El texto de Yasmina Ben Yessef Garfia es un sólido estudio de caso centrado cronológicamente entre los años finales del siglo XVI y mediados del XVII, enfocado en analizar un clan genovés de hombres de negocios surgido a la sombra de la gestión financiera de la Monarquía Hispánica. En origen, es un producto académico derivado de uno de los proyectos de investigación más definitorios de los liderados por Manuel Herrero en la Universidad Pablo de Olavide y en el que el funcionamiento policéntrico del sistema imperial hispánico junto al papel jugado por la República de Génova en sus relaciones con los Austrias de Madrid constituyó el objetivo central. Un sistema que lejos de mostrarse como un modelo imperial basado en la imposición de una autoridad monolítica, precisó del concurso de particulares y de las redes que ellos aportaron para cubrir aspectos fundamentales de su funcionamiento como fueron la administración de sus propias rentas, la financiación de la guerra, la negociación política o el acceso a la información sensible. El caso de los Serra resulta en este sentido, paradigmático.

El libro es resultado de la decantación de muchos años de investigaciones de la autora que incluye las primitivas conclusiones de su tesis doctoral defendida en 2015, a las que ha añadido el trabajo acumulado durante dos lustros más después de aquella primera presentación. Extensos aditamentos documentales y argumentales que han derivado en un amplio trabajo que nos presenta la naturaleza de la simbiosis coloidal establecida entre una familia genovesa de los Nobili vecchi y la Monarquía española a lo largo de tres generaciones. Ben Yessef explora un tipo de relación adaptativa y necesaria para ambas partes que explica varias de las claves de supervivencia de la propia Monarquía y de su fundamental esencia y lo hace a partir de fuentes muy variadas extraídas de más de una docena de archivos estatales y locales italianos, españoles y, en especial, del propio archivo familiar de los Serra que afortunadamente ha logrado sobrevivir. Con esos mimbres y una apoyatura teórica y bibliográfica sólida, la empresa y el clan familiar objeto de análisis se descubre ante nuestros ojos en toda su variabilidad y riqueza.

El tamaño inusual de la obra no debe hacer mermar nuestro interés por su contenido ya que en parte se debe a la utilización, en la materialidad del ejemplar, de una tipografía muy cómoda para el lector y a la magnífica calidad del papel en el que ha sido impreso por la editorial de la Escuela de Historia y Arqueología del CSIC de Roma que esperemos siga alentando ediciones de pareja entidad. Su índice onomástico, su anexo genealógico y la treintena de tablas de datos insertadas, son una muestra más del volumen de información que la obra aporta.

Partiendo de una estructura tripartita, en el libro se abordan las claves relacionales, contextuales y los espacios patrimoniales de los Serra. Desde los oficios desempeñados dentro y fuera de la actividad financiera —incluida su presencia en las principales magistraturas de la República genovesa y el desempeño diplomático en Madrid en su doble funcionalidad pública y privada—, hasta la esencia del éxito en este tipo de empresas que no es otra que la diversificación de los negocios. Porque la pormenorizada descripción de las actividades profesionales de los Serra a lo largo del tiempo contradice la tan repetida y manida versión sobre la evolución lineal y excluyente de las actividades comerciales y las financieras, en un intento fallido de distinguir para la época entre el capitalismo incipiente y el desarrollado. En realidad el análisis sobre el terreno de las actividades de este tipo de redes financiero-mercantiles nos revela que semejante y teórico destino evolutivo del negocio, quasi teleológico, no fue tal y que las idas y venidas entre una actividad y la otra, es decir, entre el mundo de la finanza y la actividad mercantil a gran escala o entre el abastecimiento militar en especie y la actividad puramente financiera fueron acciones derivadas de las distintas coyunturas y de un tipo de entramados empresariales que basaron su supervivencia en la flexibilidad, hasta el punto de constituir una seña de identidad e incluso su propia razón de ser. Empresas e individuos cuyas actividades económicas no se hallaban integradas dentro de un todo perfectamente dirigido y orquestado, sino que se desarrollaban conciliando los objetivos de cada una de las partes para asegurarse un mejor funcionamiento, menores costes y un eficaz acceso a la información. Preservar la gestión independiente de cada negocio y de los sujetos que lo sostenían mediante compañías específicas, también constituyó un modus operandi generalizado en estas redes y lo fue también en el caso de los Serra. Sujetos que lograron operar desde los dos lados del espejo como hábiles profesionales reconocidos por las autoridades políticas, pero también como gentes capaces de deambular simultáneamente en el filo de la ilegalidad e incluso de la corrupción cuando lo consideraron necesario para su provecho y mejora. Personajes que se erigieron en centro de redes, socios y clientes pero que a su vez constituyeron eslabones intermedios bien conectados con las élites urbanas de Sevilla, Génova, Nápoles o Madrid insertados dentro de otras redes de banqueros de mayor potencial, lo que les aseguraba la mediación o la ayuda directa en caso de riesgo o conflicto y siempre basando sus actuaciones en la confianza mutua de todos los intervinientes. Esta comprensión de la macro-red dentro de la que operaba la propia de los Serra facilita interpretar, desde posiciones más cercanas a la realidad, las actuaciones concretas de unos hombres de negocios que operaron más allá de la lógica nacional o de una solidaridad profesional simple, ya que el interés por mantener el modelo de negocio y los beneficios de este fue la clave de bóveda de su continuidad.

