Resumen

Habiendo conquistado las Filipinas, los españoles lograron tener contactos directos con los naturales de la China, Imperio con el que soñaban conectar. En el presente trabajo intentamos, a partir de las fuentes primarias tanto españolas como chinas, recuperar la importancia de lo que significaba un intérprete en aquella conexión, a través de la figura de Sinsay, como le llamaron los españoles, o Lin Bixiu en chino. Este asumió unas responsabilidades imprescindibles para que dos potencias tan distintas como España y China, generaran las primeras relaciones diplomáticas fructíferas en los años setenta del siglo XVI, produciéndose lo que hoy llamaríamos un fenómeno de globalización.

Palabras clave: España; China; Filipinas; Sinsay; Lin Bixiu; intérprete.

Abstract

Having conquered the Philippines, the Spaniards managed to have direct contact with the natives of China, an empire they had dreamed of connecting with. In this paper, based on both Spanish and Chinese primary sources, we tried to recover the importance of what an interpreter meant in that connection, through the figure of Sinsay known by the Spaniards or Lin Bixiu in Chinese. This man was considered to bear essential responsibilities for these two superpowers that are diverse to generate the first diplomatic relations in the seventies of the 16th century between Spain and China, producing what we would call a phenomenon of globalization today.

Keywords: Spain; China; Philippines; Sinsay; Lin Bixiu; interpreter.

Recibido / Received: 14/03/2022; Aceptado / Accepted: 23/03/2023; Publicado en línea / Published online: 21/12/2023

Cómo citar este artículo / Citation: Li, Chenguang y Paniagua Pérez, Jesús, «Comercio, guerra y embajada: el chino Sinsay y la importancia de los intérpretes en las primeras relaciones entre China y España en las Filipinas», Hispania, 83/274 (Madrid, 2023): e037. https://doi.org/10.3989/hispania.2023.037.

Fuente de financiación / Funding sources: Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación «Recopilación, traducción e investigación sobre los archivos diplomáticos relativos a China durante los siglos XVI y XIX en España (19VJX042)», financiado por la Oficina Nacional de Filosofía y Ciencias Sociales de China; del proyecto de investigación de la Junta de Castilla y León «La herencia clásica y humanística: la alegoría en el mundo hispánico (LE028P20)», financiado con Fondos FEDER; y del de la Universidad de Estudios Internacionales de Zhejiang «La provincia Zhejiang en las fuentes de la corte española del siglo XVI: recopilación, traducción e investigación sobre los documentos históricos (2019G2)». También se enmarca en las líneas del Grupo de Investigación Reconocido «Humanistas (HUMTC)» de la Universidad de León, España.

Los contactos directos y oficiales entre los dos imperios más poderosos del siglo XVI, el chino de la dinastía Ming en Oriente y el hispano de los Austrias en Occidente, tuvieron durante los años setenta como punto de encuentro las islas Filipinas y un espacio intermedio de intereses y conexión en América. De nuevo se demostraba la importancia del conocimiento de la lengua del otro, siendo los sangleyes comerciantes chinos en las Filipinas, el principal vehículo para esa relación. De hecho, se cree que fueron ellos quienes entregaron a las autoridades de las islas el primer mapa conocido en Europa de la costa oriental de Asia, que pudieron estudiar los frailes agustinos con la colaboración de intérpretes chinos[1]. Se precisa que la traducción de la toponimia para enviarlo a Felipe II, en 1574, se debió a un contemporáneo de Sinsay, Chen Huiran, más conocido por Hernando[2].

Hasta ahora, las investigaciones han tenido en cuenta, sobre todo, a los traductores europeos, especialmente a los religiosos como fray Juan Cobo, pero no se ha ahondado tanto en los asiáticos, si bien hay alusiones de interés en trabajos como los de Borao, Béguelin-Argimón, Folch i Fornesa, García-Abásolo y Gil, entre otros. Sin embargo, las traducciones hechas por españoles, al igual que ocurría en las Indias, podían ser confusas, como se aprecia en la toponimia, donde incluso un mismo autor podía dar varios nombres al mismo lugar, como lo hizo Loarca con Taiwán[3]. También es cierto que hubo serios intentos por avanzar en la comprensión del otro, reduciendo la lengua a «arte», lo que dio lugar entre los hispanos a gramáticas, diccionarios y manuscritos lexicográficos[4], para lo que ya contaban con la experiencia americana. No obstante, los chinos no tuvieron demasiado interés en el conocimiento de las lenguas y de la cultura europeas, aunque sí lo tenían en el de las naciones vecinas, especialmente las tributarias[5]; así, existía una institución conocida como Siyiguan[6], creada por los Ming. Se trataba de una especie de escuela de traductores con varias secciones para las siguientes lenguas: mongol, tibetano, persa, tailandés, camboyano, sánscrito y chagatai, a las que posteriormente se fueron añadiendo otras. De esta institución salieron algunos diccionarios de los mencionados idiomas y del chino mandarín. En consecuencia, hubo que esperar hasta el siglo XIX para conocer los verdaderos intentos de sistematización de la lengua española[7].

Lo que se ponía de manifiesto eran las dificultades y limitaciones que implicaba el estudio de la lengua china[8]. Recientemente se ha editado un diccionario escrito hacia 1620 del dialecto minnanhua[9], aunque hay noticias de una obra anterior de Martín de Rada, escrita entre 1572 y 1576, hoy desaparecida. Sin embargo, aquellos intentos no estuvieron dirigidos al aprendizaje del chino mandarín, lengua general del Imperio, sino que, con un sentido más pragmático, optaban por los dialectos locales de la costa que permitieran una inmediata comunicación. Lo que resulta evidente es que los intercambios lingüísticos de los castellanos, lo mismo que en las Indias, se hicieron inicialmente en el marco de la propagación del cristianismo.

Antes de todo intento regularizador del aprendizaje de la lengua, en la práctica, los primeros chinos en contacto con los españoles tuvieron que afrontar el conocimiento del castellano desde la propia praxis, por el sistema de inmersión. Así lo hicieron aquellos que, desde Fujian, expresándose en minnanhua, viajaron a Manila. Esta ciudad, en la que confluían los intereses de Europa, América y Asia, se convirtió en el centro de un movimiento lingüístico en que el intérprete era una figura primordial, al que los españoles denominaron «lengua», ladino, truchiman, trujamán, y dragomán, o con el americanismo nahuatlato y sus variantes: navatato, naglatlate y naguatato[10]. La actividad de estos en los primeros tiempos de contacto, como la de nuestro Sinsay, se caracterizó por su temporalidad, puesto que solían desarrollar sus funciones durante un tiempo limitado, condicionado por unos acontecimientos determinados.

Aquellos pioneros, como comerciantes que eran, recurrieron a un aprendizaje elemental. Desconocemos qué métodos pudieron utilizar para adquirir nociones de una lengua tan distinta como el español y de una forma tan rápida, al margen de la obligada inmersión, pero lo cierto es que obtuvieron unos buenos resultados a partir de la práctica del comercio. Sinsay, precisamente, sería un buen ejemplo de todo ello, y no solo como intérprete, sino como formador de los españoles en las costumbres de la milenaria China. A pesar de ello, no ha merecido una atención especial, más allá de algunas citas sobre su misión entre algunos autores contemporáneos suyos. Es más, la mayoría de las monografías y los trabajos españoles en los que se incluye información sobre su persona, ni siquiera mencionan su nombre original en chino, Lin Bixiu[11]. Este desconocimiento es lo que nos ha movido a realizar una investigación más profunda sobre este intérprete cuyo nombre real sí se mencionó en algunos trabajos en chino como los de Lee, Tang y Li[12]. Así, apoyados en las fuentes consultadas tanto en español como en chino, intentamos un acercamiento a Sinsay, en la medida en que fue decisiva su participación en la conexión entre dos culturas tan diferentes, que tuvieron que aprender a convivir en aquellos complicados momentos del último tercio del siglo XVI. También lo fue la del destacado Hernando, así como la de Çanco, Miguel de San Nicolás y Francisco de San Pablo[13]. Esta convivencia se diferenció de la americana, en que en aquella hubo un mayor contenido de imposición de los vencedores.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS: EL CONTACTO ENTRE EL IMPERIO MING Y EL ESPAÑOL[Subir]

Parece fundamental dedicar unas líneas al momento histórico y a las condiciones en las que se desarrolló la vida de nuestro intérprete, como uno de los pioneros de la relación lingüística de los dos grandes imperios del momento[14]. El 16 de marzo de 1521, los miembros de la expedición de Magallanes, después de abandonar el cabo Deseado en Chile e iniciar su ruta pacífica, llegaban a la isla de Samar, en el archipiélago filipino, al que dieron el nombre de San Lázaro[15]. En 1544, la armada de Ruy López de Villalobos, que partió de Nueva España, llegaba a las islas del Poniente, renombrándolas como Filipinas en honor al futuro Felipe II[16]. Después de varias navegaciones organizadas en aquella década, los castellanos abandonaron las empresas transpacíficas por algún tiempo, hasta 1564, año en el que se produjo la conquista definitiva por Miguel López de Legazpi[17]. A partir de ese momento y por las condiciones a las que habían dado lugar el Tratado de Tordesillas (1494) y el de Zaragoza (1526), América se convertiría en el nexo obligado de las posesiones asiáticas con España, con todo lo que ello suponía; de modo que las Filipinas no fueron sino una prolongación del Nuevo Continente, que acercaba a los castellanos al gran Imperio oriental.

