉ, 2011; ‍2015.

[20]

Para las referencias y citas de la Crònica de Bernat Desclot, seguimos a ‍SOLDEVILA 2014.

[21]

‍SHARRER, 1991: 425.

[22]

‍STANESCO, 1988: 25.

[23]

‍DONOSO, 2016.

[24]

‍MARTINES y ENSENYAT, 2003: 139, vv. 8-‍24 y 140, vv. 1-‍18.

[25]

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[26]

‍IBN AL-ABBĀR, 1963-‍1964, II: 127.

[27]

‍AL-JARMOUNI, 2017.

[28]

‍FERRANDO y ESCARTÍ, 2010.

[29]

‍AL-JARMOUNI, 2017.

[30]

‍BURNS, CHEVEDDEN y EPALZA, 1999.

[31]

‍BURNS, 2013.

[32]

‍BURNS y CHEVEDDEN, 2000.

[33]

‍FERRER MALLOLL, 2005.

[34]

‍TORRÓ, 2006.

[35]

Véase, por ejemplo, ‍FERRER MALLOL, 2005. ‍BURNS, CHEVEDDEN y EPALZA, 1999. ‍BURNS y CHEVEDDEN, 2000. ‍TORRÓ, 2006.

[36]

Al-Azraq, Documental, 2022, https://vimeo.com/398607601.

[37]

‍SELLÉS, 2007.

[38]

‍SELLÉS, 2014.

[39]

‍OLMO y SELLÉS, s/d.

[40]

‍SELLÉS, s/d.

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