Afirma un dicho que los caminos del Señor son inescrutables. Salvando las distancias y si se nos permite el juego de palabras, podríamos considerar que los caminos de los investigadores que se adentran en los archivos son, igualmente, insondables. Los que nos dedicamos a la investigación histórica bien sabemos que lidiar con los diplomas, pergaminos y papeles que se custodian en los miles de kilómetros lineales de nuestros «lugares depositarios de la memoria» supone un placer —al tocar con los dedos las páginas de nuestra Historia— al tiempo que una desesperanza —cuando no se localiza lo que se busca—. Y en ocasiones sucede lo que los profesores Reglero de la Fuente y Herrero Jiménez relatan en esta obra: la grata sorpresa de hallar uno de los registros notariales conservados más antiguos del reino de Castilla entre las cajas del Archivo de la Real Chancillería de Valladolid.

Sin faltar al rigor científico y a la erudición, el texto es clarificador y de deleitable lectura, hecho que es de agradecer a los autores, Carlos M. Reglero de la Fuente y Mauricio Herrero Jiménez, grandes expertos y especialistas en las áreas de Historia Medieval y de Ciencias y Técnicas Historiográficas, respectivamente, de la Universidad de Valladolid.

Hemos de reconocer que el volumen, enfocado desde un punto de vista interdisciplinar, es una valiosa contribución para los estudiosos de la Castilla bajomedieval en particular, y, en general, de la Edad Media peninsular, la Paleografía, la Diplomática y la Archivística.

La obra se enmarca en dos grandes bloques diferenciados por la orientación dada al objeto de estudio. Los primeros seis capítulos se encaminan al cuidadoso examen del contenido del registro notarial de Gonzalo Pérez, vecino de Castrillo-Tejeriego, en cuanto que fuente informativa. El doctor Reglero de la Fuente, tras una contextualización ineludible, lleva a cabo un minucioso trabajo de análisis antroponómico y onomástico de los nombres consignados en los folios del registro empleando los métodos y herramientas de investigación más recientes. Merced de los negocios transcritos, deduce aspectos de la vida política, económica y social de quienes allí habitaban, realizando una radiografía de Castrillo y su gente o lo que es lo mismo, de la cotidianidad de una población rural castellana a inicios del siglo XIV. Por último, dedica un amplio espacio al enfoque prosopográfico en el capítulo seis. Presenta a los principales protagonistas del registro, su autor material y las principales familias de la comarca, con interesantes noticias sobre demografía, movimientos de población, relaciones personales y mercantiles, situación económica, procesos judiciales…

El estudio del registro desde el ámbito de las Ciencias y Técnicas Historiográficas comprende el segundo bloque. El doctor Herrero Jiménez somete a la fuente a un magnífico análisis archivístico, paleográfico y diplomático. Principia el capítulo séptimo con la denominada tradición documental; un enfoque que pretende dar respuesta a la cuestión de cómo este minutario notarial ha llegado hasta nuestros días entre los papeles que forman parte de un proceso de pleito habido en el siglo XVI entre los habitantes de Castrillo-Tejeriego y Juan Velázquez. Entre sus páginas ahonda, además, en la cuestión de la antigüedad del registro, así como en la práctica escrituraria y modos de registrar a inicios del siglo XIV conforme a la legislación vigente.

Por otra parte, el reconocido especialista, en el octavo capítulo «La “substancia del fecho” (o negocios) de las notas registrales de Castrillo-Tejeriego», ahonda en las cuestiones relativas a la diversa tipología diplomática contenida en el testimonio notarial, esto es, a los actos jurídicos que el escribano público plasmó durante los años 1334 y 1335. Ello nos permite aproximarnos a cuáles eran los negocios que de manera habitual pasaban por las manos de los amanuenses que, como Gonzalo Pérez, trabajaban al servicio del concejo y los poderes públicos.

La obra no se ciñe únicamente al análisis del contenido, sino que brinda al lector la edición magistral de dicho registro conforme a los usos y las normas propias de la Paleografía. Son, sin duda, reseñables también las tablas y gráficos que hallamos entre las páginas, la cuantiosa bibliografía que sobre el tema se recoge, y los índices de personas, lugares y materias incluidos al final del volumen. Todos ellos ayudan enormemente al lector en la mejor comprensión de lo relatado por los autores y en la navegación por el contenido de la obra.

En definitiva, estamos ante un libro que resulta del todo imprescindible para quienes se dedican a la Historia Medieval y a las Ciencias y Técnicas Historiográficas. Constituye una valiosa visión de conjunto que desprende meticulosidad en el empleo de la metodología científica y en la necesaria unión y relación entre las disciplinas humanísticas. La relevancia de sus resultados, además, demuestra el innegable interés historiográfico para el conocimiento de la historia local en la Castilla del siglo XIV. Bienvenidas sean publicaciones como esta, editada con el mayor cuidado, solicitud y esmero por la Sociedad Española de Estudios Medievales.