En cuanto a China, las primeras evidencias de contacto con las islas databan del año 661, fecha inscrita en una lápida sepulcral de un chino en Maasin (Leyte)[18]. En el 982 consta que los comerciantes de la isla de Mindoro tenían presencia en Cantón[19]. En 1327, conforme a los registros oficiales de la dinastía Ming (1368-‍1644)[20], el gobernador de Luzón envió una embajada a Pekín, como también se enviarían otras en 1405 y 1410. Por su parte, la dinastía Ming, a partir de 1397, impuso el cierre de los puertos al comercio extranjero, aplicando la llamada «haijin» (la prohibición del mar). Esto no evitó que las provincias costeras se dedicasen al contrabando y visitasen los más variados lugares del sureste asiático, favoreciendo con ello los intercambios culturales[21]. Fue en 1567 cuando se abrieron las fronteras al comercio en las provincias de Fujian y cuando el puerto de Haicheng se hizo clave para las exportaciones chinas[22], como lo pudieron comprobar los españoles a su llegada, que convertirían a Acapulco en su contrapartida americana, siendo Manila el nexo entre ambos.

Pero no solo la apertura de los puertos afectó a las relaciones comerciales entre España y China, sino también otro fenómeno que tenía su origen en el siglo XV, cuando la fiscalidad imperial permitió el pago en plata, por lo que la demanda de esta aumentó y la Corona española fue una abastecedora indispensable, con la producción minera de sus posesiones en las Indias Occidentales. La consecuencia inmediata fue el incremento del comercio de manufacturas hacia las Filipinas desde las provincias chinas del sur, como Jiangsu, Zhejiang, Fujian, Jiangxi y otras, lo que a su vez supuso un aumento de los cultivos de plantas industriales y de talleres manufactureros, sobre todo de texiles y de porcelanas. Es decir, la creciente producción argentífera americana tenía como uno de sus principales destinos el Celeste Imperio, proveedor a su vez de productos de lujo a través del Galeón de Manila, tanto para la metrópoli, como para las posesiones indianas y los mercados europeos. Estaríamos, pues, ante el primer resultado claro y patente de un proceso de globalización en la historia de la humanidad, siendo América el nexo de las grandes áreas geográficas del mundo, al mismo tiempo que gran consumidora de mercancías orientales. Estas, con frecuencia, eran producto del contrabando por la vía de Acapulco dentro del llamado silk to silver trade[23].

Los españoles no tardaron en ser conscientes de lo que suponía la cercanía a la China de los Ming, que solo estaba a «dozientas leguas poco más o menos de instancia al sur dellas»[24], y de la potencialidad comercial de la misma. Además, se recibían informaciones, como las de aquellos chinos que habían logrado escapar de sus captores en Borneo, que comunicaron que aquella nación era «cosa gruesa y de cómo en ella ay gran puliçía, gente muy bien tratada, y que en el govierno ay horden muy pulida»[25].

Los contactos iniciales se hicieron por medio de mercaderes locales, tal y como se manifestaba en 1565: «Pero a la verdad no llegan por acá juncos chinos, porque son navíos muy grandes, y no son para entre estas islas. Y que a Borney y Luzón van cada año donde ellos compran destos chinos lo que traen a estas islas»[26]. Aquella conciencia provocó la necesidad de plantear proyectos de acercamiento, siendo el primero el de Juan de la Isla, en el mencionado año:

Si V. Magestad fuere servido que se vea por vista de ojos esta tierra, yo me ofrezco dándome dos navíos de doscientas y cinquenta toneladas poco más o menos, y con quarenta soldados en cada uno y la artillería municiones y bastimentos necesarios con el favor de nuestro Señor, llevando alguna orden de embaxada al señor de la tierra de entrar en ella por mi propia persona y bolver costeándola para la Nueva España y ver la orden que se deve de tener assí para la contratación de la tierra como para la conquista si V. Magestad fuere servido[27].

La presencia hispana había provocado el abandono comercial por parte de los chinos de los puertos que aquellos dominaban. Existían serias dudas sobre ellos y sobre las formas de contratar que podían tener. Solo en los años setenta las mercancías comenzaron a llegar con fluidez, utilizando intermediarios filipinos, muchos de ellos de los llamados «moros»[28]. Fue entonces cuando Legazpi se planteó trasladar el centro de sus actividades a Luzón, como lo comunicó en 1570 al virrey de Nueva España y a Felipe II, pidiendo instrucciones para seguir con la conquista[29].

Durante el proceso de la misma, Martín de Goiti tuvo un comportamiento muy humanitario con los chinos, algunos de los cuales habían llegado desde Japón con sus familias, por lo que los capitanes de cuatro juncos que fondeaban en la bahía de Manila, le regalaron «agurd[i]ente, gallinas, arroz limpio y unas pocas de pieças de seda y otras bugerías de poco balor»[30]. Aquella generosidad, unida a la de Legazpi liberando y salvando a otros chinos, abrió el camino de las relaciones comerciales directas entre ambos imperios[31]. Así, tres comerciantes de los rescatados por el mencionado Legazpi regresaron a Manila con sus mercancías, como habían prometido; incluso el gobernador de Fujian, debido a tan generoso comportamiento, dio licencia a sus vasallos para que pudiesen contratar con los españoles[32].

No en vano de aquella provincia procedían los comerciantes que optaron por instalarse en Manila «por estar muy cerca y ser ricas las Filipinas, más de diez mil comerciantes de Fujian se fueron y muchos de ellos no volvieron, quedándose de forma permanente allí donde también tuvieron sus hijos»[33]. Desde Haicheng los juncos tardaban 15 días en llegar, trayecto que se hacía en marzo, con el monzón favorable. Una vez allí, disponían de un plazo de seis meses para vender sus productos, aunque tal condición no tardó en trasgredirse:

… tratan aquí los chinos del pueblo de Chinchiu [Zhangzhou] y Hocchiu [Fuzhou] y según su parecer es gente mas doméstica, digo de los chinos y humilde y de mar. Tienen las casas de cal y canto y de ladrillo, las ciudades muradas y de sillería. Y según la relación de un chino principal, llamado Çanco, que tuve yo en nuestra casa de Çubú casi medio año[34].

Aprovechando aquellos contactos y manteniendo el modelo de cristianización practicado en América, los agustinos «determinaron pasar a la China en uno de estos juncos, para lo cual hicieron elección de los padres fray Agustín de Alburquerque y fray Alonso de Alvarado»[35]. Legazpi quiso servirse de aquel celo para que se fueran como embajadores a Pekín, tratando en nombre de Felipe II de paz y amistad perpetua[36]. El proyecto no prosperó por la prohibición imperial, bajo pena de muerte, de permitir la entrada de extranjeros sin autorización expresa[37]. Para entonces, Felipe II había manifestado la necesidad de un acercamiento lingüístico, al considerar que en toda conquista o relación con otros pueblos era necesario contar con intérpretes a propósito[38], lo que implicaba tanto al mundo americano como al asiático.

LA PRIMERA PRESENCIA DE SINSAY Y SUS ACTIVIDADES EN LAS FILIPINAS[Subir]

Entre tanto la actividad comercial seguía su desarrollo y en el Galeón de Manila de 1573 se transportaron a Acapulco 712 piezas de seda china y 22.300 piezas de porcelana fina con cantos dorados[39]. Al año siguiente 14 embarcaciones llegaron a Filipinas con «harina, trigo, çebada, açúcar, nuezes, passas, ygos, açutaytas[40], naranjas, pimienta y peras y otras frutillas, de las quales suelen traer»[41]. En ese mismo año se asentaron por primera vez en las cuentas oficiales los nombres de tres comerciantes del Imperio: Sanco o Çanco, Minsan y Sinsay. Este último, debido a la gran cantidad de mercancías que transportó, recibió de los oficiales españoles más dinero que sus coterráneos. Entre sus productos había pólvora y armas para la defensa de Manila; así, 400 chinantas[42] de hierro de Borneo[43]. Aquel año, frente a lo que era tradicional, se pagó la mercancía en oro y no en plata:

Este día se pagaron de la dicha caxa y del dicho cargo çinqüenta e seis pesos y seis tomines de oro común a Sinsay, indio chino, por los rescates que d´él se conpraron para la dicha carauela, conforme a la carta de pago que dio ante Diego Alemán, escrivano.

