La obra colectiva que reseñamos aquí incorpora parte de los resultados obtenidos entre 2019 y 2022 en el transcurso del proyecto de investigación «Las ciudades de la Corona de Castilla. Dinámicas y proyección de los sistemas urbanos entre 1300 y 1600 (CIUCASDIN)» (Ref. HAR2017-82983-P), coordinado María Asenjo y David Alonso, continuando así con una línea de investigaciones exitosas que en las últimas décadas han venido desarrollando para el mundo urbano algunos de los autores del libro y especialmente los directores del proyecto.

En esta ocasión, el objetivo de la obra es el examen de las «dinámicas urbanas» en diferentes ámbitos: económico, político, jurídico, social o cultural. Desde esta perspectiva se da un paso más en el conocimiento del dinamismo urbano, un campo de estudio que, como se señala en la introducción de la obra, ha correspondido más a geógrafos, arquitectos y arqueólogos y que, ahora, es abordado metodológicamente a partir de la consideración de los contextos históricos. Este cambio de enfoque permite comprobar cómo, lejos de ser el escenario de actuación de otros poderes, las ciudades tuvieron una gran capacidad de acción e influencia sobre otros espacios.

El análisis se proyecta sobre un marco cronológico amplio, los siglos XIV-XVI. Las investigaciones incluidas en este volumen se fijan con acierto en la larga duración, lo que permite observar rupturas o continuidades en estas dinámicas. El marco espacial escogido es la Corona de Castilla, uno de los territorios más urbanizados de la Europa de finales de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, cuya experiencia sirve de modelo en la proyección hacia Canarias y América, tal y como se aborda en el último bloque de esta monografía.

Las investigaciones incluidas en este volumen presentan entre sí elementos comunes que vehiculan la obra y le dan coherencia, a la vez que conectan con las perspectivas actuales de las investigaciones sobre el mundo urbano, como la simbología urbana y el empleo de referentes discursivos entre las ciudades y el resto de agentes políticos o la valoración de las «pequeñas villas» en la escala regional, que en los últimos años ha aportado grandes resultados como han demostrado los recientes trabajos y coloquios organizados por Adelaide Millan da Costa o la XXII Semana Medieval de Estella celebrada en el año 2019 en torno a esta cuestión. Muchos de los capítulos del libro se ocupan asimismo del fenómeno de las jerarquías y redes urbanas que, si bien tiene un largo recorrido desde que en 1933 Christaller publicara su obra sobre la Teoría de los Lugares Centrales, en los últimos años ha venido interesando de manera especial a la historiografía urbana, como demuestra el monográfico del Anuario de Estudios Medievales que la propia María Asenjo coordinó en 2018 sobre «La jerarquización urbana en la Baja Edad Media. Aspectos políticos, socioeconómicos y devocionales». De este modo, los trabajos que integran el volumen presentan diferentes escalas de análisis desde las que es posible evaluar el dinamismo urbano, con casos que van desde lo local y regional hasta, ya en el siglo XVI, aproximaciones más globales en el marco de la Monarquía Hispánica. Se insertan además estudios comparativos que no sólo conectan uno y otro lado del Atlántico, sino que se interesan por otros territorios como Portugal o Italia.

En último lugar, los procesos examinados en esta monografía pretender servir para reflexionar sobre el presente, entendiendo que sólo desde este es posible interrogar al pasado. De este modo se inicia el volumen a partir del trabajo de David Alonso. El autor, a modo de introducción, reflexiona sobre la propuesta del sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman de «sociedad líquida» y sobre las perspectivas del mundo VUCA (volatility, uncertainly, complexity and ambiguity) que han servido para conceptualizar nuestro presente en términos de volatilidad y de cambio continuo, para ver si es posible localizar algunas de estas características en el mundo urbano de comienzos del siglo XVI.

A partir de aquí las otras veinte aportaciones que conforman el libro se estructuran en tres bloques, que permiten dar una cohesión a la obra a pesar del carácter particular de cada uno de los estudios.

El primero de estos bloques es el que corresponde a las «dinámicas de integración». Por un lado, de integración económica y mercantil, partiendo de un primer estudio dedicado a la reflexión heurística sobre los elementos de integración en la economía mercantil hispánica a cargo de David Igual. A partir del ejemplo del pescado el autor detecta la creación de espacios de relación suprarregionales e internacionales vinculando a regiones, agentes económicos y diferentes escalas de mercado. En esta línea se integra el trabajo de Tomás Puñal, sobre la producción textil en Toledo, el cual nos permite nos permite observar las diferentes dinámicas de adaptación que lograron que Toledo ocupase un espacio destacado dentro de la industria pañera del reino, llevando a sus élites mercantiles y artesanales a ocupar una cierta preeminencia en el mercado castellano. Completa la visión sobre la ciudad del Tajo el capítulo de Ángel Rozas con el objetivo de examinar la capacidad de esta urbe para vertebrar una jerarquía comercial dentro de la Península Ibérica. El estudio de la infraestructura comercial de Toledo da paso a un interesante análisis sobre la afluencia comercial hacia Toledo que permite evidenciar cómo la urbe habría dinamizado el comercio del centro peninsular, si bien sus élites comerciales habrían actuado a una escala mayor que superó el espacio regional. Dentro del marco de la integración económica podríamos incluir el trabajo de Ludof Pelizaeus, cuyo objetivo es interrogarse por las redes urbanas centroeuropeas a partir del comercio, las rebeliones y la esclavitud. El autor constata evoluciones y transformaciones como la relación entre la evolución económica y los levantamientos o la vinculación entre la mayor o menor capitalización urbana y la intensidad de las revueltas o entre la creciente globalización, con nuevas vías de comunicación, y la movilidad de sus habitantes, sus ingresos y el consumo y la aparición de nuevas formas de dependencia y no-libertades. La cuestión de la jerarquía urbana está también presente en el trabajo de Raúl González Arévalo, donde se examinan los criterios de jerarquización entre ciudades que aparecerían reflejados en el itinerario del viaje seguido por un mercader milanés a su paso por Castilla en la segunda década del siglo XVI.