El análisis espacial pormenorizado de las redes relacionales que se estudian en la obra y de las comunidades trasnacionales que las sostuvieron, resultan fundamentales para definir las flexibles jerarquías de los distintos nodos en los que esas redes confluían. Aquellos entramados fueron capaces de transformar sus funciones e incluso su entidad según los flujos de negocio que en ellos convergían adaptándose a los tiempos y siendo capaces de articular con gran fluidez, economías locales en función de intereses de tipo trasnacional o global.

Otra característica clave del devenir de los Serra que revela Ben Yessef, aunque tampoco fuera exclusiva de ellos, es el triángulo territorial que constituyó el eje de sus enclaves patrimoniales repartidos entre Génova-Milán, Nápoles y Castilla, con el protagonismo de Madrid como centro de su actividad ibérica. En este caso el ejemplo de los Serra ahonda en un comportamiento detectado con anterioridad en otros clanes financieros ligures en el que los protagonistas nunca dan la espalda a la esencia genovesa y a la presencialidad material en la República, aunque el arraigo nobiliario se conquiste primero en Nápoles y después en Castilla. Una presencia nobiliaria que se persigue no sólo para dar brillo aristocrático al linaje a través del acceso a los feudos partenopeos o extremeños, sino para seguir explotando también las oportunidades de negocio que esos lugares ofrecían. En el caso de Nápoles es evidente que durante el siglo XVII seguía siendo un lugar privilegiado del Mediterráneo que ofrecía ventajas comerciales y financieras para los emprendedores instalados en sus ciudades y villas. En el de Almendralejo, situado en las extensas tierras extremeñas de las que Giovan Francesco Serra fue marqués, constituía a mediados del seiscientos uno de los pocos núcleos vitales de la zona por la fertilidad de sus campos y, por consiguiente, por su alto nivel de rentas. Estos rasgos, junto con el del cosmopolitismo reflejado en los gustos artísticos y culturales exhibidos por los distintos miembros del clan, configuraron, en suma, fisonomías que en parte fueron comunes a otras sagas de hombres de negocios si bien en este estudio quedan bien definidas al visibilizar con nitidez los límites que imponían las características de los diversos espacios territoriales en los que los Serra operaron.

Pero además en la obra se manifiestan de modo muy patente las formas de articular el servicio al monarca durante generaciones y se profundiza en la conformación de identidades diversas en el seno de un mismo linaje lo que constituye una clave más para explicar el éxito y la permanencia del clan mercantil. Aproximaciones que son imposibles de detectar si no se apela a un análisis micro como el que aplica la autora. Un método de observación histórica centrado sobre todo en la trayectoria de los individuos y no tanto en la familia como conjunto y en el que Ben Yessef ha reservado un lugar especial para dar visibilidad al rol de las mujeres en el entramado relacional de la red de los Serra. A través de su relato se percibe que el papel de esas mujeres no quedó reducido a ser «simples mercancías para el intercambio matrimonial» (p. 1.046) y ello es así porque tal y como la autora explica, el patrimonio que controlaban, su capacidad para tejer clientelas y la autonomía que les reconocían las leyes de la República como fideicomisarias de sus padres y maridos difuntos, las convirtieron en sujetos con cuotas de poder efectivo. Hoy sabemos, a través de otras investigaciones recientes, que esta situación no fue exclusiva de las genovesas y que podemos encontrar desempeños afines en amplias zonas de la Europa occidental y especialmente mediterránea para los mismos periodos.

La monumental investigación de Yasmina Ben Yessef permite apreciar la naturaleza de una empresa policéntrica y trasnacional forjada a imagen y semejanza de la de la propia Monarquía y superpuesta a ella, constituyendo un ejemplo acabado de lo que supusieron este tipo de redes de negocios de origen ligur, pero de carácter trasnacional. Redes fraguadas a través de una tupida red de agentes jerarquizados capaces de subvenir de modo flexible y realista las exigencias de una estructura estatal extraordinariamente compleja y policéntrica siempre necesitada de liquidez. La autora nos muestra que la empresa de los Serra fue capaz de desarrollarse a partir de la implementación de un comportamiento mimético, aprendido por sus líderes en los estadios bajos y medios de otras empresas financieras anteriores que habían descubierto la esencia simbiótica de la relación que podían mantener con la Monarquía, tras el vuelco político-relacional protagonizado por Andrea Doria y sus afines durante el primer cuarto del siglo XVI que se vio reforzado en sus fundamentos a partir de 1576. Los Serra, tal y como relata Ben Yessef, conquistaron su posición preminente cuando lograron tener el capital relacional y la fortaleza suficientes para dar el salto a los estadios más destacados de la alta finanza. Lo hicieron como supervivientes de los envites de la última suspensión de pagos decretada por Felipe II y como gestores del Medio General del tercer Felipe bajo los auspicios de Lerma y la protección directa de uno de los gestores de la Real Hacienda en esos momentos, Ramírez de Prado. Una suerte política que dio un vuelco durante el periodo de influencia de Olivares cuando el acceso a los grandes negocios financieros con la Monarquía y a los hombres de confianza del nuevo valido no fue tan fácil para ellos. Operaron de un modo similar al esgrimido por otros hombres de negocios cosmopolitas antes y después, aunque siempre dentro de los parámetros de confort solidario que la estructura híbrida de la República ligur les brindaba. En definitiva, la obra de Ben Yessef resulta imprescindible para entender la naturaleza política de la Monarquía Hispánica y su continuada alianza con estas redes de conectores que provenientes de su limes coadjutor, en este caso de Génova, resultaron indispensables para mantener la hegemonía y la supervivencia.