En doze de junio del dicho año [1574] se pagaron de la dicha caja ocho pesos de oro común en dos taes de oro linguingui a Sinsay, indio chino, por las chinantas de pólvora que se le tomarron para su Magestad, de que dio carta de pago ante Diego Alemán, escrivano[44].

Una vez efectuado el negocio, Sinsay no regresó a su tierra, sino que permaneció en Filipinas y asistió al ataque del pirata Limahón (Lin Feng), en 1574. El invasor era miembro de una poderosa familia y formaba parte de una de las bandas que tenían su centro en Raoping, provincia Cantón[45]. Había logrado imponerse a otros grupos piráticos, convirtiéndose en un objetivo de la persecución oficial, especialmente desde 1572[46], cuando el acoso de las fuerzas de coalición de Fujian y Cantón se plantearon que «una vez que se una la tropa de las dos provincias, volveremos a tomar impulso y esperamos derrotar a los bandidos de la noche a la mañana»[47]. En consecuencia, buscó establecerse en otros parajes, como las islas de Hainan, Penghu islas Pescadores o Taiwán. Desde esta última, el 19 de noviembre de 1574, con 40 navíos se desplazó hasta Luzón[48]. El destino elegido, por una parte, tuvo que ver con Yan Youqian, responsable de las acciones marítimas de los piratas, que conocía bien la isla[49]. Por otra, conforme a las fuentes españolas, mientras el pirata permaneció en Tusilzuam-stacoatica[50], los comerciantes del lugar le ofrecieron a Lin Feng valiosas informaciones que le determinaron a tomar aquel rumbo:

Estando en esta isla succedió a pasar por allí unos navíos de mercaderes que ivan de Manila i siendo tomados por Limahón i viendo la riquesa que llevavan de oro i reales, informándose de donde venían y disiendo los mercaderes ivan de Manila donde estaban los españoles, informado del descuido que avía en ellos i de como estavan sin fuerte y el artillería desencavalgada i que no avía en la ciudad sino sesenta u setenta hombres[51].

El 23 de noviembre, en la costa de Ilocos, la flota liderada por Limahón atacó una galera española, lo que costó la vida a unos 20 embarcados[52]. La noticia corrió como la pólvora, pero cuando el 30 de noviembre de 1574 los piratas llegaron silenciosamente a la playa de Manila, los españoles todavía no estaban preparados. Lin Feng permaneció en el barco, mientras 400 de sus hombres, liderados por el japonés Sioco[53], desembarcaron y, guiados por un espía, se dirigieron a la casa del gobernador Guido de Lavezares[54]. En aquella incursión asesinaron, entre otros, al maestre de campo Martín de Goiti[55]. La resistencia que opusieron los aproximadamente 30 españoles que se quedaron con el gobernador hizo que los atacantes, aún siendo más numerosos, abandonasen la ciudad. Tras ello, unos 50 soldados iniciaron el contraataque sin que

… hiziesen nada más que matar a dos de los nuestros, e dexando más de dozientos de los suyos tendidos se voluieron a enbarcar, e luego se hizieron a la uela, buelta de Pangasinán, que es un rrío en la misma isla de Luçón, çincuenta leguas de Manila[56].

Aquella situación no solo afectaba internamente a Filipinas, sino que ponía en peligro las conexiones intercontinentales con América y Europa[57]. Es a partir de entonces cuando entra en juego la figura de Sinsay, como agente necesario para la defensa de los territorios españoles y, más tarde, como agente negociador con las autoridades chinas[58]:

Este dicho día de San Andres los enemigos muertos que quedaron en la playa fueron conocidos de vn chino que el año pasado quedo en esta çiudad a vender sus mercaderias que se dize Sinsay. E de otros los quales dixeron que aquella armada era de vn cosario sangley que andaua alçado del Rey de china en cuya tierra y costa, avia hecho daño con una armada que traya muy pujante el qual era natural de una ciudad de China que esta en la costa de la mar que se llama Teuechio[59].

Aquel sangley ofrecería a los españoles una lección de estrategia sobre cómo iban a actuar los enemigos en los días siguientes y qué medidas se debían tomar:

Después que huyeron los chinos, vino a gouernador vn chino mercader, que se llamava Sinsay, que aquí estaua, y le dixo quién era el cosario y cómo se llamava, qué poder tenía y que hera cosario, que no venía por horden de su rey, y auisó que sin duda bolvería el tercero día el cosario, que se fortificasen los españoles, y se quitase la paxa del techo de las casas de V. M., porque no las quemasen con fuego, y así se hizo[60].

Lin Feng y su gente no abandonaron el archipiélago y se retiraron a Pangasinan, donde se fortificaron con una muralla «de palmas, bien alta, y el contrafuerte tenía también tablazón»[61]. Es más, aquellos hombres de Limahón comenzaron a imponer tributo a los habitantes de la zona, acumulando recursos tanto alimentarios como de armas.

En Manila, tras el ataque, los naturales, especialmente los llamados «moros», se sublevaron contra la autoridad entre los días finales de 1574 y los iniciales de 1575. Esto retrasó la acción contra los piratas, hasta que el 23 de marzo una flota de 59 navíos al mando del maestre de campo Juan de Salcedo, conformada por 256 españoles y casi 2.500 indios[62], salió para expulsarlos de Pangasinan. En Manila quedaba el gobernador Guido de Lavezares con un número reducido de españoles. Acompañando a los expedicionarios «se llevó a vn chino de mucha capacidad, y buena intención, llamado Sinsay»[63].

Desprevenidos, los invasores sufrieron una gran derrota con importantes pérdidas humanas y materiales, aunque no tardaron en reaccionar, pues entre los planes de Lin Feng no estaba el rendirse. Fue entonces cuando el intérprete actuó como mediador escribiendo una misiva al propio Limahón:

Y assí, por la lástima que te tengo (por ser de mi nación) te escrivo esta, para avisárte de lo que debes hazer, si me creyeres; y es que te vengas de paz al maestre de campo, antes que te acabes de perder; pues el huirte, ni poder esconderte, es por demás; y si aora viniesses de paz, el maestre de campo te perdonará, y te volverá tus mugeres, y los demás cautivos[64].

Sinsay envió el mensaje con el sangley Choncigón, que había estado en Manila, y con un cautivo de los piratas chinos. Lin Feng no dudó en ahorcar al primero, pero contestó a la misiva:

Yo te agradezco señor Sinsay, lo que me escrives y si puedieres hazer concierto de paz con el maestre de campo, me holgaré mucho de ello, pero ha de ser yéndose él primero a Manila, que después iré yo con algunos de mis deudos, y capitanes a besarle las manos, y hazer en Manila el debido acatamiento.Y más si quisiere que recién quemados mis navíos, y casas, me entregue a su voluntad, no lo pienso hazer. Y parecete a ti Sinsay, que sería justo venir yo en esto[65].

La respuesta no satisfizo a los españoles, que tenían en el intérprete, al que denominaban «nuestro chino»[66], como su único canal de comunicación. En consecuencia, se envió una nueva misiva, firmada por Juan de Salcedo, pero traducida por el sangley. En ella se decía a Limahón:

Y entended, que si me he detenido en dar el assalto, no ha sido otra cosa, sino que siendo nosotros christianos, tenemos por costumbre huir (quanto es possible) [de] derramar sangre de inocentes[67].

El responsable de las tropas españolas decía dos veces que no regresaría a Manila sin haberle hecho prisionero. La respuesta fue contundente y de forma oral, pues «no quiso Limahón responder por escrito a esta carta, sino que envió a dezir de palabra, que no era hombre que se espantaba de amenazas»[68].

Terminada la negociación, cuyo punto de confluencia era Sinsay, a partir de mayo de 1575, los españoles suspendieron los ataques armados y decidieron continuar con el asedio. Aquella situación permitió a Lin Feng reponerse de sus pérdidas y reconstruir la flota, mientras esperaba la llegada del monzón del sur para regresar a Cantón[69]. Fue por entonces, cuando en las cercanías de Pangasinan, el barco en el que viajaban Miguel de Loarca y Sinsay se topó con dos grandes juncos chinos, al mando de Oumoncon, Wang Wanggao en su lengua. De nuevo el intérprete tuvo que intervenir para evitar un malentendido, pues los españoles les habían tomado por enemigos:

Y el capitán se llamava Oumoncon, el qual nos enseñó las provisiones del rey de China i perdones para aquel que se reduxese a su servicio i grandes offertas a los capitanes que prendiesen o matasen a Limahon. Visto esto, le embiamos con Sinsay a Pangasinam[70].