Más en la línea de la integración política se inserta el capítulo que María Asenjo dedica al fracaso del modelo comunal de los baldíos en los siglos XV y XVI. La autora aborda este fenómeno desde una perspectiva renovada, interesándose por el uso y mantenimiento de los baldíos y su relación con el desarrollo urbano. Destaca la actuación regia en la gestión de los baldíos y comunales, interviniendo en los derechos de uso a través de desamortizaciones y posteriores ventas que regularon la situación, solventando así el estancamiento que a finales de la Edad Media sufrían estas tierras. Un modelo que, como bien examina la autora, se implanta en el territorio americano. En último lugar cabe mencionar dentro de este primer bloque el trabajo de Adelaide Millán da Costa y Miguel José López-Guadalupe. Los autores nos ofrecen un estudio comparado de dos territorios muy similares en la frontera de Portugal con Castilla, los Tras-os-Montes e Alto Douro y la de Castilla con Aragón, la Extremadura Oriental. El análisis se plantea sobre la base de las «pequeñas villas» a partir de tres ejes: su carácter fronterizo, la importancia militar y estratégica y los intercambios comerciales y la movilidad. Sobre esta base los autores concluyen cómo a pesar de las diferencias entre ambos espacios se desarrollaron medidas similares de cara a favorecer el poblamiento o el abastecimiento.

El segundo bloque de la obra «dinámicas de creación» lo integran seis capítulos cuyo nexo es el análisis de los espacios y procesos de creación que tuvieron lugar en el mundo urbano en torno a dos ejes: lo cultural y lo religioso, ambos vinculados a aspectos simbólicos. Inauguran este apartado las páginas que Silvia María Pérez y Alberto Ruiz dedican a los libros e intelectuales en el reino de Sevilla en el tránsito de la Edad Media a la Modernidad, interesante de cara a comprobar el desarrollo de la enseñanza en este espacio que culmina con la fundación de la Universidad de Sevilla en 1505, el desarrollo notable que alcanzó la producción de libros en la época moderna o el ejemplo particular del bachiller Luis de Pedraza, autor de la historia más antigua de Sevilla, compuesta en torno a 1535. La cultura escrita da paso al estudio de Alejandro Ríos Conejero sobre el lenguaje y cómo este configura a lo largo del siglo XV las relaciones entre Sevilla y su tierra, tema que en los últimos años está dando enormes frutos con autores como José María Monsalvo Antón o José Antonio Jara Fuente, que nos acerca aquí al empleo de referentes comunes como el vasallaje o la defensa de privilegios o libertades a la hora de revindicar posiciones políticas por parte de uno u otro agente. Las relaciones de poderes se encuentran igualmente en la base del trabajo que Raúl Romero dedica a los palacios nobiliarios urbanos en los siglos XV y XVI. La transformación física y simbólica del espacio urbano se observa asimismo en el apartado de José María Miura sobre los conventos en la Andalucía Bética y en el de Magdalena Valor a propósito de la conversión de mezquitas en iglesias en la baja Andalucía. Finalmente, la cuestión religiosa enlaza con lo social y económico a través del estudio que Asunción Esteban Recio y Elisa Diago dedican a los Cazalla Vivero de Valladolid, familia de financieros y heterodoxos a finales de la Edad Media y comienzos de la Modernidad.

El último bloque del trabajo se centra en las «dinámicas de proyección», permitiéndonos comprender cómo el modelo castellano se exporta a Canarias y América. La cuestión de la jerarquía urbana se aborda ahora a partir del ejemplo de La Palma por Aña Viña, espacio en el que se consolida una élite basada en la conquista y en el poder económico, determinando un modelo social muy similar a lo documentado en otros espacios de la Castilla peninsular. El desarrollo social y urbano del espacio antes y después de la conquista es asimismo objeto de estudio por parte de Carlos Santamaría Novillo sobre el caso de Azcapotzalco. La visión de los conquistadores sobre el nuevo espacio urbano atañe al capítulo de José Luis de Rojas, a partir de las visiones que Hernán Cortes, Francisco López de Gómara, Bernal Díaz del Castillo y Francisco de Salazar transmitieron sobre Tenochtitlan. Por su parte, el traslado del modelo político castellano se ve bien en el estudio de oficiales regios a Canarias y América, como los continos reales examinados por María Francisca García Alcázar. En esta línea se sitúa el sugerente trabajo de Mª Ángeles Martín Romera sobre los juicios de residencia en América y su relación con la gestión urbana. A partir de este ejemplo se comprueba cómo la importación de modelos no es estática, sino que se produce una comunicación en ambas direcciones, de tal modo que la experiencia americana llegó a transformar la práctica urbana castellana. Esta misma cuestión se aprecia en el estudio de Ángela Orlandi sobre las conexiones y la jerarquización urbana entre Italia y América y en el Sean Perrone, también en el marco de la representación y negociación política sobre el estudio de las juntas y procuradores.

En definitiva, se trata de una obra de un enorme interés a la hora de entender las diferentes dinámicas urbanas que tuvieron lugar en Castilla entre los siglos XIV-XVI y cómo estas se proyectaron a otros espacios como Canarias y América.