Como la expedición china había sido despachada oficialmente por el gobierno local de Fujian, sus actividades se plasmaron en fuentes oficiales y extraoficiales chinas; de ahí que sepamos no solo la identidad real del capitán Oumoncon, oficial militar con título bazong o guohaishaoguan de Fujian[71], sino también algunos datos personales de Sinsay. Este encuentro, favorecido por la interpretación de este último, supuso vincular los intereses de los dos imperios, lo que a la larga intentaba salvaguardar sus conexiones comerciales, que pasaban por el nexo americano como abastecedor de plata y consumidor, junto con Europa, de manufacturas orientales.

En cuanto a la actividad en Pangasinan de los oficiales chinos acompañados por Sinsay, las fuentes de ambos imperios no coinciden en la exposición de un hecho clave, lo que prueba que la fiabilidad de los intérpretes no siempre era la deseada y con frecuencia actuaban en su propio beneficio. Por un lado, el gobernador de Fujian comunicaba al emperador Wanli:

El gobernador de Luzón envió a los religiosos con Wang Wanggao y Lin Bixiu para que informaran separadamente a los diferentes oficiales locales. Al final organizaron una tropa de más de 5.000 soldados locales. El 15 de este mes [el mayo de 1575] eligieron 200 navios militares y el día 18 por la noche entraron en el puerto de Daimao[72] [...] Lin Bixiu y los otros se embarcaron en 20 barcos rápidos llevando las cerillas muy bien elaboradas para poner fuego. Provocaron de repente un incendio de grandes proporciones, ante el que los piratas no supieron cómo actuar, por lo que ellos ardieron junto con sus navíos, quedando solo dos mástiles en el agua [...] Hasta el día 28, aquellos hombres liderados por el propio Lin Feng salieron para luchar desde la mañana hasta la noche, pero terminaron por retirarse, a pesar de que Wanggao y Lin Bixiu fueron heridos por un chong[73]. Más de 90 soldados locales perdieron la vida, al igual que murieron y quedaron lesionados un sinfín de piratas[74].

Por otro lado, no hemos encontrado ninguna fuente en español que mencione esta acción militar dirigida por los chinos. Algunos documentos, cuyos autores estaban por entonces en las Filipinas e incluso participaban en el cerco al fuerte de Lin Feng, coinciden en que el asedio resultaba insoportable para los invasores y Wang Wanggao, al cabo de unos días de inactividad en Pangasinan, salió en compañía de Sinsay como intérprete con destino a Manila para visitar al gobernador Guido de Lavezares[75]:

Wanggao y los demás llegaron a Luzón y entregaron las telas y la seda, entre otros regalos, al gobernador de Luzón. Se percataron de que el habitante del municipio Haicheng de Zhangzhou, Lin Bixiu, estaba comerciando en el extranjero y conocía al gobernador de Luzón, por lo tanto él [Lin Bixiu] fue quien les presentó[76].

SINSAY Y LA PRIMERA EMBAJADA DIPLOMÁTICA ESPAÑOLA A TERRITORIO CHINO[Subir]

Los documentos en chino y español concuerdan en que al llegar a Manila los enviados de los oficiales de Fujian fueron muy bien recibidos por las autoridades. Es más, Guido de Lavezares además de devolverles a varios rehenes chinos capturados por Limahón, también se comprometió con el oficial imperial a entregar a Lin Feng, vivo o muerto, en cuanto fuese capturado. Para mostrar su buena disposición el gobernador le regaló una valiosa «cadena de oro i un vestido de grana, i dio otra cadena de oro al Sinsai por averse avido también en lo que fue necessario en Pangasinam i ser tan amigo i conocido»[77]. Ambas partes quedaban satisfechas y Wang Wanggao aceptó la proposición de conducir una embajada del gobernador de Filipinas a la provincia de Fujian. Las fuentes en chino explican así las causas del regreso de Wang Wanggao:

Como el monzón del sur iba a pasar pronto, Wanggao y los otros temían que no pudieran volver, habiendo dejado el barco de alarma de Zhou Ying [un miembro de la expedición china] para ayudar a los soldados filipinos a proteger el puerto. Entonces decidieron, para informar en China de su triunfo, partir llevando las cabezas de los piratas muertos, a los cautivos, los embajadores y religiosos extranjeros[78].

De acuerdo con las instrucciones decretadas por el gobernador filipino, sus embajadores partían con una triple finalidad para las negociaciones: establecer unas relaciones de amistad, desarrollar el comercio y predicar la fe católica. Para este último pretendía que se permitiera a los misioneros ocupar un enclave en la provincia de Fujian[79]. Al contrario que en América, aquí había un claro reconocimiento del poder del otro, pues se evitaba toda imposición y se solicitaban concesiones, lo que de alguna forma implicaba una relación de iguales, que no se había tenido en las conquistas de las Indias, aunque existían sospechas por ambas partes. El 10 de junio de 1575 Guido de Lavezares también escribió personalmente a las autoridades chinas certificando los hechos en los que había participado Wang Wanggao durante la corta estancia en las islas, y les preparó algunos regalos que, en la documentación hispana, no se enumeraron minuciosamente ni sus contenidos ni su valor, aunque sí en las fuentes chinas[80].

En cuanto a Sinsay, además de traducir la carta del gobernador «en la legua, y caracteres chinos, muy curiosamente escrita, y cerrada y juntamente las otras cartas para el virrey, y gobernadores de Fokién [Fujian], que casi contenían lo mismo que la de el rey»[81], desempeñó otras funciones de importancia como fue trasladar a los cautivos desde Manila hasta Pangasinan, para desde allí dirigirse a las costas imperiales. Como comerciante, también tenía asuntos privados que tratar, como encontrarse «con el maese de campo y cobrar çiertas deudas que le deuían»[82].

En junio de 1575 salía de Pangasinan un junco imperial con la primera embajada española compuesta por los frailes agustinos Martín de Rada y Jerónimo Marín; algunos soldados, como el ya mencionado Miguel de Loarca; un intérprete esclavo de origen chino, Hernando, Chen Huiran[83]; el propio Sinsay; y otros criados indios[84]. Pese a las tormentas y peligros que sufrieron en el viaje, según la relación de Rada, la comitiva llegó el 5 de julio de 1575 a su primer destino, la isla «Tionçoçón», Zhongzuosuo[85], en la actualidad Xiamen, en la provincia Fujian. Fue en aquel puerto donde Sinsay, que había sido tan apreciado y respetado por los españoles, tuvo su primer contratiempo, recibiendo severas amenazas de las autoridades de la isla. Según el testimonio de Martín de Rada, todo se debió a un problema de celos locales, pues Wang Wanggao era natural de aquel lugar, que pertenecía a Quanzhou, Chincheo[86] en las fuentes españolas, mientras que el intérprete era de la ciudad de «Chuinchín», Zhangzhou, y había tenido el honor de ser el delator de Limahón. Esto dio lugar a una persecución de Sinsay y su familia[87], que nos relató Miguel de Loarca:

Este traía en su navío un hijo del Sinzai para obligarle a que fuese con él, que su padre avía aportado perdido como tengo dicho a Chincheo i no avía buelto a su tierra, i viendo que no quería ir el Sinzai le echaron preso al hijo y a su muger y a su madre, que ansí se usa en aquella tierra como vemos muchas vezes pagar los hijos por los padres, por lo qual no se atrevió el Sinzai ir a su casa hasta llevar seguro del virrey y recabdo para soltar a su madre como después se le dio con otras grandes deshonrras que le hizieron[88].

Para Sinsay quedaba probado que el oficio de truchimán comportaba importantes riesgos[89]. A pesar de todo, logró salvarse y acompañar a la embajada española durante todo su trayecto desde Zhongzuosuo hasta Fuzhou, la capital de Fujian, para verse con la máxima autoridad provincial.

Procedentes de otra cultura totalmente diferente a la china, nada más desembarcar, los españoles se toparon con problemas de protocolo. Así, en vez de caminar, tenían que desplazarse en una silla transportada a hombros; al visitar a los oficiales se veían obligados a arrodillarse mientras estos permanecían sentados; además debían practicar una serie de ritos efectuados en las ceremonias, banquetes y audiencias propios de la época Ming. A este respecto, antes de ser recibidos por el xingquandao en chino[90], los delegados diplomáticos hispanos fueron informados de algunas exigencias específicas e inevitables:

… antes de entrar en su casa, hasta darle notiçia de cómo estábamos allí, y él embió primero por nuestro intérprete, y nos embió a dezir por él que auíamos venido hasta allí por su mandato, y que si queríamos verle auíamos de hazerle la mesma cortesía que sus capitanes le hazían, que era hincarnos de rrodillas a la salutaçion, y que si no lo queríamos hazer que nos podíamos bolver de allí al puerto[91].

Gracias a las traducciones y explicaciones dadas por Sinsay y otros chinos que acompañaban a la comitiva de españoles, estos aceptaron las peticiones: «pareçíanos a todos que era bobería por mirar en puntillos dexar de nogoçiar aquello a que veníamos y así nos dieron entrada»[92]. Resuelta esta cuestión, la entrevista aparentemente produjo sus frutos. Habiendo entregado los regalos y las cartas enviadas por el gobernador filipino al mencionado oficial o xingquandao, los embajadores castellanos y sus acompañantes, sobre todo Wang Wanggao y Sinsay, fueron agasajados en Quanzhou. Es más, Pedro Sarmiento y Miguel de Loarca fueron secretamente invitados por el oficial chino, para informarse de lo sucedido con Limahón en Filipinas, pues «como hombre astuto luego entendió quel capitán Oumoncon con el Sinzai i la lengua que llevávamos tratavan mentira»[93]. Es decir, se estaba dudando del intérprete y el militar, porque probablemente los chinos también tenían sus fuentes de información. Aun así, el gobernador les permitió continuar escoltando a los españoles en su camino a Fuzhou, pero se habían puesto de manifiesto las dudas que despertaban los intérpretes. Esto mismo también lo tuvo en cuenta Mendoza en su obra, al decir de uno de aquellos intérpretes que «no se podía tratar por su interpretación cosa de importancia»[94]. Sin embargo, seguían siendo imprescindibles para chinos y españoles, lo que de alguna forma les permitía sobrevivir, a pesar de las dudas, especialmente entre los hispanos, puesto que eran quienes tenían mayores problemas de comunicación y de conocimiento de la lengua de sus interlocutores, que podían contar con los sangleyes de Manila. Se repetía así algo parecido a lo sucedido en América, donde fueron los indios los principales «lenguas» de los que se pudo disponer, especialmente en los primeros tiempos, ya que entre los españoles el aprendizaje de las lenguas autóctonas fue muy limitado, si exceptuamos el ámbito eclesiástico y el de los mestizos.

Los miembros de la embajada, aunque fue acogida con mucha cortesía por los oficiales de la capital de Fujian, al cabo de unos 40 días se vieron obligados a abandonar la misión sin cumplir sus objetivos. En una carta escrita por Martín de Rada a Felipe II al año siguiente, el agustino resumió la estancia en Fuzhou:

nos despacharon para que volviésemos, diciendo que en lo que tocaba a nuestra quedada en su tierra que olgaban de ello más que no querían que fuese por entonces, sino que otro año viniésemos a las islas. Y que si otro año volviésemos allá y quisiésemos quedarnos, quedaríamos. Y que en lo de la amistad y contratación, ellos avían escripto a su rey y que la respuesta no podía venir tan presto, que venía para cuando volviesen de estas islas[95].

A diferencia de los embajadores españoles, Sinsay tuvo más suerte e incluso vio favorecida su promoción social, pues como comerciante su situación no era envidiable. Ahora, sin embargo, había sido nombrado capitán de un navío de la armada para volver a las Filipinas en busca de Lin Feng. Conforme a las fuentes en chino:

… fueron nombrados diferentes tipos de bazong Wang Wanggao, Lin Bixiu y los otros, ya que pasaron a dirigir barcos militares; el bazong interino Shao Yue [Siaoya] acompañó a Ma Lichen [nombre de Martín de Rada en las fuentes chinas] y otros embajadores en su regreso a Luzón para arrestar a Lin Feng[96].

Merece la pena destacar que el título y otros honores los obtuvo Sinsay por sus propios méritos, lo que le supuso el tener que afrontar los celos de sus colegas:

… sucedió esto en el tiempo que el Oumoncon y el Sinzai andaron a malas, i parece ser como dixe atrás que ellos siempre en lo que se trataron de Manila dezían mentiras, diziendo el Oumoncon quando llegó a Manila se avía ydo sobre Limahón, i que él avía dado la industria para que fuesen i le quemasen los navíos i se entrase en el fuerte i por su buena diligencia avían hecho los españoles lo que avían hecho, aviendo quando el llegó a Bulinao mas de 20 días que estava todo hecho, por esto pasó el Sinzai hasta que el Oumoncon le avía dado cargo muy honrroso, que a él aviéndole prometido que en todo serian parejos[97].

Mientras los embajadores estaban en Fuzhou, Lin Feng logró huir del cerco español, junto a mil de los suyos, con destino a su antigua base, en las islas de Penghu[98]. Sin enterarse de esta noticia, el 22 de agosto de 1575, la primera embajada española abandonó la ciudad más grande que habían visitado en su viaje al Celeste Imperio, y regresaban acompañados por una tripulación de unos 500 chinos. Inesperadamente, en el estrecho de Taiwán, unos pescadores les informaron de la presencia de Lin Feng en una isla de Penghu. Los miembros de la armada no llegaron a un acuerdo de cómo actuar. «Homonco y Sinçay hazían brauatas de que querían ir a pelear con el Limhón, pues teníamos los nauíos mayores y mejor adreçados; mientras que el general Siaoya dixo que a él no le embiauan a pelear con Limahón»[99]. Como este tenía un mayor rango, decidieron continuar su viaje hacia Manila, donde llegaron, retrasados por las tormentas, el 28 de noviembre de 1575.

La huida definitiva del pirata y un conjunto de desencuentros entre los embajadores chinos y el nuevo gobernador filipino, Francisco de Sande, dieron al traste con las buenas relaciones anteriores. Sinsay no pudo participar directamente en las negociaciones, ya que nada más desembarcar en Filipinas, «se fue a cuidar de los navíos»[100]. El descontento provocado en la embajada era la consecuencia de que el nuevo gobernador no solo no capturó a Limahón, sino que incluso se conocieron sus absurdos planes para invadir China, que tuvieron su eco entre algunos españoles[101]. Probablemente intentaba rememorar las acciones de conquista en América.

El 4 de mayo de 1576, cuando el monzón fue favorable para el regreso, los enviados chinos salieron de las Filipinas irritados y ofendidos. Aun así, aparentemente cumplieron con la promesa de transportar una segunda embajada, encabezada de nuevo por fray Martín de Rada y su compañero Agustín de Alburquerque. Sin embargo, en el trayecto abandonaron a estos, atados a un árbol, en el puerto de Bolinao, al noroeste de Manila; decapitaron a tres criados; y al intérprete Hernando, «lo azotaron hasta darle muerte»[102], sin que sepamos la reacción de Sinsay ante aquel hecho que implicaba a un intérprete como él. Afortunadamente, los religiosos fueron rescatados por unos navegantes castellanos que casualmente pasaron por allí.

La última referencia a Sinsay que hemos encontrado en las fuentes chinas data del mes de agosto de 1576, cuando con otros conterráneos llegaron desde Filipinas a Zhongzuosuo:

Shao Yue, Wang Wanggao, Lin Bixiu [...] identificaron los cuerpos de los piratas ya ejecutados y mandaron que les enterraran allí. En cuanto a las mujeres, las vendieron oficialmente para que se reincorporaran a la sociedad china[103].

Como otros «lenguas» de la época, una vez que cumplió su cometido, había desaparecido de escena[104].

Todavía pasó un año para que los obsequios que había llevado la primera embajada española fueran aceptados formal y oficialmente por la corte imperial:

Liu Yaohui informó que el bazong Wang Wanggao y los demás, con los soldados de Luzón venció a Lin Feng en el mar quemando sus navíos y matando sus subordinados. Aunque Lin Feng se refugió, durante los asedios, muchos de los suyos fueron degolladas. Los tributos llevados por los embajadores de Luzón llegaron a la institución competente del gobierno [...] El Ministerio de Li[105] dio el permiso para recibir dichos tributos, puesto que Luzón había sido vasallo de nuestra dinastía[106].

Al recibir los mencionados obsequios, Wanli ordenó premiar al gobernador de Luzón, de acuerdo con lo dispuesto por el primer emperador de la dinastía Ming, Hongwu (1368-‍1398). Sin embargo, cuando Sinsay y otros capitanes chinos supieron de la huida de Lin Feng y del comportamiento del nuevo gobernador filipino Francisco de Sande, la máxima autoridad de Fujian, Liu Yaohui, informó a la corte de Pekín que «el nuevo gobernador al parecer no había hecho nada para atacar a los piratas ni mantenía lo pactado con anterioridad, por lo que no debía obtener el premio»[107]. Se suspendió así, momentáneamente, una relación que había comenzado a asentarse entre el Imperio Ming y el hispano.

Los problemas surgidos con los intérpretes y su fiabilidad para las autoridades españolas hicieron que el modelo que representaba Lin Bixiu tendiera a abandonarse en función de obtener una mayor confianza. Cuando se organizó en 1580 la embajada a China enviada por Felipe II y que formaban los agustinos Juan González de Mendoza, Francisco de Ortega y Jerónimo Marín, al llegar a la Nueva España hubo una gran oposición a que la comitiva siguiese adelante con su proyecto. Uno de los que quería continuar con la embajada era fray Francisco de Ortega, que regresó a España para justificar su postura. En la documentación que aportó estaban las diez objeciones que alegaban quienes se oponían a aquella delegación, precisamente la séptima hacía referencia a los intérpretes, que «no ternan fidelidad y que es menester dalles mucho dinero para lleuarlos contentos»[108]. A ello daba respuesta el agustino con dos posibilidades: una de ellas era «sin lleuar infieles, ay chinos cristianos en la ciudad de Manila»[109], sino envíar hacerse acompañar como intérprete de Hernando. Esto indica que el fraile aún no sabía nada de su muerte y demuestra la confianza de los agustinos en un chino bautizado; la otra, era la de favorecer la formación directa de los frailes en la «lengua de la China»[110] por parte de los miembros de su Orden. En realidad, esto último no tenía mucho de novedoso, puesto que ya los agustinos en las Filipinas habían comenzado a desarrollar su aprendizaje tanto para predicar a los sangleyes del archipiélago, como para ofrecerse a visitar el Celeste Imperio[111].

Años más tarde, en 1584, el factor de las Filipinas, Juan Bautista Romano, en una carta dirigida a Felipe II, recomendaba a dos intérpretes para tratar los asuntos de China, en este caso los jesuitas Michele Ruggieri y Matteo Ricci:

Allende de que los padres, Miguel Rugiero y Mateo Rrizi como tengo escrito a V. Magestad, saben ya escriuir, leer y hablar la legua china, rrazonablemente, y entonçes la sabran mejor y podrán declarar las cartas de V. Magestad al rey y a los de su consejo y darles a entender todo lo que se pretendiere, pues no ay otros interpretes en el mundo que sean de prouecho y ha deparado Dios estos dos Padres, que lo seran tan fielmente y personas que con su mucha prudençia y habilidad significaran a los chinos[112].

Sinsay, como otros truchimanes de su época, representa el final de un modelo de «lengua», pues la necesidad de contar con traductores fiables entre las partes dio lugar a que estos tuviesen un carácter más oficial. Así, al crearse la Audiencia de Filipinas, el 8 de junio de 1584, se nombraron intérpretes, que pasaron a tener un carácter institucional con unos deberes y obligaciones[113], como ya sucedía en las audiencias americanas desde 1527.

CONCLUSIÓN GENERAL[Subir]

En el presente artículo, apoyados en las fuentes primarias tanto en español como en chino, hemos recuperado los datos personales y las actividades realizadas de Lin Bixiu, como un ejemplo de lo que los intérpretes de los primeros momentos de contacto intercultural hispánico supusieron en Asia. Su nombre se une al de otros muchos intérpretes de los que se valieron los españoles en su expansión, como la conocida Marina en Nueva España, o los famosos Felipillo y Martinillo en el Perú, por citar alguno de los ejemplos más relevantes. Cierto es que aquella función de vínculo cultural no siempre fue bien vista por los conterráneos de tales «lenguas», que con frecuencia interpretaron la colaboración lingüística como una traición, convirtiéndose en sospechosos colaboracionistas, como le sucedió al propio Sinsay.

Lin Bixiu, aunque poco conocido hasta el presente, fue protagonista indispensable de los primeros contactos oficiales entre España y China, representando lo que era un intérprete de la época en las Filipinas: comerciante o sangley, con funciones temporales para el desempeño de un determinado asunto; generador de desconfianza en lo referente a sus interpretaciones, tanto por parte de los chinos como de los españoles; y hombre arriesgado que ponía en peligro su vida, pues las autoridades chinas sospechaban de los extranjeros que llegaban a su Imperio. Al mismo tiempo, era evidente lo necesaria que resultaba su actividad para establecer un entendimiento a todos los niveles en aquellos primeros momentos de contacto, de modo que los españoles se debatían entre la necesidad de contar con intérpretes y la desconfianza que existía de que las traducciones fuesen fiables. Sobre el peligro de su actividad podemos recordar que el jesuita Alonso Sánchez en los años ochenta no logró hacerse acompañar a China por intérpretes, por el miedo de estos a la pena de muerte que se cernía sobre todo aquel que guiase a algún extranjero a Cantón[114]. Precisamente sería Alonso Sánchez quien además alabaría a Matteo Ricci por su manejo de la lengua, que «aprendió en muy breue su lengua y tantas de sus letras que ya habla con los mandarines sin intérprete, de que ellos se admiren y gusten estranamente»[115].

Lin Bixiu representa la solución al problema de la comunicación de los primeros tiempos con la China imperial. Como casi todos los intérpretes era chino, lo que parece indicar una mayor facilidad de estos para manejar la lengua de los españoles, bien por necesidad de sus actividades comerciales, bien por ser más fácil el aprendizaje del español. No olvidemos que la escritura china no tiene que ver con la pronunciación y que dispone de más de 40.000 caracteres y más sonidos vocálicos. Todo ello, sin olvidar que existía un contacto previo con los portugueses de Macao, cuya lengua, por semejanza con el español, favoreció el aprendizaje de algunos naturales que se habían comunicado con los lusos. Igualmente, nuestro hombre representó la desconfianza que tales intérpretes despertaban para chinos y españoles, lo que aceleraría los intentos por regularizar el aprendizaje de aquella lengua asiática entre los españoles.

Notas[Subir]

[1]

‍LEE y CAÑO ORTIGOSA, 9 (Pekín, 2015): 37-‍41.

[2]

‍KU, 4 (Madrid, 2018): 454-‍460.

[3]

‍RAMÍREZ BELLERÍN, 31 (Taichung, 2018): 108-‍135.

[4]

La lexicografia moderna había nacido en España con la obra de ‍NEBRIJA, 1495.

[5]

‍SCHOTTENHAMMER, 2010: 109-‍110. ‍PARK, 2019: 76-‍78.

[6]

‍REN, 2015. ‍BROPHY, 2019: 177.

[7]

‍BORAO, 2012: 23-‍52.

[8]

‍BORAO, 2012: 26.

[9]

Minnanhua es el dialecto que se habla en Zhangzhou, Quanzhou, Xiamen, entre otros lugares del sur de la provincia Fujian. ‍LEE et al., 2015.

[10]

‍BÉGUELIN-ARGIMÓN, 8/1 (León, 2019): 21-‍38.

[11]

Los investigadores han hecho un resumen de tres significados de la palabra «Sinsay»: el fujinés conocedor del castellano, maestro y señor respectivamente, véase ‍OLLÉ RODRÍGUEZ, 2002: 267. ‍CARRINGTON GOODRICH y FANG, 1976, vol. 2: 1133. ‍BOXER, 1990: 23. Algunos autores han prestado atención a las actividades realizadas por Sinsay como intérprete, por lo tanto, han citado datos personales fragmentarios en sus estudios, como ‍TREMML-WERNER, 2015: 171-‍208. ‍FOLCH I FORNESA, 2006: 267-‍286.

[12]

Como los estudios no se dedican exclusivamente a nuestro protagonista Lin Bixiu, nos ofrecen unas informaciones muy limitadas sobre él. Véase ‍LEE, 2008, vol. 1: 157. ‍TANG, 6 (Pekín, 2012): 44-‍65; ‍2021: 658-‍707. ‍LI, 3 (Pekín, 2021): 204-‍218.

[13]

‍BÉGUELIN-ARGIMÓN, 8/1 (León, 2019): 26.

[14]

Sobre los antecedentes históricos de las primeras relaciones entre China y España en el siglo XVI, véase ‍LI y PANIAGUA PÉREZ, 78/2 (Sevilla, 2021): 417-‍420.

[15]

‍GORRIZ ABELLA, 2014.

[16]

Ruy López de Villalobos (1500-‍1544) murió durante su viaje a las islas del Poniente. Aunque su expedicón fue un fracaso, entre los miembros que formaron parte de la misma, encontramos figuras esenciales en la historia de las Filipinas, como el gobernador Guido de Lavazares o el agustino Alonso de Alvarado. Cabe señalar también que, durante su regreso a la Península, los tripulantes de Villalobos se encontraron con otro español clave en el siglo XVI, el jesuita Francisco Javier. Sobre esta expedición, véase ‍VARELA, 1983.

[17]

‍BERNABÉU ALBERT, 1992: 41.

[18]

‍LI y YE, 1993: 13.

[19]

Song shi (‍Historia de la dinastía Song), vol. 489. Esta obra contiene información de todo tipo sobre la dinastía Song de China (960-‍1279). Era una tradición milenaria china recopilar y dar a conocer de forma resumida la historia sobre una dinastía anterior. Por lo tanto, Song shi pertenece a la dinastía Yuan (1271-‍1368), y aunque la obra se escribió entre 1343 y 1345, se entregó en la corte en 1346. Ha sido transcrita dentro del Zhongguo zhexueshu dianzihua jihua (Programa de obras filosóficas electrónicas de China).

[20]

En cuanto a las fuentes de la dinasíta Ming, las más importantes son Ming shi (‍Historia de la dinastía Ming) y Ming shilu (Verdaderos registros de Ming). Ming shilu recoge los registros elaborados por los cronistas de la corte, que registraban por orden cronológico los documentos imperiales. Tiene 13 libros y 2.911 volúmenes que recogen los diferentes reinados de los 15 emperadores Ming. Entre ellos hay 596 volúmenes bajo el subtítulo Mingshenzong shilu (Verdaderos registros de Mingshenzong) que se dedican a los registros y los acontecimientos importantes del reinado del emperador Wanli (1573-‍1620). Ming shi y Ming shilu fueron transcritas en Zhongguo zhexueshu dianzihua jihua (Programa de obras filosóficas electrónicas de China).

[21]

‍DÍAZ-TRECHUELO, 2001: 33-‍34.

[22]

Haicheng fue el antiguo puerto Yuegang, en castellano Isla de Luna. En 1548 la autoridad de Ming amplió su espacio convirtiéndose en el puerto Haicheng.

[23]

‍MIYATA, 2019: 109.

[24]

Relación que el capitán Juan Pablo de Carrión, almirante de la armada que va a las Islas del Poniente, hace a la Majestad del rey D. Felipe sobre la navegación que la dicha armada ha de llevar, se halla publicada en Colección de documentos inéditos…, 1886, vol. 2: 208.

[25]

Cartas oficiales de Filipinas: cerco portugués a la isla, 1569, Archivo General de Indias, Sevilla (AGI), Patronato, 24, R. 12.

[26]

Derroteros y relaciones del viaje a las islas del Poniente de la armada de Miguel López de Legazpi, hechos por los pilotos de la expedición, 1564, AGI, Patronato, 23, R. 16.

[27]

Relación de las Islas del Poniente y del camino que a ella se hizo desde Nueva España, se halla publicada en Colección de documentos inéditos..., 1887, vol. 3: 239.

[28]

‍HUANG y HE, 2016: 32-‍33.

[29]

Correspondencia: Miguel López de Legazpi-Gonzalo Pereira, 1568, AGI, Patronato, 24, R. 9. En cuanto a la carta destinada a Felipe II, al tratar de los asuntos sobre China, Legazpi expresó que «Quería estar cierto de la voluntad de su Magestad, si e de cobrar a Maluco y lo que más le pertenece de aquella parte. Porque para esto es más cómodo Çubú que otro por la bondad del puerto. Pero si su Magestad pretende que sus ministros se estiendan a la parte del norte y cosa de China, tengo por más acertado hazer asiento en la ysla de Luçón, de donde vino agora el Maestre de Campo, donde descubrió un puerto, aunque pequeño, pero como para media docena de navíos, legua y media del pueblo de Manila, cabezera de toda aquella provincia». La carta se halla publicada en ‍COLÍN, 1900, tomo 2: 662.

[30]

‍GIL FERNÁNDEZ, 2011: 21.

[31]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 224. ‍HUANG y HE, 2016: 36.

[32]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 246. Este autor enumera los productos exportados por los chinos hacia Filipinas: «… muchas piezas de ricos damascos de todos colores, rasos y tafetanes dobles y sencillos, mucha seda floja y torcida y alguna cruda en madejas grandes, mucho hierro, muchos platos, vasos y escudillas de muy ricas porcelanas. Traían también mucho azogue».

[33]

Ming shi (Historia de la dinastía Ming), vol. 211. En la bibliografía en español también se confirmó que durante el siglo XVI casi todos los comerciantes chinos que acudían a las Filipinas eran de Fujian, véase ‍GARCÍA-ABÁSOLO, 2012: 29. ‍GIL FERNÁNDEZ, 2011: 35.

[34]

Cartas de fray Martín de Rada al virrey de Nueva España, Manila, 10 de agosto de 1572, AGI, Patronato, 24, R. 22. El Çanco o Sanco mencionado sería el primer chino que los españoles registraron por su nombre. Se trataba de un «chino principal», que aportó una gran información sobre China a Martín de Rada. Véase ‍FOLCH I FORNESA, 15 (Pamplona-Iruña, 2008): 48-‍49.

[35]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 251.

[36]

Carta de Miguel López de Legazpi al virrey de Nueva España, Manila, 11 de agosto de 1572, AGI, Patronato, 24, R. 23.

[37]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 251.

[38]

Recopliación de las Leyes de Indias, 1973, tomo 2: L. IV, Tit. 1, Ley 9.

[39]

‍SCHURTZ, 1992: 65.

[40]

Frutal con origen en el Asia oriental, pero que se adaptó en España y se conoce como jinjolero. También tuvo su adaptación en América, especialmente en México.

[41]

Relación de lo sucedido en las Filipinas desde primero de julio del año 1573, ques del día que salieron del puerto de manila los dos navíos nombrados Sanctiago y espíritu sancto, en los quales se embió Razón de lo notable que hubo hasta aquel punto, Manila, 1574, se halla íntegramente publicada en ‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 217-‍222.

[42]

Medida de peso en las Filipinas que equivalía a 6,326 kilogramos.

[43]

Se trata de un árbol caracterizado por su dureza y resistencia a la humedad, Eusideroxylon zwageri que resulta ideal para madera de exteriores y para construccion naval.

[44]

‍GIL FERNÁNDEZ, 2011: 26.

[45]

Limahón (Lin Feng) y el asalto liderado por él a las Filipinas, fueron registrados por Martín de Rada, Miguel de Loarca y Francisco de Sande, entre otros españoles que estaban en aquel entonces en el archipiélago. En cuanto a las fuentes en chino, dos obras escritas durante el reinado de Wanli nos resultan imprescindibles para acercarnos a dicho personaje: por un lado, la monografía de Qu Jiusi, Wanli wugong lu (Registros de los éxitos militares en el reinado de Wanli) contiene unas páginas dedicadas a la biografía de Lin Feng; por otro lado, la obra de Liu Yaohui (1522-‍1585), Dufu shuyi (Memoriales del gobernador al trono) incluye informaciones muy valiosas para complementar las fuentes españolas, pues el autor fue gobernador de la provincia Fujian durante los años setenta del siglo XVI, cuando Lin Feng atacaba las Filipinas. Según el estudio de Tang Kaijian, la única copia de esta última obra se conserva en la Biblioteca de Nankín o Nanjing. Además, Ming shilu (Verdaderos registros de Ming) y las crónicas de las provincias de Fujian, Cantón y Hainan, así como de los municipios que pertenecían a las tres provincias, como Chaozhou, Chaoyang, Chenghai, Qiongzhou, etc., también contienen datos personales y hechos importantes de Lin Feng. Los autores del presente artículo han acudido a la Biblioteca de Nankín y han logrado consultar el microfilm de la mencionada fuente elaborada por Liu Yaohui. Es más, las fuentes chinas citadas en este trabajo han sido traducidas por los propios autores. En cuanto a la obra de Liu, se ha tomado como referencia la traducción del artículo de Tang Kaijian en español que se publicó en 2021.

[46]

‍TANG, 6 (Pekín, 2012): 46.

[47]

‍LIU, s. a., tomo 1.

[48]

En cuanto a las persecuciones consecutivas contra Lin Feng y sus subordinados durante el año de 1574, véase Ming shilu (Verdaderos registros de Ming), Mingshenzong shilu (Verdaderos registros de Mingshenzong), vols. 4, 13, 22, 23, 24, 26, 27, 30, 44, 45.

[49]

‍LIU, s. a., tomo 2.

[50]

Se trata del archipiélago Penghu compuesto de unas 90 islas y ubicado en el estrecho de Taiwán. Antiguamente se llamaba Dashanyu o Dashanguangang, de donde derivaría el nombre de las fuentes españolas, Tusilzuam-stacoaticam. ‍FOLCH I FORNESA, 2006: 269. ‍TANG, 6 (Pekín, 2012): 53. ‍CHEN, 1963: 35.

[51]

Verdadera relacion de la grandeza del Reyno de China con las cosas mas notables de allá hecha por Miguel de Loarca, soldado, uno de los que fueron allá desde las islas de Luçon que aora llaman philipinas, 1575, BNE, ms. 2902, f. 114.

[52]

Según el escrito de Loarca, testigo del ataque de Lin Feng a las Filipinas, en dicho barco se hallaban 25 personas. En el de Francisco de Sande, que llegó al archipiélago filipino tras la huida de los piratas chinos, los de Lin Feng habían abatido a 22 tripulantes en la mencionada palera. Véase Carta a Felipe II del Gobernador de Filipinas, doctor Sande. Da cuenta de su llegada y accidentes de su viaje; de la falta que hay allí de todo, y habla de Religiosos, minas, de la China, Mindanao, Borneo, etc., Manila, 7 de junio de 1576, se halla íntegramente publicada en ‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 387-‍441.

[53]

Fue el primer guerrero japonés que mencionan las fuentes españolas. Véase ‍TURNBULL, 2021: 21.

[54]

Carta del P. Agustín de Alburquerque comunicando el suceso del corsario Limahón, que había ido contra la isla de Luzón con 70 navios, Campo de Pangasinán, 5 de junio de 1575, se halla íntegramente publicada en ‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 234-‍261.

[55]

‍MORGA, 1997: 28-‍29.

[56]

Relación del viage que se hizo a la tierra de la china de 1575 años, Manila, 1575. Esta carta de Martín de Rada fue íntegramente publicada en ‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978: 262-‍330.

[57]

Aquel suceso del ataque de Limahón, además de las fuentes tradicionales fue narrado supuestamente por el propio Guido de Lavezares, en un documento que se conserva en El Escorial y que fue publicado en FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, 35, (‍San Lorenzo de El Escorial, 1894): 424-‍443. Más recientemente se ha publicado el facsimil: La Relación del suceso de la venida del tirano chino del gobernador Guido de Lavezares (1575): Épica española en Asia en el siglo XVI, en ‍MAURA, 2004.

[58]

El que hablase bien el español en ese momento indica que aquel no había sido su primer viaje a las Filipinas.

[59]

‍MAURA, 2004.

[60]

‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 394.

[61]

‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 398.

[62]

Estas cifras no coinciden con las que se da en la memoria de Lavezares, que habla de 58 navíos, 300 españoles y 1.500 indios. Véase ‍MAURA, 2004.

[63]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 294.

[64]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 298.

[65]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 299.

[66]

Verdadera relación de la grandeza del Reyno de China…, BNE, ms. 2902, f. 116.

[67]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 299.

[68]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 299-‍230.

[69]

‍LIU, s. a., tomo 2. En cuanto a la verdadera intención de Lin Feng existe una discrepancia entre las fuentes españolas y chinas. Los españoles creían que los piratas planteaban establecerse y ocupar la zona de Pangasinan, fundando un reino propio. Sin embargo, los chinos, que conocían mejor a Lin Feng, se percataron de que pretendía aprovechar el tiempo hasta la llegada del monzón y regresar a la costa continental. Véase un análisis profundo, apoyado en las fuentes de ambos idiomas, en ‍TANG, 6 (Pekín, 2012): 54-‍55.

[70]

Verdadera relación de la grandeza del Reyno de China…, BNE, ms. 2902, f. 116.

[71]

Bazong es un grado militar en chino. En las fuentes españolas se registraba con el nombre de Omocon u Omonco, entre otros. En cuanto a los datos personales de Wang Wanggao, véase LIU, s. a., tomo 2. Ming shi (Historia de la dinastía Ming), vol. 110. Ming shilu (Verdaderos registros de Ming), Mingshenzong shilu (Verdaderos registros de Mingshenzong), vol. 54.

[72]

Según la fuente china de la dinastía Ming, el puerto Daimao se encontraba al oeste de Pangasinan. Véase ‍ZHANG, 1981: 255.

[73]

El chong era un arma tradicional de la China antigua, semejante al trabuco naranjero que se usaba en esa misma época en España.

[74]

‍LIU, s. a., tomo 2.

[75]

Verdadera relación de la grandeza del Reyno de China…, BNE, ms. 2902, f. 117. ‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 268.

[76]

‍LIU, s. a., tomo 2.

[77]

Verdadera relación de la grandeza del Reyno de China…, BNE, ms. 2902, f. 117.

[78]

‍LIU, s. a., tomo 2.

[79]

En cuanto a las instrucciones dadas por el gobernador Guido de Lavezares a los embajadores españoles, véase ‍SAN AGUSTÍN, 1698: 305.

[80]

Los obsequios se registraban en las fuentes chinas como «los tributos presentados por los extranjeros de Luzón», véase ‍TANG, 2021: 684 y 693-‍697.

[81]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 308.

[82]

‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 272.

[83]

‍BÉGUELIN-ARGIMÓN, 8/1 (León, 2019): 26.

[84]

‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 269-‍270.

[85]

Al traducir los nombres de los personajes, los títulos y los lugares chinos que se incluyen en las fuentes españolas, tomamos como referencias la obra de Juan González de Mendoza, Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran reyno de la China, 1856. traducida por He Gaoji al chino y el «Vocabulario de términos chinos» incluido en ‍OLLÉ RODRÍGUEZ, 2002: 243-‍271.

[86]

La palabra «Chincheo» en los escritos españoles de esta época se puede referir tanto a la provincia Fujian, como a las prefecturas de las dos ciudades del sur de dicha provincia, Zhangzhou y Quanzhou. Véase ‍IACCARINO, 20 (Las Palmas de Gran Canarias, 2020): 222.

[87]

‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 273.

[88]

Verdadera relación de la grandeza del Reyno de China…, BNE, ms. 2902, f. 122.

[89]

‍GIL FERNÁNDEZ, 2021: 53-‍73.

[90]

El título oficial de la dinastía Ming, xingquandao, se refiere al intendente de los municipios de Quanzhou y Xinghua. Según la fuente china, el xingquandao que recibió la embajada española en su tiempo fue Qiao Maojing, véase ‍OLLÉ RODRÍGUEZ, 2002: 266. ‍LIU, s. a., tomo 3.

[91]

‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 278.

[92]

‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 279.

[93]

Verdadera relación de la grandeza del Reyno de China…, BNE, ms. 2902, f. 128.

[94]

‍MENDOZA, 1586: 252.

[95]

Carta del agustino Martín de Rada sobre su viaje a China, Manila, 1 de mayo de 1576, AGI, Filipinas, 84, N. 5.

[96]

‍LIU, s. a., tomo 2.

[97]

Verdadera relación de la grandeza del Reyno de China…, BNE, ms. 2902, f. 131.

[98]

Según las fuentes en chino, Lin Feng, después de huir, regresó a Penghu, donde permaneció entre agosto y septiembre de 1575. Más tarde, los navios del pirata aparecieron otra vez en el litoral chino y fueron perseguidos por el Ejército en la zona costera de Taiwán, Fujian y Cantón. Tras algunas derrotas, Lin Feng se refugió en China entre finales de 1575 y comienzos de 1576. La última mención a su persona en los documentos oficiales tuvo que ver con los saqueos y ocupación de algunas tierras en la isla de Hainan, en 1589, tras lo cual desapareció definitivamente, mientras los demás jefes de dicha banda se sometieron a la autoridad imperial. Véase ‍TANG, 6 (Pekín, 2012): 62-‍65.

[99]

‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1978, vol. 14: 289.

[100]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 310.

[101]

‍OLLÉ RODRÍGUEZ, 2000: 102.

[102]

‍SAN AGUSTÍN, 1698: 327-‍328.

[103]

‍LIU, s. a., tomo 3.

[104]

‍GIL FERNÁNDEZ, 34 (Tenerife, 2021): 60.

[105]

Encargado de los asuntos rituales, religiosos, diplomáticos, etc.

[106]

Ming shilu (Verdaderos registros de Ming), Mingshenzong shilu (Verdaderos registros de Mingshenzong), vol. 54. La fecha en la que se entregaron los regalos fue el 14 de diciembre del cuarto año de Wanli del calendario chino, que en el juliano coincidiría con los inicios de 1577.

[107]

‍LIU, s. a., tomo. 3.

[108]

Las objectiones que pusieron en la Nueua España para suspender el viage de la China hasta que su magestad tornasse a mandar resolutamente lo que se hauia de hazer, son las siguientes..., 1582, AGI, Indiferente, 740, N. 55. En cuanto a la embajada enviada por Felipe II a China, véase ‍HSU, 78/3 (Philadelphia, 2010): 323-‍344. ‍SOLA GARCÍA, 2016: 59-‍80.

[109]

Las objectiones que..., 1582, AGI, Indiferente, 740, N. 55.

[110]

La documentación menciona «lengua de la China», lo que implica el desconocimiento que existía de la realidad lingüistica de un Imperio donde se hablaban varias lenguas y dialectos. En concreto en Fujien se hablaban varios dialectos sínicos, aunque la escritura estaba siempre en chino mandarín.

[111]

‍RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, 1965: 288-‍291.

[112]

Cartas de Juan Bautista Romano al Rey, Macao, 25 de junio de 1584, AGI, Patronato, 25, R. 22.

[113]

‍GIL FERNÁNDEZ, 2011: 245-‍247.

[114]

En cuanto a los viajes realizados por Alonso Sánchez a China, véase ‍COLÍN, 1900, tomo 2: 265-‍362.

[115]

Relación del segundo viaje del jesuita Alonso Sánchez a China en 1584, 1584, AGI, Filipinas, 79, N. 13.

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